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k<br />
alrededor de necesidades "post-materialistas" o "post-adquisitivistas"/4, abiertamente<br />
enfrentadas tanto a la cultura neo-liberal y conservadora como a la del "bien-estar".<br />
Se pasaba así a una contracultura, basada más en valores alternativos que en la posición<br />
social de los individuos, si bien ésta última influía sin duda /5.<br />
Estos movimientos, esencialmente el feminista, el ecologista y el pacifista y, ahora<br />
también, el antirracista, se han caracterizado por situarse dentro del espacio sociológico<br />
de la izquierda; pero no así en el político convencional, ya que han cuestionado<br />
en su mayoría la práctica de los partidos tradicionales, tanto socialistas como comunistas.<br />
Decimos que se encuentran, no obstante, en la izquierda porque hacen una<br />
crítica del capitalismo y de la desigualdad estructural que éste produce. Pero también<br />
se les puede calificar, más en general, como críticos radicales de la modernidad porque<br />
no sólo atacan sus efectos perversos, sino que pueden atentar contra los mismos<br />
pilares que les sustentan. Además, han tendido a generar en su seno corrientes de<br />
pensamiento y acción de carácter anti-autoritario, desarrollando una concepción no<br />
estatalista de sus luchas y modelos organizativos que, a pesar de sus errores y deficiencias,<br />
permiten hacer compatible la eficacia con la democracia interna, la solidaridad<br />
cooperante con la autonomía personal, la dimensión instrumental de sus acciones<br />
con la expresiva.<br />
Así, paralelamente a la crisis de los Estados del bienestar se ha ido desarrollando un<br />
proceso que ha contribuido al renacimiento de dos tradiciones político-culturales opuestas:<br />
la neoconservadora, por un lado, y la libertaria, por otro. Resultaría así que las<br />
diferentes versiones del liberalismo democrático y social no han logrado imponerse,<br />
más allá del ámbito intelectual, frente a la primera, la cual no oculta además una<br />
visión profundamente pesimista de la naturaleza humana. Mientras tanto, ante la crisis<br />
de la izquierda convencional, el libertarismo (dejando aparte el equívoco uso de<br />
este término en lugares como Estados Unidos) entroncaría con el viejo izquierdismo<br />
anarco-sindicalista y con el que surge en el 68 en los medios culturales e intelectuales,<br />
para consolidarse hoy entre una minoría de "resistentes".<br />
Pese a la simplificación que pueda haber en esta exposición, me parece útil para<br />
comprender las dificultades con que tropiezan los partidos socialdemócratas para<br />
hallar una identidad "centrista" entre ambas alternativas. Pero lo más relevante de esa<br />
rehabilitación es el nuevo planteamiento del debate que se puede hacer: así, de manera<br />
difusa, frente a la ofensiva neoconservadora autoritaria -y más allá de una idea de<br />
"libertad", que aún en las versiones liberales más deseosas de justicia social, no<br />
cuestionaría las estructuras de explotación, desigualdad y opresión-, se podría ir abriendo<br />
camino la de "liberación", dirigida a hacer posible un desarrollo multidimensional<br />
la función de minoría ética y crítica. Ver "La irresponsabilidad organizada", Debats, (Valencia), 35-36, (mar-jun.<br />
1991).<br />
4/ Debo a Luis Enrique Alonso esta última definición, posiblemente más clara que la primera ("Crisis y transformación<br />
de los nuevos comportamientos sociales en un entorno postfordista", Jornadas sobre Comportamiento Político<br />
y Electoral, UNED, feb. 1992).<br />
5/ Me parece útil la analogía que emplea Ralph Miliband, aunque sea discutible la segunda parte: «El "ser social" es,<br />
en efecto, un conjunto de elementos múltiple y complejo, una especie de ADN social.Pero la clase es el elemento<br />
queinfluye más profundamente en los otros, y que envuelve a todos los demás.» Miliband, R: "Análisis de clases", en<br />
A. Giddens, J. Tumer y otros, La teoría social hoy, Madrid, Alianza Editorial, 1990.<br />
88 VIENTO SUR Número 3/Juniol992