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Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

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Cioran siempre estuvo muy preocupado<br />

por la religión, ¿tenía relación con personas<br />

creyentes?<br />

Era muy amigo del filósofo católico<br />

Gabriel Marcel, que era una persona<br />

extraordinaria, en cierta forma algo naif.<br />

Adoraba a Cioran, aunque le horrorizaba<br />

absolutamente lo que Cioran escribía.<br />

Durante un tiempo, Marcel fue crítico teatral<br />

y tenía que ver muchos estrenos para poder<br />

enviar la crítica el día siguiente. Con<br />

frecuencia, invitaba a Cioran, y, a los pocos<br />

minutos de haberse iniciado la obra, Marcel,<br />

que ya se estaba haciendo mayor, se dormía<br />

e incluso roncaba. Confiaba mucho en<br />

Cioran y siempre le pedía consejo. Con sus<br />

consejos escribió muchas de sus críticas. Sus<br />

opiniones siempre conseguían reconfortarle<br />

y le estimulaban a escribir. Recuerdo que un<br />

día que Cioran había salido, llamó Marcel<br />

desesperado, se estaba produciendo la crisis<br />

de los misiles en Cuba y Marcel estaba<br />

preocupadísimo. ¡Qué pasará! ¡Una nueva<br />

guerra...! Yo no sabía que decirle y al final le<br />

sugerí que se fuera a dormir.<br />

Marcel se quedo encantado y me dijo:<br />

cuanto se lo agradezco señora, ahora mismo<br />

voy a llamar a Raymon Aron, que también<br />

esta muy angustiado. Sorprendentemente,<br />

mi consejo funcionó y los dos se fueron a<br />

dormir. En general, Marcel se porto muy<br />

bien con Cioran. Recuerdo que le habían<br />

encargado a éste un prólogo para una<br />

edición en Estados Unidos de la obra de<br />

Valery. Le pagaban una buena suma de<br />

dinero. Cioran siempre tenía dificultades<br />

económicas, siempre estaba pendiente de<br />

becas, así que aceptó. Vino a París un<br />

representante de la fundación que pagaba<br />

para hablar con Cioran del asunto. Era un<br />

hombre encantador, de Georgia, con unos<br />

modales muy caballerosos y un inglés que<br />

no sonaba ofensivamente americano. En<br />

todas las ocasiones en que nos veíamos le<br />

preguntaba a Cioran si estaba trabajando en<br />

el prólogo y éste le contestaba que todavía<br />

no lo había empezado. Cuando, finalmente,<br />

consiguió terminar el prólogo le salió un<br />

texto totalmente en contra de Valery a pesar<br />

de lo mucho que lo admiraba. Se lo envió al<br />

americano, que ya estaba de regreso en<br />

EEUU. Una mañana, lo recordare siempre,<br />

Cioran apareció pálido, temblando de ira,<br />

82<br />

con una carta en las manos. Su texto había<br />

sido rechazado. Cioran no creía que aquel<br />

sujeto tuviera la suficiente categoría<br />

intelectual como para rechazar un texto<br />

suyo. Estaba indignado y empezó a escribir<br />

cartas de respuesta, todos los días, a todas<br />

horas, me enseñaba las cartas y yo le decía,<br />

esta muy bien, envíala mañana por la<br />

mañana, pero la mañana llegaba y no la<br />

enviaba. Cioran no sabía qué hacer y,<br />

además, necesitaba el dinero. Entonces,<br />

pensó en mostrarle el prólogo a Gabriel<br />

Marcel, para que le diese su opinión acerca<br />

de su calidad. Marcel se estaba quedando<br />

ciego, casi no podía leer, y, como Cioran<br />

ardía de ira y estaba muy nervioso, tuve que<br />

leérselo yo. Marcel escuchó en silencio y, al<br />

acabar, dijo que el texto era admirable y que<br />

iba a escribir una carta a otro editor.<br />

Finalmente, Cioran obtuvo el dinero y el<br />

texto se publicó en Francia. Luego entendí<br />

que siempre que le encargaban algo sobre<br />

un autor, no podía evitar escribir en su<br />

contra, aunque le gustase mucho el autor.<br />

Sólo con Becket se moderaba. Pero incluso<br />

con éste, cuando se publicó una antología de<br />

escritos sobre Becket, un editor no quiso<br />

incluir un texto de Cioran, quizás porque<br />

Cioran, cuando habla de alguien, habla<br />

básicamente de si mismo y de su perspectiva<br />

del mundo.<br />

¿Cuales eran sus lecturas más<br />

habituales, cuales eran sus libros de<br />

cabecera?<br />

Hacia el final leía biografías o memorias,<br />

decía que la lectura de las memorias le<br />

dispensaba de no tener una biografía<br />

interesante. También leía muchas novelas.<br />

Los místicos le interesaban mucho.<br />

Sí, escribió un libro en Rumania sobre<br />

ellos, De lágrimas y de santos, un libro que<br />

conmocionó a sus padres. Cuando lo leyeron<br />

no podían admitirlo, su madre le escribió<br />

diciéndole que no debía haber publicado<br />

semejante libro mientras ellos viviesen.<br />

<strong>El</strong>iade escribió un artículo en contra del<br />

libro, pero, también hubo opiniones que le<br />

complacieron. Por ejemplo, una que decía<br />

que era el libro más religioso que se había<br />

publicado en los Balcanes.

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