Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

Como todo gran libro, Lolita ofrece
varios niveles de lectura, ya que junto al
relato erótico está el retrato de la sociedad
estadounidense de la época, o bien, una
simple historia de amor que va más allá
de los convencionalismos sociales. Sin
embargo, para efectos de este ensayo me
centraré en lo que se refiere al tema de
la adolescencia, en un intento por poner
en práctica algunos de los conceptos de la
teoría psicoanalítica. Subrayo lo de tintes
porque, como es natural, no me atrevería
a hacer un psicoanálisis del personaje de
Lolita, pero sí al menos una exploración
desde la perspectiva de los conceptos
aportados por Freud para el estudio y entendimiento
de la psique humana.
Cuando hablamos de adolescencia debemos
asociarla con la pérdida, el dejar
de ser niño y todo lo que implica crecer,
no sólo en términos físicos sino de madurez
mental. Dicho así suena sencillo, pero
como sabemos la adolescencia conlleva
toda una problemática en la que la persona
se encuentra siempre entre los extremos.
Por ejemplo, hay dolor por dejar
de ser niño, pero también hay un nuevo
y atractivo mundo por descubrir: el de la
sexualidad. Y para los padres, también hay
un duelo: ver a los hijos crecer, aunque racionalmente
sea bueno, significa que la
pareja se está quedando sola, ya que la
madre o el padre, sienten que sus hijos se
les van.
Dicho de manera muy general, este
es el panorama en el que se mueve un
adolescente, con cambios físicos dramáticos
que experimenta duelo por dejar de
ser niño junto a las ganas de ser “grande”
para ejercer su sexualidad, enfrentado a
ritmo / nueva época
imaginación y crítica
una serie de normas y convencionalismos
sociales que no comprende ni quiere
cumplir, y sintiéndose terriblemente incomprendido
por su familia y sus amigos.
Y para completar el cuadro, hay una serie
de presiones sociales que penden sobre
la cabeza de los adolescentes, como por
ejemplo, se espera de ellos un cierto comportamiento
por parte de sus padres o de
sus profesores. Sobra decir que con tantas
complicaciones en la cabeza es mucho
pedirles.
Como ya sabemos, Lolita cuenta la
historia de un hombre maduro, Humbert
Humbert, que va a pasar un verano
en un pueblo llamado Ramsdale, para
lo que está buscando hospedaje. Así llega
a casa de Charlotte Haze, una señora
parlanchina y que parece medio metiche,
por lo que no le convence mucho alquilar
la habitación allí. Pero cuando Charlotte
le muestra el jardín, ve a su preciosa hija
Lolita, una adolescente de doce años, de
la que Humbert se enamora al instante. A
partir de aquí empieza el drama de Humbert
y Lolita.
Como ya he mencionado líneas arriba,
Lolita tendría varias lecturas posibles. Sin
embargo, para efectos de este trabajo,
me centraré en uno de los aspectos más
evidentes: la atracción de un hombre maduro
por las jovencitas. Aquí cabe hacer el
análisis del personaje de Humbert Humbert,
una persona que hasta el momento
en que empieza a contar su historia, aparentemente
su vida había transcurrido
dentro de los cánones de lo que podríamos
llamar “normal”. Entonces, ¿de dónde
le viene su gusto por las nínfulas?
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