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Sociedad e identidad. Claroscuros<br />

de la identidad nacional vasca<br />

Javier Villanueva<br />

Para muchas gentes, la identidad nacional vasca se reduce a un problema de verdadera<br />

conciencia frente a la falsa conciencia; al autorreconocimiento de lo que realmente -<br />

se es. No va más allá por tanto de ponerle nombres y apellidos a lo que ya existe pero<br />

ha estado velado. Como hizo en su momento Sabino Arana.<br />

Otra forma distinta de entender la identidad nacional, más compleja desde luego, es<br />

la que intenta dar cuenta de su sentido: cuándo y por qué surge, quién la construye,<br />

cómo se reproduce... e incluso por qué suele presentarse con el sello de lo que parece<br />

corresponder al orden natural e indiscutible de las cosas. Varias proposiciones pueden<br />

resumir esta visión crítica de la identidad.<br />

Primera. No se trata de desvelar la realidad objetiva, en qué consiste el ser vasco,<br />

para adecuar a ella la conciencia subjetiva. Más que un asunto de conciencia, el ámbito<br />

propio de la identidad es el de la identificación emocional que se traduce en un<br />

sentimiento de adscripción: me siento vasco.<br />

Segunda. Se parte de que lo vasco está definido socialmente, y produce sentimientos<br />

de pertenencia o bien de exclusión. En su origen se encuentra una interpretación<br />

social de la realidad; y, a la vez, un hecho colectivo, que al imponer esa interpretación<br />

crea la realidad social del grupo vasco. De ahí que el éxito de la definición de una<br />

identidad no descanse en que sea verdadera o más ética sino en su eficacia social; se<br />

le puede aplicar lo del teorema de Thomas: «Si los individuos definen las situaciones<br />

como reales, son reales en sus consecuencias». Cuanto mayor es su poder de difusión<br />

más gentes la comparten, y cuanto más evidente parece mayor es su eficacia.<br />

Tercera. La identidad nacional funciona como un código social que ordena lo que<br />

hay que pensar de la realidad, (cómo es, cuál ha sido su historia y cuál debe ser su<br />

futuro), lo que hay que sentir (el mundo de las emociones, las referencias simbólicas<br />

a las que debo identificarme o rechazar), y también lo relativo a las actitudes y comportamientos.<br />

La clave de la identidad reside en garantizar sus fronteras: la frontera<br />

de diferencia/exclusión de los otros y, al mismo tiempo, la de semejanza/identificación<br />

del nosotros.<br />

Cuarta. El conflicto entre grupos es inseparable de las identidades colectivas, bien<br />

porque se construyen frente a otras identidades y para diferenciarse de ellas, bien<br />

porque cuando hay un conflicto de identidad es porque detrás de él hay una lucha por<br />

el poder entre grupos sociales, entendiendo esa pugna en un sentido más amplio que<br />

el estrictamente político. La esfera de lo institucional-estatal es importante sin duda;<br />

pero otros tipos de poder tal vez resultan más decisivos: el peso demográfico o el<br />

económico de cada grupo, su posición en la estructura social, su penetración en ám-<br />

I<br />

68 VIENTO SUR Número 3/Juniol992

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