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Sexualidades adolescentes : amor, placer y control en la - codajic

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Capítulo 7. Homosexualidad: discreción o viol<strong>en</strong>cia<br />

donde <strong>la</strong>s personas jóv<strong>en</strong>es están estrecham<strong>en</strong>te interconectadas, <strong>la</strong> información que<br />

puede ser atractiva (por ejemplo, de <strong>la</strong> presunta homosexualidad de algui<strong>en</strong>) circu<strong>la</strong><br />

con gran rapidez mediante chismes. Por último, <strong>la</strong> combinación de estos rasgos lleva<br />

a una falta de anonimato y confid<strong>en</strong>cialidad respecto de los comportami<strong>en</strong>tos e<br />

id<strong>en</strong>tidades sexuales.<br />

¿Qué activa esta estigmatización y discriminación La expresión de género ti<strong>en</strong>e<br />

tanta o más importancia que <strong>la</strong> ori<strong>en</strong>tación del deseo y <strong>la</strong> actividad sexual. El afeminami<strong>en</strong>to<br />

estético, gestual y actitudinal de un varón es fuertem<strong>en</strong>te desvalorizado,<br />

sea o no homosexual, lo que deja abierta <strong>la</strong> pregunta acerca de qué se rechaza <strong>en</strong> este<br />

proceso: ¿<strong>la</strong> homosexualidad (<strong>en</strong> tanto deseo y actividad sexual), sólo aquel<strong>la</strong> acompañada<br />

por un afeminami<strong>en</strong>to o el mero afeminami<strong>en</strong>to de un varón En cualquier<br />

caso, su telón de fondo es <strong>la</strong> estrecha re<strong>la</strong>ción <strong>en</strong>tre masculinidad y heterosexualidad,<br />

de ahí que para un adolesc<strong>en</strong>te insultar públicam<strong>en</strong>te a afeminados y/u homosexuales<br />

ayude tanto a probar su virilidad como a despejar <strong>la</strong> sospecha de ser homosexual.<br />

Pero no se trata sólo de pa<strong>la</strong>bras hiri<strong>en</strong>tes. Las agresiones físicas nos muestran que<br />

este proceso no puede concebirse exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> términos discursivos. Las bur<strong>la</strong>s,<br />

los insultos y los golpes apuntan <strong>en</strong> <strong>la</strong> misma dirección: presupon<strong>en</strong> y reproduc<strong>en</strong> jerarquías<br />

y modalidades de interacción <strong>en</strong>tre varones homosexuales y heterosexuales.<br />

Esto se refleja <strong>en</strong> tres f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que son consecu<strong>en</strong>cias de esta estigmatización y<br />

discriminación.<br />

El primero es <strong>la</strong> naturalización del pacto de discreción a cambio de no agresión<br />

directa, tanto de los pot<strong>en</strong>ciales agresores (varones heterosexuales) como del <strong>en</strong>torno<br />

afectivo de los gays (amistades y familia). Naturalizar este pacto supone no<br />

cuestionar <strong>la</strong> definición negativa de homosexualidad de <strong>la</strong> que parte (si no fuese algo<br />

negativo, no exigiría un esfuerzo de tolerancia). Esta naturalización, a su vez, implica<br />

aceptar el funcionami<strong>en</strong>to del pacto, lo que explica el pedido de discreción de los<br />

padres de Santiago (para que no sea l<strong>la</strong>mativam<strong>en</strong>te afeminado) y el hecho de que<br />

cuando una pareja gay se besa <strong>en</strong> un boliche sus amigos <strong>la</strong> ocult<strong>en</strong>. En ambos casos<br />

se trata de una discriminación anticipada por terceros –pues se procura evitarles un<br />

mal mom<strong>en</strong>to a los gays–, cuyos efectos de invisibilización son otra consecu<strong>en</strong>cia de<br />

este proceso.<br />

Las mismas prácticas que naturalizan <strong>la</strong> exig<strong>en</strong>cia de discreción produc<strong>en</strong> <strong>la</strong> invisibilización<br />

de los rasgos y comportami<strong>en</strong>tos de los homosexuales que resultan más<br />

perturbadores para los heterosexuales. Cuando alguno no se adecua a esta exig<strong>en</strong>cia,<br />

se rompe <strong>la</strong> tolerancia y empiezan los insultos y agresiones. Amén de los bi<strong>en</strong>int<strong>en</strong>cionados<br />

consejos de padres y amigos, recibir el grito de “puto de mierda” o un inesperado<br />

tirón del pelo les recuerda cuán importante es no vestirse, hab<strong>la</strong>r, gesticu<strong>la</strong>r o<br />

caminar de una manera afeminada, ni expresar su deseo por otro varón, <strong>en</strong> espacios<br />

públicos y/o fr<strong>en</strong>te a desconocidos.<br />

No obstante, <strong>control</strong>ar dichos comportami<strong>en</strong>tos o actitudes puede no ser sufici<strong>en</strong>te<br />

para estar a salvo de <strong>la</strong> discriminación. Por eso, <strong>la</strong> tercera consecu<strong>en</strong>cia de este<br />

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