Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto
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A partir de la rendición de París en<br />
agosto del 44 cambiarán drásticamente las<br />
cosas ante la inminencia de la derrota nazi.<br />
Cualquier veleidad a favor de los<br />
legionarios puede ser sospechosa y<br />
peligrosa. La cautela será necesaria como<br />
autoprotección en una Francia que camina a<br />
la victoria y a la recuperación de la<br />
democracia. La cuestión es si también<br />
empieza el desistimiento.<br />
La respuesta es que todavía no, o no del<br />
todo. ¿Por qué? Porque ayuda a <strong>El</strong>iade que<br />
está recién llegado a París desde Lisboa, y<br />
alrededor del antiguo hermano mayor se<br />
aglutinarán bastantes exiliados rumanos,<br />
tanto prolegionarios como de otras<br />
tendencias. Incluso llegan a tener un órgano<br />
de expresión, Luceafarul, donde Cioran<br />
colabora con la firma Z.P.. La literatura de<br />
este órgano será fundamentalmente<br />
anticomunista, dado que en Bucarest ya se<br />
ha establecido un gobierno comunista a<br />
partir de 1947-48. Pero la participación de<br />
Cioran en estas actividades es tibia e<br />
intermitente; además, esgrime una creciente<br />
inapetencia para mezclarse con la rumanidad<br />
del exilio.<br />
En verano de 1947 toma la decisión de<br />
escribir sólo en francés. Decisión que puede<br />
simbolizar un verdadero deseo de darle<br />
definitivamente la espalda a su pasado. Va a<br />
gestar su primera obra en francés, Breviario<br />
de podredumbre. Y ya lo que leemos en el<br />
Breviario en 1949 representa la negación de<br />
sus anteriores convicciones políticas.<br />
Además, no es resultado de la casualidad<br />
que el libro comience poniendo en solfa las<br />
ideologías, su función y sus consecuencias.<br />
Pareciera que de pronto se le hubiera<br />
desvelado la inanidad de los resortes que<br />
antes lo motivaban. De la exaltación por<br />
transformar Rumanía ha pasado a ser un<br />
mero excitador del “mal de existir”. Los<br />
innumerables y bellos fragmentos que<br />
componen el libro ofician como una letanía<br />
fúnebre con la que se entierra todo lo que<br />
fue y ya no será. <strong>El</strong> tedio, la incertidumbre,<br />
la duda, la incredulidad, la ociosidad, la<br />
ironía, el sarcasmo, el desfondamiento… son<br />
las nuevas especies que sustituyen el<br />
antiguo rosario de entusiasmos y pasiones.<br />
Así, el Breviario de podredumbre se alzará<br />
como el programa que marcará toda la obra<br />
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futura de Cioran. De hecho, se ha dicho, y<br />
no en vano, que lo que sigue al Breviario es<br />
una especie de Variaciones Goldberg literarias.<br />
Paralelamente a la escritura del libro, se<br />
puede comprobar en la correspondencia de<br />
Cioran con sus familiares que el despegue<br />
de sus convicciones pasadas es sincero, ya<br />
que no estamos ante unos escritos que vayan<br />
dirigidos al público en general. En esas<br />
cartas avisa de su “conversión escéptica”, de<br />
su “ausencia de ilusiones”, de “la comicidad<br />
de la Transfiguración…”, de “su tiempo<br />
perdido en agitaciones” y de “haber<br />
comprendido demasiado tarde”. Es decir,<br />
parece ser que a partir de los años 45-46<br />
Cioran comienza a manifestar<br />
progresivamente que su pasado fue una<br />
desmesura.<br />
La suerte ha querido que, al poco de<br />
morir Cioran, su compañera Simone Boué<br />
descubriera un manuscrito inédito, y<br />
desconocido por todo el mundo, titulado<br />
“Mi país”. En un sobre y en una vieja<br />
maleta, junto con otras hojas desordenadas,<br />
reposaba ajeno el escrito. Se ha datado por<br />
aproximación a principios de los años 50, y<br />
en él constan la confesión y el parecer más<br />
amplio que Cioran manifestara sobre su<br />
periodo rumano. La descripción que ahí<br />
hace Cioran de su pasado fascista tiene una<br />
intención<br />
fundamentalmente<br />
desprestigiadora, pero con un matiz<br />
analítico que no hay que desatender. Así, en<br />
primer lugar, hace una autodescripción de<br />
las pasiones y las obsesiones por su país que<br />
lo embargaban, de su donquijotismo feroz,<br />
de su necesidad de dar respuestas fuertes a<br />
sus delirios nacionalistas…, y sobre todo<br />
señala que en sus discusiones se sentía como<br />
una especie de profeta en el desierto. Así se<br />
encontraba él. Pero, por otro lado, había<br />
otros que tenían una noción de un posible<br />
futuro. Y a ellos se unió. La confluencia,<br />
pues, se realizó y a partir de esta ya habla<br />
del siguiente modo: “Nosotros éramos una<br />
banda de desesperados en el corazón de los<br />
Balcanes”. Pero, que conste, nos dice<br />
inmediatamente: “No creí con sinceridad en<br />
eso ni un solo instante”.<br />
Una vez establecida la relación, Cioran<br />
pasa a la proliferación de denuestos hacia la<br />
banda: “feroces”, “crueles”, “profetas”,