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Untitled - Folklore Tradiciones

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Lengua y Poder. El argentino metropolitano.<br />

pretérito indefinido – que nos distinguía bastante del resto de los hispanohablantes<br />

– en favor del pretérito perfecto. Así no fuimos sino hemos sido, no comimos<br />

sino hemos comido, no hablamos sino hemos hablado. En un reciente<br />

artículo sobre los adolescentes y la lengua, ante un debate sobre el porqué de la<br />

pérdida del vocabulario, la periodista anota el comentario de un chico bastante<br />

perceptivo y lúcido: “Tiene que ver con la televisión – explicó Maxi –. Hay gente<br />

que habla como en las novelas mexicanas: «He ido al cine», ejemplificó.” 48<br />

Respecto a los verbos, es de notar que algunos de los que su uso más frecuente<br />

es pretérito o en participio, se suelen utilizar mal en presente. Tal es el caso<br />

común de asolar ( del latín ad = ‘a’ y solum = ‘suelo’) y de denostar (del latín<br />

deshonestâre = ‘deshonrar’). Por lo tanto, la forma que se debe usar es él<br />

asuela y él denuesta porque en su conjugación siguen el paradigma verbal de<br />

contar.<br />

Una novedad es meter muletillas al estilo de nada, como y como que a<br />

troche y moche, en el mejor español peninsular porque ahora España nos deslumbra<br />

en su papel de puerta de Europa y nación del primer mundo en la que nos<br />

podemos hacer entender y nosotros tal vez nos estemos convirtiendo en los gallegos<br />

de los cuentos.<br />

Entre las formas aumentadas se encuentra la adición de re al principio de<br />

una palabra que, si bien ya se distinguía en nuestra lengua como superlativo,<br />

ahora goza de un boom y se antepone como intensificador no sólo a los adjetivos<br />

como antes acostumbraba, sino también a los otros tipos de palabra, adverbios,<br />

verbos: te requiero, le regusta, me recopa, rebien.<br />

Esta hiperinflación parecería verse equilibrada por un ajuste o economía<br />

del lenguaje en otra situación lingüística que se observa a nivel general en los<br />

siguientes casos de austeridad: el primero y tal vez el más notorio es la supresión<br />

del pronombre reflexivo cuando acompaña a algunos verbos pronominales cuya<br />

acción recae en el mismo sujeto. Aquí hablamos de la supresión lisa y llana de los<br />

me, te, se, nos especialmente cuando se trata de determinados verbos.<br />

La gran intriga al respecto es si originalmente se debe a la simple reproducción<br />

directa del inglés, al ahorro de espacios y tipos en titulares de periódicos<br />

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