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industrialismo, ha transformado la relación entre cultura y política. La calma después<br />
de la tormenta.<br />
Una nueva ideocracia secular<br />
Hasta aquí un modelo relativamente abstracto de la evolución de las interrelaciones<br />
étnico-políticas desde 1815 hasta el presente. Llegados a este punto, hay que introducir<br />
un hecho muy importante, que hasta ahora ha sido en gran medida ignorado en la<br />
argumentación, sobre todo porque de ninguna .manera se desprende de las premisas<br />
sobre las que se ha construido el modelo. En 1815, tres imperios se dividieron Europa<br />
del Este. Dos de ellos (o mejor, el territorio que ocupaban y la población que gobernaban)<br />
siguieron la trayectoria expuesta en mi argumentación. Pero el tercero no lo<br />
hizo así.<br />
La Rusia zarista colapso de forma natural y se desintegró. Su cimentación ideológica<br />
probó no ser más fuerte que la de sus rivales, los Imperios otomano y Habsburgo,<br />
en el mundo moderno. En las iglesias ortodoxas rusas, la cruz se levanta sobre una<br />
media luna, un símbolo que se explica algunas veces como la señal del triunfo de la<br />
cristiandad ortodoxa sobre el Islam. Pero cuando bajo el bolchevismo muchas iglesias<br />
fueron derruidas, la cruz cayó con la media luna.<br />
La Rusia zarista fue reemplazada por una nueva ideocracia secular, con una fe<br />
vibrante impuesta brutalmente, y aunque "todas las Rusias" habían transcurrido por<br />
las etapas una y dos, la tercera fue abortada: el Cáucaso fue reconquistado por el<br />
Ejército Rojo a comienzos de los años veinte; Asia Central fue pacificada y las guerrillas<br />
basmachis destruidas en los treinta; el Báltico fue retomado en 1940 y 1944-<br />
45; y la mayor parte de Europa del Este, más allá de la frontera bajo control de los<br />
zares, fue sometida a un gobierno indirecto.<br />
La nueva ideocracia secular era lo suficientemente fuerte para suprimir el<br />
irredentismo nacionalista, en tanto fuera capaz de mantener la fe en sí misma y la<br />
determinación de usar cuantos medios fueran necesarios para mantener su control.<br />
Después de 1985, la perestroika nació de la perdida de fe en los métodos económicos<br />
del comunismo; la renuncia al uso de la fuerza bruta fue, en parte, un ingrediente de<br />
la receta para el tan esperado renacimiento económico, y en parte un precio por ganar<br />
la buena voluntad occidental, que acabó siendo fundamental para el nuevo experimento.<br />
Y así llegó a su fin la represión más dura; todavía se utiliza ocasionalmente,<br />
pero sólo con grandes dudas, ante provocaciones y con límites políticos.<br />
¿Qué ha ocurrido con la situación étnica en las nuevas reglas de juego.<br />
Se puede formular la pregunta, pero aún no contestarla. La evidencia hasta el momento<br />
muestra bandazos hacia cada una de las etapas perdidas en Europa del Este<br />
bajo el comunismo: la etapa del irredentismo nacionalista, la de la violencia asesina y<br />
la de una tendencia hacia la solución final más pacífica, la casa común federal-cantonal,<br />
que evite los asesinatos y la brutalidad de la penúltima etapa.<br />
La Historia no se repite dos veces. Marx dijo que sólo lo hace en la medida que, lo<br />
que fue uña tragedia la primera vez, aparece como una farsa la segunda. No hay que<br />
confiar demasiado en este aforismo. No hay ninguna garantía que lo que fue una<br />
tragedia la primera vez no se repita como una tragedia aún mayor la segunda.<br />
58 VIENTO SUR Número 3/Juniol992