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Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

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pasión infinita del exceso, del satanismo y<br />

de la loca metafísica!”.<br />

Otra constante de este periodo son los<br />

denuestos contra la inteligencia. <strong>El</strong> grito<br />

fascista que tan familiar nos fue en España<br />

(“¡Muera la inteligencia!”) también lo<br />

encontramos en el Cioran de comienzos de<br />

los años 30 a cuento de su mal preciada<br />

Rumanía. Así, en marzo de 1933 escribe: “La<br />

inteligencia es una plaga de la cultura<br />

rumana (…) Yo estoy convencido de que las<br />

gentes inteligentes se han convertido en<br />

inútiles. ¡Por esta razón yo haré el elogio de<br />

la barbarie, de la locura, del éxtasis o de la<br />

nada, pero no el elogio de la inteligencia!”.<br />

<strong>El</strong> equilibrio, la consciencia, el<br />

relativismo, el escepticismo, la<br />

subjetividad…, no son sino contravalores,<br />

agua en la sangre, que dice Cioran. He ahí “Le<br />

pays des hommes atténués”. Por el contrario,<br />

desea “gestos absolutos”, “gestos radicales y<br />

absurdos”, “grandes pasiones”, “tensiones<br />

excesivas”, “explosiones que nos lleven a<br />

nuestra gloria y nuestro triunfo” y<br />

“existencias dramáticas”. Toda esta retahila<br />

de aversiones y afectos que Cioran va<br />

desgranado en sus artículos no es sino una<br />

manifestación de un régimen vitamínico y<br />

profiláctico que lo preparará para su<br />

proyecto de transfiguración de Rumanía, el<br />

proyecto de evaporación del agua de la sangre<br />

rumana. Nada, pues, de súbita conversión<br />

alemana. Lo de Alemania será mera<br />

acentuación. Pasarán unos meses y todas<br />

estas invocaciones cioranianas que hemos<br />

visto desfilar por sus artículos prealemanes<br />

aparecerán potenciadas y ¡por fin!<br />

incorporadas (mejor corporeizadas) en el<br />

personaje, en el místico, en el visionario<br />

necesario.<br />

En efecto, en el primer artículo que<br />

envía desde Berlín en noviembre de 1933,<br />

“Aspectos alemanes”, el lenguaje es el<br />

mismo pero con un aditamento más: “Para<br />

comprender el espíritu de la Alemania de<br />

hoy es indispensable amar todo lo que es<br />

exagerado, todo lo que proviene de una<br />

pasión excesiva y desbordante, de un élan<br />

irracional y de una monumentalidad<br />

desconcertante”. Y ahora viene el<br />

aditamento: “Cualquiera que entienda un<br />

poco de historia debe reconocer un hecho<br />

indiscutible: el hitlerismo era un destino para<br />

Alemania”. Han bastado apenas unas<br />

semanas en Berlín para ponerle nombre<br />

propio a la esperanza. La novedad es la<br />

aparición del hombre en medio de lo que ya<br />

estaba dispuesto para exigirlo.<br />

Pero no sólo sucede esto en este primer<br />

artículo, también nos encontramos plasmada<br />

en él la ya conocida y depreciada visión de<br />

Rumanía: “Yo desafío a cualquiera a<br />

mostrarme en toda Alemania si hay algún<br />

ciudadano que no esté convencido de que<br />

Alemania no es el primer país del mundo y<br />

que todos los otros países no son más que<br />

existencias aproximativas. En Rumanía,<br />

todos coinciden en decir que viven en el país<br />

más desgraciado de la tierra, un país que no<br />

merece ni vivir”. Alemania, pues, es el<br />

mesías de Europa y Hitler el mesías de<br />

Alemania, he ahí la concatenación. ¿Y la<br />

causa profunda de todo esto? La etnia: “<strong>El</strong><br />

mesianismo alemán parte de un tipo étnico”.<br />

Un tipo étnico que será descrito como<br />

elemental, primordial, indomeñable a la<br />

forma, explosivo, orgulloso, heroico,<br />

tensional, trágico y necesitado de un Führer,<br />

un absoluto exterior.<br />

Un Führer que por fortuna tienen los<br />

alemanes pues “Hitler ha abrazado con<br />

pasión las luchas políticas y ha dinamizado<br />

con un soplo mesiánico todo un dominio de<br />

valores que el racionalismo democrático<br />

había vuelto simplemente plano y trivial.<br />

Todos nosotros tenemos necesidad de un<br />

místico pues ya estamos hartos de tantas<br />

verdades desde las que no brotan llamas”.<br />

Es decir, en unos pocos meses, siete u ocho,<br />

Cioran ya tiene claro lo que querría para<br />

Rumanía, algo que se pareciese al fenómeno<br />

nacionalsocialista. Y, así, los diferentes<br />

artículos que enviará a Vremea, tanto desde<br />

Berlín como desde Munich, no irán sino<br />

mostrando su admiración por Hitler, por el<br />

hitlerismo y por el pueblo alemán, por un<br />

lado, y, por el otro, el deseo de una<br />

transformación de Rumanía, que acabará en<br />

la elección del término transfiguración.<br />

La admiración por Hitler alcanza su<br />

punto culminante en los artículos del verano<br />

del 34: “Hitler en la conciencia alemana” y<br />

“La revuelta de los saciados”, ambos escritos<br />

en Munich. En “La revuelta de los saciados”,<br />

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