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Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

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virtudes de un pueblo se han encarnado en<br />

él. Así, la posible Rumanía ha tomado el<br />

camino de la Rumanía poderosa”.<br />

“Yo no he tenido más que algunas<br />

entrevistas con Corneliu Codreanu. Pero ya<br />

de entrada he comprendido que me<br />

encontraba ante un hombre en un país de<br />

fantoches. Su presencia era turbadora y<br />

jamás la he abandonado sin sentir el soplo<br />

de lo irremediable, el soplo crucial que<br />

acompaña a las existencias marcadas por la<br />

fatalidad. ¿Por qué no confesar que un<br />

temor extraño me poseía, una especie de<br />

entusiasmo lleno de presentimientos?<br />

“En su proximidad, el mundo libresco<br />

me parecía inútil: las categorías, inoperantes;<br />

los prestigios de la inteligencia, apagados;<br />

los subterfugios de la sutileza, vanos. <strong>El</strong><br />

Capitán no sufría del vicio fundamental del<br />

supuesto intelectual rumano. <strong>El</strong> Capitán no<br />

era “inteligente”, el Capitán era profundo. <strong>El</strong><br />

desastre espiritual de Rumanía proviene de<br />

la reflexión sin contenido, de la inteligencia<br />

(…) Cuando, en 1934, le comentaba lo<br />

interesante que sería que contase su vida, él<br />

me respondió: ´´Mi vida no ha transcurrido<br />

en las bibliotecas. No me gusta leer.<br />

Simplemente me detengo y pienso“.<br />

Aquellos pensamientos suyos han<br />

fundado nuestra razón de ser. En ellos<br />

respiran la naturaleza y el cielo (…) Corneliu<br />

Codreanu no ha planteado el problema de la<br />

Rumanía inmediata, de la Rumanía<br />

moderna o contemporánea. Eso sería<br />

demasiado pobre (…) Lo que ha hecho ha<br />

sido introducir el absoluto en la respiración<br />

cotidiana de Rumanía”.<br />

Con todo y con esto, el delirio puede<br />

aún superarse, veamos incluso cómo el<br />

propio Cioran se arroba: “En un momento<br />

de desánimo le dije al Capitán: ´´Capitán, no<br />

creo que Rumanía tenga algún sentido en el<br />

mundo. Ningún signo en su pasado justifica<br />

la más mínima esperanza“<br />

—Tienes razón —contestó—. Hay, sin<br />

embargo, ciertos signos.<br />

—<strong>El</strong> Movimiento Legionario —respondí.<br />

Y entonces me indicó cómo percibía la<br />

resurrección de las virtudes dacias”.<br />

Aunque el artículo no tiene desperdicio,<br />

no es cuestión de reproducirlo entero, pero<br />

se ha de advertir que el tomo va creciendo<br />

sin parar, ofreciendo sentencias del cariz<br />

siguiente:<br />

“Hablando en términos absolutos, si yo<br />

hubiera de elegir entre Rumanía y el<br />

Capitán, no dudaría un segundo”<br />

“Con la excepción de Jesús, ninguna<br />

muerte ha estado más presente entre los<br />

vivos que la suya”.<br />

“Desde ahora, el país será dirigido por<br />

un muerto —me decía un amigo a las orillas<br />

del Sena”.<br />

“Esta muerte ha expandido un perfume<br />

de eternidad sobre nuestro fango humano, y<br />

ha devuelto el cielo a Rumanía”.<br />

No se ha de olvidar que esta exaltada<br />

loa se produce dos meses antes del intento<br />

de golpe de estado legionario de enero de<br />

1941 contra Antonescu. Y, sobre todo, que<br />

coincide con el momento más cruel y<br />

asesino de la Guardia de Hierro. <strong>El</strong><br />

descontrol en Bucarest es tal que no se<br />

desactiva el nombramiento de Cioran como<br />

consejero cultural rumano en Vichy, cargo<br />

del que lo apean en cuanto se dan cuenta de<br />

quién se trata y cómo se comporta. Para<br />

Antonescu las simpatías legionarias de<br />

Cioran no lo hacían merecedor de ese cargo.<br />

La pregunta que surge ahora es, ¿qué<br />

hace Cioran en París a partir de su llegada<br />

de 1941? Un París, por cierto, ocupado por<br />

los alemanes. <strong>El</strong> rastro pierde contornos de<br />

nuevo. Escribe su Breviario de los vencidos, se<br />

matricula en cursos de inglés, conoce a la<br />

que será su compañera Simone Boué,<br />

vivaquea con su beca hasta 1944, escribe una<br />

semblanza sobre Francia que no publicará, y<br />

ya no manda nada a Rumanía, salvo el<br />

artículo “Il n’y a personne” en julio del 43.<br />

Patrice Bollon hace una mención en su libro<br />

de una información dudosa, y tomada de<br />

segunda mano, en concreto de C. Mutti, en<br />

la que se habla del prolegionarismo de<br />

Cioran y de que colaboró con un prólogo a<br />

una obrita sobre Codreanu. Al lado de esto,<br />

hay noticias de la profunda amistad de<br />

Cioran con el judío Benjamín Fondane y del<br />

gran impacto que le causó su detención y<br />

posterior deportación por lo nazis.<br />

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