Marquez Del Amor.pdf - Serwis Informacyjny WSJO
Marquez Del Amor.pdf - Serwis Informacyjny WSJO
Marquez Del Amor.pdf - Serwis Informacyjny WSJO
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
«¡Santísimo Sacramento!», gritó la abadesa.<br />
Saltó de la cama. Atravesó el convento a las volandas, y llegó hasta el patio de<br />
servicio guiándose por la voz. Sierva María cantaba sentada en un banquillo, con la<br />
cabellera extendida por los suelos, en medio de la servidumbre hechizada. Tan<br />
pronto como vio a la abadesa dejó de cantar. La abadesa levantó el crucifijo que<br />
llevaba colgado del cuello.<br />
«Ave María Purísima», dijo.<br />
«Sin pecado concebida», dijeron todos.<br />
La abadesa blandió el crucifijo como un arma de guerra contra Sierva María. « Vade<br />
retro», gritó. Los criados retrocedieron y dejaron a la niña sola en su espacio, con la<br />
vista fija y en guardia.<br />
«Engendro de Satanás», gritó la abadesa. «Te has hecho invisible para confundirnos»<br />
.<br />
No lograron que dijera una palabra. Una novicia quiso llevarla de la mano, pero la<br />
abadesa se lo impidió aterrada. «No la toques», gritó. y luego a todos:<br />
«Nadie la toque».<br />
Terminaron por llevarla a la fuerza, pataleando y tirando al aire dentelladas de perro,<br />
hasta la última celda del pabellón de la cárcel. En el camino se dieron cuenta de que<br />
estaba embarrada de sus excrementos, y la lavaron a baldazos en el establo.<br />
«Tantos conventos en esta ciudad y el señor obispo nos manda los zurullos», protestó<br />
la abadesa.<br />
La celda era amplia, de paredes ásperas y el techo muy alto, con nervaduras de<br />
comején en el artesonado. Junto a la puerta única había una ventana de cuerpo entero<br />
con barrotes de madera torneada y los batientes atrancados con un travesaño de<br />
hierro. En la pared del fondo, que daba al mar, había otra ventana alta condenada<br />
con crucetas de madera. La cama era una base de argamasa con un colchón de lienzo<br />
relleno de paja y percudido por el uso. Había un poyo para sentarse y una mesa de<br />
obra que servía al mismo tiempo de altar y lavatorio, bajo un crucifijo solitario<br />
clavado en la pared. Allí dejaron a Sierva María, ensopada hasta la trenza y tiritando<br />
de miedo, al cuidado de una guardiana instruida para ganar la guerra milenaria<br />
contra el demonio.<br />
Se sentó en el catre, mirando los barrotes de hierro de la puerta blindada, y así la<br />
encontró la criada que le llevó el platón de la merienda a las cinco de la tarde. No se<br />
inmutó. La criada trató de quitarle los collares y ella la agarró por la muñeca y la<br />
obligó a soltarlos. En las actas del convento que empezaron a levantarse esa noche la<br />
criada declaró que una fuerza del otro mundo la había derribado.<br />
La niña permaneció inmóvil mientras la puerta se cerró y se oyeron los ruidos de la<br />
cadena y las dos vueltas de la llave en el candado. Vio lo que había de comer: unas<br />
piltrafas de cecina, una torta de cazabe y una jicara de chocolate. Probó el cazabe, lo<br />
masticó y lo escupió. Se acostó boca arriba. Oyó el resuello del mar, el viento de agua,<br />
los primeros truenos de abril cada vez más cerca. Al amanecer del día siguiente,<br />
cuando volvió la criada con el desayuno, la encontró durmiendo sobre los matorrales<br />
de paja del colchón, que había destripado con los dientes y las uñas.<br />
Al almuerzo se dejó llevar de buenos modos al refectorio de las internas sin votos de<br />
clausura. Era un salón amplio, con una bóveda alta y ventanas grandes, por donde<br />
entraba a gritos la claridad del mar y se oía muy cerca el estruendo de los cantiles.<br />
42 Gabriel García Márquez<br />
<strong>Del</strong> amor y otros demonios