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Nicaragua<br />
Los dilemas del sandinismo<br />
Envío<br />
i<br />
De "histeria colectiva" calificó un psicólogo el estado de las familias nicaragüenses.<br />
Durante varias semanas, todos los medios de comunicación y seguramente la gran<br />
mayoría de las conversaciones en el país se referían al hallazgo del cuerpo decapitado<br />
y violado de una niña preadolescente en un cauce de un área transitada de Managua.<br />
En familias y escuelas cundió el pánico frente a los ataques sexuales contra menores.<br />
Aunque éste no fue un caso excepcional de violación y asesinato de menores, sí ha<br />
sido el más repulsivo y publicitado. (...).<br />
Tanto la víctima como el victimario aparecían también como un reflejo aberrado y<br />
perverso de un medio social en descomposición, donde la violencia ya ha sido incorporada<br />
a la cultura política y social de la nación, donde a cualquier legalidad se impone<br />
la supervivencia física y donde la disolución de valores y la crisis de las esperanzas<br />
depositadas en los partidos opositores o en el Gobierno y en la política, es generalizada.<br />
En dos años de nuevo Gobierno el nivel de vida de una gran cantidad de nicaragüenses<br />
ha descendido a grados pocas veces conocidos. Para un dirigente sandinista<br />
se trata de "la peor crisis vivida por Nicaragua en sú historia".<br />
Estos niveles de desesperación han promovido concertaciones inusitadas en las que<br />
se borran por la base las fronteras políticas y se crean otras nuevas, las que separan al<br />
pueblo de las superestructuras políticas. A inicios del mes de marzo, grupos de<br />
recontras y recompas ocuparon Ocotal, en el norte nicaragüense, unidos en una protesta<br />
pacífica por la creciente situación de hambre y desempleo que viven en el campo<br />
y que se agraven algunas zonas por la sequía del pasado invierno o el abandono<br />
del cultivo del algodón.<br />
A mediados del mes, los conflictos volvieron a centrarse en Managua con la huelga<br />
de los trabajadores de los ingenios azucareros, que se trasladaron a la capital para<br />
acamparse frente a las oficinas de la Presidencia exigiendo soluciones y contando<br />
con el apoyo de otros sectores sindicales que también amenazaron con una huelga<br />
más amplia.<br />
Más unidad y más distancias<br />
A diferencia de crisis anteriores, esta encrucijada estaba marcada por dos fenómenos<br />
aparentemente contradictorios, aunque quizás coincidentes en el fondo. En todo caso,<br />
indicativos de los nuevos momentos. Por un lado, diversos sectores populares en<br />
crisis -incluyendo algunos no ligados históricamente al sandinismo- unificaban sus<br />
demandas y compaginaban sus acciones para confrontar al Gobierno. En marzo nació<br />
la Coordinadora Nacional Campesina integrada por los productores de la UNAG y<br />
los desmovilizados del Ejército y de la ex-Resistencia. Se organizó también un nuevo<br />
movimiento popular llamado Coordinadora Nacional Popular (CNP), que agrupa a<br />
VIENTO SUR Número 3/Junio¡992 23