Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

de él, al mundo del marido, y luego a la
alcoba nupcial; el traslado de una casa a
otra augura la fertilidad.
Cuando una de ellas se casa, sus amigas
doncellas en rondas o coros bajo la tutela
de mujeres, “madres amantes” que coordinan
cada una un coro de veinte alumnas,
lucen vestidos adornados, coronas en
cabeza y manos, tocan flautas, giran con
júbilo durante la danza rítmica, la acompañan
con cantos nupciales que prometen
felicidad y fertilidad.
Él la introduce en brazos en su casa
cuidando que el pie de ella no roce el
umbral, hacen la libación junto al fuego
sagrado, comen la torta de flor de harina,
acto que la convierte en casada y destinada
a la maternidad. Enseguida los coros
escoltan a los novios hasta la alcoba, se
quedan junto a la puerta que se cierra detrás
de ellos, mientras un amigo del novio
hace guardia y vigila que nadie entre. Se
burlan del marido, cantan, muestran lo
que sucede adentro en la cama de madera,
incrustada de oro y plata, donde “el
esposo se arrima al cuerpo de ella que se
deja poseer y gozar, pues no le era permitido
tomar la iniciativa, propio de concubinas
y desvergonzadas” 13 .
Mientras la pareja descansa adentro,
afuera crece el bullicio y las burlas, el coro
canta hasta la madrugada “las canciones
delante de la alcoba” o epitalamios, género
de la literatura griega que designa
los cantos de boda. En ellos se invoca al
dios del matrimonio, el himeneo, palabra
ritmo / nueva época
imaginación y crítica
derivada de umεν: membrana o “repliegue
membranoso que cubre la vagina virginal”,
define Corominas. La ceremonia
termina cuando despunta el día, los coros
entonan el canto del despertar y se retiran
a descansar.
EL POEMA
Este poema es una pieza etiológica que
se refiere a la fundación del templo o al
origen del culto de Helena Dendritis o
Platinitis, plátano sagrado, al cual cada
año las doncellas espartanas ofrecen una
corona y libaciones, como lo demuestran
los versos 43 y ss. Se sabe que el templo
de Helena se encontraba cerca del dromos
–estadio– de Esparta, a un costado
del bosquecillo Platinistas, y su coro se
componía de alumnas del dromos Platinistas.
Pero esto pasará más tarde, en el futuro,
no nos adelantemos a los sucesos.
Pues el poema nos muestra a Helena en
Esparta, en su noche de bodas con Menelao
(la tradición común ubica las bodas de
Helena en Amiclea), retirándose a su dormitorio,
pasan un tapiz espeso y blando
de flores, luego el primer velo o pastós,
cortina nupcial llena de fragancia que envuelve
el tálamo o recinto de la devoción
erótica.
Ella aún tiene la pintura húmeda; él,
las rodillas pesadas y la mente turbia,
pues el largo cortejo, el juramento sobre
el caballo descuartizado, las fiestas,
13 Pancracio Celdrán Gomaris. El amor y la vida material en la Grecia clásica. Madrid: Ediciones Clásicas,
2001, p. 205.
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