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cuando te encuentro, no ansío que me cuentes el<br />

número de baldosas que pisaste, cuantas veces<br />

estornudaste, de que forma era la primera nube<br />

que viste al salir de tu casa (como verás todas<br />

cosas bien reales, bien percibidas, bien capaces<br />

de generar estímulos Pavlov). No, mi interés<br />

sos vos, cómo el mundo te traspasa y qué<br />

cambia, como ese cambio viene hacia mí, en<br />

suma lo que me das y lo que te puedo devolver.<br />

Y en esa dirección no me interesará y será<br />

tedioso que me hagas un inventario de la<br />

realidad, como si fueras un archivista.<br />

Y siguiendo con esta idea ¿Qué sos vos?<br />

¿Acaso un catálogo de datos, tomados por<br />

percepción, o sos el valor que tales datos tienen<br />

para vos, el interés, el aburrimiento, el tedio, la<br />

pasión, la intriga que tales datos te despiertan?<br />

¿Y acaso, tales sensaciones no surgen de tus<br />

planes, historias, relatos, narraciones, en suma<br />

del lugar que tienen los datos en los mundos<br />

que habitas? ¿Acaso esa camisa o ese disco no<br />

resuenan en escenarios, mundos, situaciones<br />

que se anticipan justo en la medida que internas<br />

la camisa o el disco en su vida, y ello mueve el<br />

deseo y la voluntad de adquirirlos?<br />

Seguramente optarás por la visión que te<br />

hace un sujeto deseante, viviente, capaz de<br />

articular en tu lenguaje todo el mundo que tenés<br />

como deseo, pasión, anhelo, aún aquellos que<br />

no podrás confesar a nadie. En cada caso la<br />

parte pavloviana será la menos importante, sólo<br />

te proveerá de argamasa para ese complejo<br />

deseante. (Acaso las manipulaciones de<br />

concursos, el ocultamiento de información que<br />

pueda dar ventajas en la carera académica, la<br />

afirmación de un monopolio del saber, el lobby<br />

en las comisiones de evaluación, que son cosas<br />

que en muchas partes hacen los filósofos que se<br />

ocupan del conocimiento, se puedan explicar<br />

pavlovianamente, o por el contrario, habrá que<br />

apelar al deseo, la ambición, la pasión, que te<br />

transforman; si incluso los deseos más secretos,<br />

esos que no podés poner en palabras porque<br />

oírlos se hace intolerable, son parte de sus<br />

relatos, de tus fantasías, y no son una repetición<br />

pavloviana del mundo.)<br />

Puedo entender que tu prejuicio por la<br />

realidad sea de tal magnitud, sé que me mencionarás<br />

la ciencia moderna, con su extraordinario<br />

éxito predicativo y de aplicación (¿en serio<br />

piensas que un motor endotérmico de ciclo Diesel<br />

es una repetición pavloviana del mundo; tú,<br />

epistemólogo habrás inventado algo alguna vez?).<br />

Pero después del vendaval de la<br />

epistemología crítica y constructivista no me<br />

hablarás de la ciencia, justamente de la ciencia<br />

en donde la realidad es apenas una justificación<br />

para la modelización, y en la qué casi nunca se<br />

cree en la realidad percibida.<br />

No, el ejemplo no es feliz, más bien abona<br />

mi idea de que es perfectamente posible percibir<br />

con entera claridad, con la marca de realidad<br />

que pedían los estoicos, y sin embargo negarse<br />

a creerla.<br />

Incluso en el caso del tren, no es tu<br />

creencia en que el golpe del convoy y tu cuerpo<br />

producirá una transferencia de energía cinética<br />

que destruirá tus tejidos óseos y ello acarreará<br />

una destrucción masiva de tejidos blandos. No<br />

es sino la incorporación del dato pavloviano –<br />

viene tren, entonces rajo- en un proyecto:<br />

quiero estar vivo. Y así podrás asumir que<br />

algunos se quedaron ante el tren y fueron en su<br />

búsqueda: porque su proyecto vital y su<br />

capacidad de narrarse, estaban estériles, se<br />

habían agotado, y era imperioso acabar con ese<br />

vacío.<br />

Así que no me quieras probar la cordura<br />

con el ejemplo del tren: si nunca creemos en el<br />

tren sino que elegimos protagonizar la historia<br />

que creamos. Y solo allí el tren motivará un<br />

reflejo pavloviano o no, motivará lo que yo<br />

quiera. Pero esto supone que mi creencia o no,<br />

no depende de la realidad, sino de los relatos<br />

que yo protagonizo, y que elaboro, que te arrojo<br />

y que tú me devuelves; como amor, como<br />

solidaridad, como deseo, como comunión,<br />

como amistad, como reposo.<br />

Entonces puedo percibir sin creer, y en ese<br />

caso lo percibido no guiará nada, ni mi acción<br />

ni mi deseo, ni nada. Será solo un elemento<br />

decorativo en los relatos y narraciones que genero.<br />

Entonces, crees que es tuya la cordura<br />

cognitiva. Yo no, yo creo que, en tu lenguaje,<br />

hay un error. Si yo soy el loco, entonces la<br />

locura cognitiva es virtuosa.<br />

¿Que no lo aceptas? Bien, tu deseo esta<br />

motorizado, sí, tu propio rechazo será una<br />

muestra de esa fuerza que nos puede llevar a no<br />

creer lo que percibimos literalmente.<br />

Así, recuerda, tu ira ante las cosas, como<br />

esta lectura, es una marca de esa fuerza que los<br />

lleva a descreer de la realidad literal, que nos<br />

lleva a la locura cognitiva.<br />

Congratulaciones.-<br />

22/04/20<strong>14</strong>. 7/05/20<strong>14</strong>.-<br />

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