ariel-14
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disciplinamiento ejercido sobre los sujetos<br />
“emancipables” sobre cómo, cuándo y de qué<br />
manera hacer correcto uso de la razón y su<br />
capacidad crítica.<br />
En los estados modernos, la instrucción<br />
formal organizada centralmente por una clase<br />
dirigente persigue a través de este<br />
disciplinamiento diferentes propósitos, uno de<br />
los cuales apunta a conseguir un determinado<br />
tipo de socialización para los nuevos miembros<br />
que se incorporan –naturales, inmigrantes- a<br />
través de la transmisión de valores culturales en<br />
forma de tradiciones, usos, costumbres,<br />
principios éticos y saberes producidos,<br />
decantados y acumulados en el seno del<br />
colectivo. Proceso que complementará, se<br />
superpondrá o incluso buscará anular los<br />
procesos de socialización que el individuo ha<br />
venido recibiendo en su medio cultural<br />
específico desde el momento mismo de su<br />
concepción<br />
La educación así entendida es deudora<br />
de la Ilustración y es uno de los operadores del<br />
paso a la Modernidad, puesto que la<br />
construcción de un tipo peculiar de ciudadanía<br />
se da en un nuevo contexto que tiende a<br />
sustituir las formas patriarcales y más o menos<br />
proteccionistas respecto a la servidumbre, por<br />
el “hombre libre”, presuntamente igual a<br />
cualquier otro, que habrá de concurrir al<br />
mercado a vender su fuerza de trabajo al mejor<br />
postor y al precio que el mercado ofrezca para<br />
esa habilidad o “saber hacer” en particular.<br />
Cualquier formación social humana lo<br />
suficientemente compleja como para requerir<br />
de la división del trabajo necesita miembros<br />
con habilidades específicas para su<br />
mantenimiento que, a la vez, sepan generar<br />
relevos a efectos de asegurar su reproducción<br />
(por ej. la transmisión del oficio –saber hacerdel<br />
maestro al aprendiz en los viejos gremios de<br />
cuño medieval) o, posteriormente, la<br />
generación de instituciones especializadas que<br />
apunten a una escolarización masiva. He aquí,<br />
entonces, otra de las funciones claves –y<br />
simultánea a la de construcción de ciudadaníaque<br />
desarrolla la instrucción en una comunidad<br />
compleja: introducir al aprendiz en el manejo<br />
idóneo de aquellas habilidades convenientes a<br />
la buena marcha de (lo que algunos entienden<br />
debe ser) el complejo social, lo que incluye,<br />
claro está, la propia sistematización de su<br />
reproducción; lo cual, a su vez, augura para el<br />
“capacitado” una futura inserción laboral. Clausura<br />
del círculo. Todo lo que se considere sobrante,<br />
superfluo y ni que hablar dañino o subversivo, será<br />
desestimulado o severamente sancionado.<br />
Ahora bien, de lo expuesto<br />
anteriormente parece inferirse que, desde esta<br />
perspectiva (en extremo simplificada a los<br />
efectos de su exposición) la educación tiene por<br />
objeto principal la simple reproducción al<br />
futuro de las condiciones presentes o la<br />
generación de las condiciones de posibilidad de<br />
un proyecto. “Atontar” o, mejor, recortar de<br />
algún modo la capacidad reflexiva de los<br />
nuevos miembros que se instituye como<br />
discípulos a efectos de generar seres<br />
funcionales a determinadas estrategias y<br />
proyectos políticos. La educación así entendida<br />
operará, entonces, como simple correa de<br />
trasmisión de ideas, principios o doctrinas<br />
preconcebidas que propenderán o bien a<br />
reproducir el orden existente, o bien trabajarán<br />
para asegurar una homogenización en vista de<br />
un futuro proyectado.<br />
Precisamente el<br />
personaje que habré de<br />
analizar en lo sucesivo,<br />
Joseph Jacotot, un<br />
pedagogo<br />
verdaderamente peculiar<br />
que vivió a caballo entre<br />
los siglos XVIII y XIX,<br />
recreado para nosotros<br />
por Ranciere (Ranciere<br />
2003), reacciona<br />
fuertemente contra este<br />
modo de concebir la<br />
labor educativa porque entiende que los<br />
individuos así instruidos y modelados por una<br />
relación donde prevalece la imposición de una<br />
determinada doctrina o concepción del mundo,<br />
lejos de conseguir un sujeto autónomo que<br />
piense y se desenvuelva por sí mismo, lo<br />
transforma en un tonto vitalicio.<br />
Aparece entonces el par de conceptos<br />
antagónico: atontamiento, vía obliteración del<br />
intelecto; y emancipación, vía hágase de él un<br />
libre uso. Planteado el problema de esta manera<br />
parece no caber muchas dudas a la hora de<br />
tomar una elección, y la posibilidad de tomar de<br />
una buena vez la decisión correcta emerge<br />
como un horizonte por demás seductor. Sin<br />
embargo lo malo y lo bueno no suelen<br />
presentarse tan claramente delimitados. En<br />
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