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Informe del prior provincial • 2008 41
VI. Apostolado Misional
Pauiní, Amazonas, Brasil
¿Cómo, pues, invocarán a aquél en el cual
no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel
de quien no han oído? ¿Y cómo oirán
sin haber quien les predique?
¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?
Como está escrito: ¡Cuán hermosos
son los pies de los que anuncian la paz,
de los que anuncian buenas nuevas!
(Rm 10,14-15)
Porque no osaría hablar sino
de lo que Cristo ha hecho por medio de mí
para la obediencia de los gentiles,
con la palabra y con las obras, con potencia
de señales y prodigios, en el poder
del Espíritu de Dios; de manera que desde
Jerusalén, y por los alrededores
hasta Ilírico, todo lo he llenado
del evangelio de Cristo (Rm 15,18-19).
Hemos repetido muchas veces el puesto
que ha de ocupar el Apostolado Misional
en la Provincia. La situación es hoy tan
preocupante como en trienios anteriores, incluso
la perspectiva es de que puede agravarse.
Quizás tengamos que plantearnos con más
decisión enviar a misiones a quienes por su edad
se han considerado eximidos de ello. Lo que
reconocemos para el conjunto de la Provincia es
válido para cada religioso: la respuesta a la exigencia
misionera es un cauce de renovación.
Para algunos, esto supondría liberarse de comodidades
y de falta de entusiasmo vocacional.
Entendemos aquí como misiones lugares
especialmente exigentes, en los que hacer un
primer anuncio del evangelio, o cuyas condiciones
son tan duras económica y culturalmente
que la asimilación del mensaje es muy costosa.
Oímos con frecuencia que las viejas cristiandades
son lugares de misión. Pero si los religiosos
no responden en esos lugares
con desafíos de entrega más radical,
de poco sirve calificarlos
como terrenos de misión; si nuestra
respuesta es de lamento y no
de lucha activa desde la fe y la
caridad, no tenemos derecho a
reconocernos como misioneros.
VI. Apostolado Misional
Hemos de plantear
que acudan a misiones
quienes por su edad
se han considerado
eximidos
Nuestra presencia en Asia
En China contamos con ministerios exigentes
en una sociedad que ignora casi totalmente la
religión en un entorno que presenta dificultades
para evangelizar abiertamente. Por su lado, Taiwán
es una sociedad que durante mucho tiempo
ha vivido con una mentalidad materialista; la
búsqueda de lo religioso pretende una satisfacción
rápida, una solución inmediata de problemas,
un recurso para llenar vacíos personales.
Hemos visitado cada año la República Popular
China. La situación no ha variado sustancialmente,
aunque hemos logrado que vengan algunos
de los sacerdotes para prepararse mejor en
vida religiosa y en espiritualidad. Nuestros
esfuerzos para remediar las carencias de formación
no producen sus frutos de modo inmediato,
por lo que es fundamental la perseverancia.
Al final del trienio dirigí una carta a los religiosos
de China reconociendo sus necesidades y
planteando lo que es más urgente promover y
cuidar. Hemos comenzado a diseñar un plan que
ayude al proceso de formación de los religiosos
en China. Esperamos que quienes han venido a
España se preparen para ser los
formadores del día de mañana.
No es previsible a corto o
medio plazo que religiosos de
otros lugares se sumen al proyecto
de la Provincia en China,
aunque sería conveniente y
reportaría frutos para una aper-