Monedas regionales - Kennedy Bibliothek

150!
BERNARD LlETAER Y MARGRIT KENNEDY
Unidos tiene múltiples responsabilidades en la economía: control
de la inflación y del desempleo. Por contraposición, en el caso
del Banco Central Europeo (BCE), el único objetivo explícito es
el control de la inflación.
El peligro, en el caso de una innovación monetaria tan poco
ortodoxa como una moneda regional moderna, es que se produzcan
malentendidos, tanto en el ámbito de su percepción como en
el de la teoría monetaria. Y que, sobre la base del malentendido,
se adopten decisiones coercitivas pudiendo acabar de raíz con el
movimiento Regio. El reto es potencialmente mayor que el que
pudiera parecer a simple vista. Como hemos visto en los últimos
capítulos, la era post-industrial va a cambiar muchas de las reglas
del juego económico mundial, y un país que haya estado entre
los más "desarrollados" del mundo en el siglo XX, no tiene por
qué estarlo en el siglo XXI. De este modo, cuando China renuncia
en el siglo XIX a la introducción del trazado del ferrocarril
y a otros de los atributos "bárbaros" de la industrialización, se
condenaba de forma involuntaria a ser el país más grande entre
los países subdesarrollados del siglo XX, error que sólo ahora
está intentando reparar.
La forma por la que una sociedad permite o no innovaciones
propias de la era de la información jugará el mismo papel que
el trazado del ferrocarril o las acerías del siglo XIX. Ahora bien,
todo sistema monetario es ante todo un sistema de información,
y el movimiento de monedas complementarias —sean comerciales
o sociales- no sería pensable sin el acceso a las tecnologías
informáticas de forma generalizada. ¿Podríamos imaginarnos a
las compañías aéreas disponiendo de un ejército de contables
para seguirle el rastro a nuestras millas alrededor del mundo? El
problema es que el conjunto de nuestra teoría monetaria data
de la era industrial. Esto implica que necesitamos un cambio de
paradigma en el ámbito monetario. Ahora bien, este cambio de
paradigma revela un problema arduo, a partir del cual debemos
esperar la resistencia de aquellos que consideran el viejo sistema
como una evidencia.