Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto
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Cioran: el alarido lúcido<br />
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Luis Fraga<br />
Si difícil es ponerse a escribir un<br />
artículo defendiendo a Cioran (¿necesita<br />
Cioran ser defendido?), todavía mayores son<br />
los problemas para intentar lo contrario: hay<br />
que armarse de valor para arremeter contra<br />
quien sin duda está de moda desde hace<br />
años. Ponerle “peros” es ir contra corriente.<br />
Pero, ¿no es “ir contracorriente” lo que más<br />
se le ha reprochado y por lo que más se ha<br />
mitificado a este “heterodoxo de la<br />
heterodoxia”?<br />
Brillante anti-sistema<br />
A cualquiera que intuya las dificultades<br />
de pronunciarse sinceramente contra<br />
Cioran, sólo le queda el recurso de intentar<br />
imitar a aquellos herejes que, sometidos a<br />
tortura, sólo el buen gusto les hacía persistir<br />
en su herejía. Y es que deshacerse en loas a<br />
Cioran podría resultarle al afectado de tan<br />
mal gusto como, digamos, intentar ordenar<br />
en un sistema los escritos e interjecciones<br />
mentales de quien sentenció que “la peor<br />
forma de despotismo es el sistema, en<br />
filosofía y en todo”.<br />
La ventaja del anti-sistema es su escasa<br />
vulnerabiliad a cualquier ataque consistente<br />
en objeciones organizadas sistemáticamente.<br />
Sólo de forma asistemática podría refutarse<br />
a Cioran, y siempre en el dudoso supuesto<br />
de que esa refutación superase al discurso<br />
del rumano en el punto por el que más llega<br />
a seducir: la brillantez.<br />
Se puede ser brillante desde la “lucidez”<br />
y también desde la “fe”, e incluso desde<br />
ambas a la vez (si es que esta cohabitación es<br />
posible), siempre y cuando se sea<br />
suficientemente subjetivo. La objetividad rara<br />
vez es brillante, y nunca llega a ser genial.<br />
Instalado en la lucidez, Cioran tiene el<br />
privilegio de por la fuerza tener que ser<br />
subjetivo.<br />
La lucidez y la subjetividad que Cioran<br />
despliega le otorgan la fuerza suficiente para<br />
hacer cara a lo que se le ponga por delante<br />
sin tipo alguno de ayudas o posibles<br />
escapatorias. Con una sinceridad aterradora,<br />
Cioran hasta parece disfrutar del modo<br />
atormentado con el que se inflinge la<br />
necesidad de rumiar sus interrogaciones –y<br />
hasta obsesiones- esenciales: la historia,<br />
Dios, la barbarie, el suicidio, el escepticismo<br />
y otros laberintos son brillantemente<br />
expuestos como restos sueltos de un<br />
inmenso desguace donde se hubiera<br />
separado la basura filosófica para dejar,<br />
desnudo, lo que nadie hubiera imaginado<br />
que era esencial.<br />
Voluntad de estilo<br />
Los grandes negociadores profesionales<br />
se distinguen ante todo por la claridad<br />
meridiana en la forma de exponer sus<br />
propuestas, al margen de la complejidad de<br />
lo que piensen o lo que pretendan. Lo<br />
mismo sucede con el estilo conciso y sencillo<br />
de Cioran. No pierde el tiempo por las<br />
ramas del lenguaje y el discurso<br />
pretendidamente “profundo”, y va al grano<br />
con precisión encomiable.<br />
Habiendo perdido la fe en la gramática<br />
(“seguimos creyendo en Dios porque<br />
todavía creemos en la Gramática”), el<br />
rumano conoce bien las limitaciones del<br />
lenguaje al que forzosamente ha de recurrir.<br />
Por eso lo domina. <strong>El</strong> francés no es su<br />
idioma materno, y sin embargo pocos<br />
escritores lo manejan con tanta eficacia. La<br />
proposición de Wittgenstein “todo lo que se<br />
puede expresar es posible expresarlo claramente”,<br />
deberían haber sido observada con mayor<br />
atención por muchos de los que pretenden<br />
minimizar el estito superficial de Cioran.<br />
La independencia<br />
Con sinceridad obvia, Cioran acepta el<br />
reto de ser de casi imposible etiquetación.<br />
Una carga más pesada de lo que pueda<br />
parecer: no es fácil ser apátrida, y a la larga<br />
son pocos los que sobreviven “sin oficio ni<br />
profesión conocidas”.<br />
Lunático, heterodoxo y otras calificaciones<br />
que con frecuencia aplican a Cioran quienes<br />
logran clasificarlo, son también las etiquetas<br />
que tienen que soportar esos escasos<br />
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