Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto
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festejar y celebrar con alborozo inaudito el<br />
saber que la megalomanía de ese monstruo<br />
superdotado, germen funesto de la<br />
naturaleza que, por fin, logró lo que desde<br />
siempre necesitó: la bomba atómica; pues<br />
esta ùltima...”es el resultado no de la ciencia<br />
si no del destino del Hombre, es la<br />
coronación del Hombre.”<br />
Obviamente, la idea de una catástrofe<br />
ùnica, definitiva, es prerrogativa de la<br />
vulgaridad del cristianismo, de la chata y<br />
vulgar idea de la rectilinealidad de la<br />
Historia. Mientras que los habitantes de la<br />
Antigüedad, especialmente de la griega,<br />
tenían la ventaje, sobre cualquier otra visión<br />
de imaginar grandiosos y fulgurantes<br />
aniquilamientos periódicos gracias a su<br />
“visión circular del tiempo”, a la concepción<br />
del “eterno retorno”. En otros términos<br />
“<strong>El</strong> politeísmo corresponde mejor a la<br />
diversidad de nuestras tendencias y de<br />
nuestros impulsos, a los que ofrece la<br />
posibilidad de ejercerse, de manifestarse,<br />
cada una de ellas libre de tender, segùn su<br />
naturaleza, hacia el dios que le conviene en<br />
ese momento.” En tanto que el cristianismo,<br />
o màs generalmente el monoteísmo<br />
“comprime nuestra sensibilidad: nos ahonda<br />
estrujándonos; sistema de represiones que<br />
nos confiere una dimensión interior en<br />
detrimento de la expansión de nuestras<br />
fuerzas, constituye una barrera, detiene<br />
nuestro desarrollo, nos estropea.”<br />
“Hesìodo fuè el primero en elaborar una<br />
filosofía de la Historia. Tambièn fue èl quien<br />
lanzó la idea de la decadencia. ¡Cuánta luz<br />
proyectó sobre el porvenir històrico!.<br />
Consideró que la humanidad se encontraba<br />
en la edad de hierro, què habría dicho<br />
algunos siglos màs tarde?, què diría hoy?<br />
Salvo en épocas obnubiladas por la<br />
frivolidad o la utopía, el Hombre siempre<br />
pensó que se encontraba al borde de lo peor.<br />
Sabiendo lo que sabía, merced a què milagro<br />
pudo variar, cesar en sus deseos y sus<br />
terrores?”<br />
Entre lo histórico constituido y la<br />
historicidad constituyente (Especulaciones<br />
sobre la utopía)<br />
Segùn Cioran, meterse en la literatura<br />
utópica, consultar sus obras maestras,<br />
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impregnarse de ellas, revolcarse en ellas,<br />
implica tener al mismo tiempo una<br />
capacidad para soportar la repugnancia de<br />
sus enseñanzas.<br />
Al frecuentar cualquier proyecto<br />
utópico, nos dice el rumano,<br />
...”desde el principio se distingue la<br />
papel (fecundo o funesto, poco importa) que<br />
juega en el origen de los acontecimientos, no<br />
la felicidad, si no la idea de felicidad, idea<br />
que explica por què, ya que la edad de<br />
hierro, es coextensiva de la Historia, cada<br />
època se dedica a divagar sobre la edad de<br />
oro.”<br />
<strong>El</strong>lo explica la ruina, el estancamiento<br />
total, la esclerosis de ciertas sociedades que<br />
no han sabido configurar una autentica<br />
fascinación de lo imposible, o màs<br />
específicamente su imposibilidad de<br />
abocarse hacia el no-lugar; pues ello es lo<br />
que traduce la palabra utopía.<br />
Por otra parte, si la “sensatez, a la que<br />
nada fascina, recomienda la felicidad dada,<br />
existente, el Hombre la rechaza, y ese mero<br />
rechazo hace de èl un animal històrico, es<br />
decir; una aficionado de la felicidad<br />
imaginada.”<br />
De esto ùltimo se desprende que la<br />
historicidad constituida, esto es lo dado<br />
realmente existente y, consiguientemente, su<br />
preservación es producto de la sensatez y de<br />
un cierto culto a la realidad, de un apego a<br />
lo ya devenido. Mientras que, para ser fieles<br />
al tìtulo de este capítulo, lo històrico<br />
constituyente es producto de un desenfreno<br />
de nuestros deseos, de la expectativa de un<br />
“nuevo acontecimiento”, de una fiebre<br />
esencial.<br />
<strong>El</strong> escritor habla asì respecto de esto<br />
ùltimo:<br />
“Efectivamente, es la gran auxiliar del<br />
utopista, la materia sobre la cual trabaja, la<br />
substancia con que nutre sus pensamientos,<br />
la providencia de sus obsesiones.”(38) Es<br />
decir, sin la miseria, sin las carencias<br />
materiales, en suma sin la indigencia<br />
absoluta, no serìa siquiera imaginable<br />
ningún sistema utópico. Màs aùn, los<br />
miserables del planeta no sabríamos<br />
prescindir de ese teórico ilusionado, de ese<br />
obseso del futuro; en fin, de ese escatólogo,