Número 12 - CCH - Universidad Nacional Autónoma de México

trucción o muerte, significaba la captura
para eternizar a los capturados por medio
del sacrificio. Y esto no se consideraba humillante,
sino un principio de elevación
para el hombre. Al decirle esto, me baso
en la descripción de la primera batalla
sostenida entre mexicanos y españoles
y descrita por Bernal Díaz del Castillo, en
La verdadera historia de la conquista de
la Nueva España, donde dice “Si cada uno
de los indios hubiera tomado un puño de
tierra y nos lo hubiera arrojado, nos hubieran
enterrado a todos”, de tal modo
que los superaban en número. Pero los
indios en ningún momento intentaron
matarlos, sino que trataron únicamente
de capturarlos para llevarlos al templo a
que se divinizaran. Entonces, el sentido
de la guerra era completamente distinto.
Y la Conquista, precisamente, pudo llevarse
a término por esa razón. A Hernán
Cortés lo tuvimos preso varias ocasiones,
pero no queríamos matarlo en el campo
de batalla, queríamos divinizarlo en el altar
de los dioses. Nosotros no guerreábamos
para exterminar, sino para capturar
una ofrenda que eternizara al Dios, pero
también al sacrificado. Le repito, no tengo
más que hipótesis basadas en este tipo
de cosas: no acabamos con los españoles
ni matamos a Cortés, cosas que hubieran
sido muy fáciles, porque en realidad estábamos
buscando otra cosa. En cambio, los
españoles, cada vez que veían a un indio
que les estorbaba, lo mataban y listo.
–En cuanto al concepto de amistad o
fraternidad, ¿los principios náhuatls y latinos
tienen puntos de coincidencia?
ritmo / nueva época
imaginación y crítica
–Sí los hay, pero lo que deduje de la amistad
entre nosotros, y que lo expresé hace
mucho tiempo en el Destino del canto, lo
hice basándome en los llamados poemas
prehispánicos náhuatls. Pero con los años
mi apreciación ha cambiado totalmente.
Ahora no creo que haya habido ningún
poema prehispánico de esa naturaleza.
Sino que esos poemas son textos coloniales,
dictados por los frailes a los indios
para debilitarlos aún más de lo que ya estaban.
De tal manera, que del concepto
de amistad ya no le puedo decir más. En
cuanto al de la otra cultura, puedo encontrar
ejemplos pero basándome en el
único texto específico que hay sobre el
tema, que es El diálogo de la amistad de
Cicerón. Y a partir de su lectura puedo
decirle que considero que Cicerón no tenía
ni vaga idea de lo que es en realidad
la amistad. Creo que si fue amigo, lo fue
muy malo.
–Entonces, ¿sigue siendo válido el señalamiento
que hace en Imagen de Tláloc,
respecto a que hay que dudar de toda la
historia que hemos aprendido?
–Naturalmente. La garantía de una investigación
es la desconfianza que la guía.
Hay que desconfiar de todo en absoluto;
de la cultura exterior y principalmente
de la propia. Siempre hay que poner en
duda lo que se está haciendo. Uno nunca
debe decir “estoy seguro de esto”. Hay
que recurrir a las primeras fuentes y a su
razonamiento, para poder estar de alguna
manera ciertos. Yo a todos mis trabajos,
usted lo habrá visto, los llamo hipótesis.
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