Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México
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Los versos <strong>de</strong> Becky Rubinstein compren<strong>de</strong>n<br />
la gramática <strong>de</strong>l dolor. Embarra<br />
metáforas a dos manos sobre muros y<br />
lienzos, su oído marca ritmos en el marcapasos<br />
<strong>de</strong> las letras. Va colocando palabras<br />
en un caballete, las acomoda <strong>de</strong> manera<br />
que duelan y <strong>de</strong>slumbren. Al final, nos<br />
entrega la soledad untada a pinceles alucinantes.<br />
II<br />
En Fridamariposa, María Elena Solórzano<br />
<strong>de</strong>spliega alas lo mismo que tonalida<strong>de</strong>s.<br />
Deja a Frida, Diosa <strong>de</strong>l polen, volar<br />
y saborear los néctares. En sus poemas, la<br />
pintora busca el colorido como alimento<br />
a su espíritu angustiado. El poemario es<br />
un álbum don<strong>de</strong> a cada página nos espera<br />
una nueva mariposa que, le agra<strong>de</strong>cemos,<br />
no está sujeta con alfileres, sino que<br />
aletea nerviosamente. Mariposas <strong>de</strong> ja<strong>de</strong>,<br />
<strong>de</strong> luna, <strong>de</strong> luz, <strong>de</strong> plata y oro, intentan<br />
el vuelo en busca <strong>de</strong> nuevos versos. Hay<br />
también mariposas oscuras, nocturnas,<br />
con vocación <strong>de</strong> brujas, pero quiso incluir<br />
también a las rojas, que se alimentan <strong>de</strong><br />
pasión y miel. En todas ellas cabe Frida<br />
con la vida rota, con las cicatrices <strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho,<br />
con la tonalidad <strong>de</strong>l orgullo y el<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vivir latiendo en cada herida.<br />
Miles <strong>de</strong> mariposas la sostienen.<br />
En la poesía <strong>de</strong> María Elena Solórzano,<br />
el color se transforma en <strong>de</strong>lirio, es<br />
una obsesión <strong>de</strong> la autora por pintar, lo<br />
mismo que Frida, imágenes que vuelan.<br />
Las metáforas <strong>de</strong> María Elena lucen<br />
intensas, radiantes, quedan fijas al cristal<br />
<strong>de</strong>l aire como vitrales que la luz traspasa.<br />
María Elena se vale <strong>de</strong> la luz, <strong>de</strong>l color,<br />
<strong>de</strong>l olor, <strong>de</strong> los sonidos, para atraer a las<br />
ritmo / nueva época<br />
imaginación y crítica<br />
mariposas que le regala a Frida, como tributo<br />
a su sensibilidad.<br />
III<br />
Des<strong>de</strong> el título: “Frida flor <strong>de</strong> acero”, Fe<strong>de</strong>rico<br />
nos advierte que hablará lo mismo<br />
<strong>de</strong> la fragilidad que <strong>de</strong> la templanza <strong>de</strong> la<br />
pintora. Flor <strong>de</strong> acero que no acepta <strong>de</strong>shojarse<br />
y se marchita en esquirlas.<br />
En sus poemas se muestra la mujer<br />
recia, necia, femenina y hombruna que<br />
teje poemurales. Pero también está la<br />
Frida azul, frágil y <strong>de</strong>smoronable, la <strong>de</strong><br />
la columna rota que pi<strong>de</strong> le coloquen un<br />
espejo en el techo para contemplarse yacente<br />
y así copiarse los rasgos que el dolor<br />
endurece. Incontenibles, vestidas <strong>de</strong><br />
tehuanas, adornadas con listones, entre<br />
encajes y bordados, todas las Fridas caben<br />
en su poesía.<br />
Fe<strong>de</strong>rico es un poeta cuya ternura<br />
construye columnas jónicas y corsés <strong>de</strong><br />
goma –libres <strong>de</strong> varillas– para vértebras<br />
rotas, porque no le gusta verla llorando<br />
lágrimas <strong>de</strong> lumbre en camas <strong>de</strong> hospital.<br />
También le edifica un mundo <strong>de</strong> azules<br />
nubes y azules ríos para evitar el enojo <strong>de</strong><br />
sus cejas. Aconseja y mima a la pintora<br />
famosa, niña mala, alma rebel<strong>de</strong>, flor <strong>de</strong><br />
acero.<br />
El tamaño <strong>de</strong>l verso lo dicta la emoción<br />
y, Fe<strong>de</strong>rico, con versos cortos, exactos,<br />
crea remolinos que atrapan nuestra<br />
sensibilidad, arrastrándonos, envolviéndonos<br />
en una vorágine <strong>de</strong> sentimientos.<br />
Su ritmo, su palabra dura como acero o<br />
suave como pétalo, nos lleva <strong>de</strong> uno a<br />
otro sacudimiento hasta hacer que nos<br />
duela el dolor <strong>de</strong> Frida.<br />
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