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Sánchez de Moncada:<br />
“los que andan en España no son Gitanos,<br />
sino enjambres de zánganos y hombres ateos<br />
y sin ley ni religión alguna”<br />
“son gente ociosa, vagabunda, y inútil a los<br />
Reinos”<br />
“sólo viven de chupar y talar los reinos,<br />
sustentándose del sudor de los míseros<br />
labradores”.<br />
[las mujeres gitanas son] “públicas rameras”<br />
Salazar de Mendoza:<br />
“Los Gitanos no salen al campo, sino es para<br />
robar y matar. Los oficios que deprendieron, y<br />
exercitan, son hurtos y engaños”<br />
“Los Gitanos se han llevado muchos<br />
holgaçanes, y vagamundos, para vivir a sus<br />
anchuras”<br />
“muchos de los que andan con los Gitanos,<br />
assi hombres, como mugeres, son Españoles”<br />
“No son mejores en España que en Alemania,<br />
Francia o Italia, ni en otras regiones”<br />
Juan de Quiñones:<br />
“llamallos Gitanos mas es porque los imitan<br />
en el torpe modo de vivir que por ser sus<br />
descendientes”<br />
“Y assí esta vil canalla no es otra coxa que<br />
hombres y mugeres huidos por delitos, o<br />
deudas, gente amotinada y facinerosa”<br />
“siendo çánganos de la República, que no<br />
trabajan y comen”<br />
En el caso de Juan de Quiñones, los gitanos,<br />
además de todos los vicios anteriores coincidían<br />
con los malogrados indios americanos en su<br />
supuesta afición por la antropofagia: “unos<br />
Gitanos, que estavan assando un quarto de<br />
persona humana […] una quadrilla de Gitanos<br />
que estavan assando la mitad de un hombre,<br />
y la otra mitad colgada de un alcornoque […]<br />
mataron también unos Gitanos a un muchacho,<br />
y se le comieron”<br />
Podemos imaginar fácilmente las consecuencias<br />
de estos discursos envestidos de autoridad<br />
intelectual y moral en capas más deprimidas de<br />
las poblaciones del Antiguo Reino.<br />
Todos los autores mencionados aludían a la<br />
experiencia morisca exigiendo la expulsión<br />
definitiva de los gitanos. Sin embargo, Felipe<br />
III, volvía a incidir sobre los mismos aspectos<br />
y su legislación se atenía a exigir a los gitanos<br />
y gitanas que se dedicasen a los oficios<br />
mencionados (agricultura) so pena de ser<br />
castigados y perseguidos. Ante ello, desde las<br />
Cortes, se le pedía al monarca que prohibiese la<br />
lengua y el vestido de los gitanos así como que<br />
fuesen nombrados como tales, para finalmente<br />
expulsarlos. Las presiones reiteradas desde las<br />
mismas Cortes hicieron que Felipe III cediese y<br />
promulgase la pragmática de 1619 en la que se<br />
les exigía a todos los gitanos y gitanas que se<br />
encontraban en los Reinos que salieran: “dellos<br />
dentro de 6 meses que se han de contar<br />
desde el día de la publicación desta ley y que<br />
no vuelvan a ellos so pena de muerte, y que<br />
los que quisieren quedarse avecindándose<br />
en ciudades, villas, y lugares destos nuestros<br />
Reinos de 1.000 arriba y que no puedan usar<br />
del traje, nombre y lengua de gitanos y<br />
gitanas, sino pues no lo son de nación, quede<br />
perpetuamente este nombre y uso confundido<br />
y olvidado” (María Helena Sánchez Ortega,<br />
1991).<br />
Según esta autora, si las medidas de expulsión<br />
no pudieron llevarse a cabo con éxito fue a causa<br />
de la situación de extenuación burocrática y<br />
económica en la que las administraciones de<br />
la época se encontraban tras la reducción de<br />
los moriscos. No podían permitirse otro esfuerzo<br />
de las mismas características. Además, una de<br />
las intenciones principales de los mismos era<br />
conseguir que los gitanos y gitanas se ocuparan<br />
a la fuerza de labores como la agricultura,<br />
las cuales habían quedado ampliamente<br />
desatendidas tras la eliminación de los<br />
moriscos. Y aunque el fantasma de la expulsión<br />
72 GUÍA DE RECURSOS CONTRA EL ANTIGITANISMO