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Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

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conexión dual Hombre-Historia, dice del<br />

primero:<br />

“Es su autor y su objeto, el agente y la<br />

vìctima. Hasta hoy ha creído dominarla,<br />

ahora sabe que se le va de las manos, que se<br />

desarrolla en lo insoluble y en lo<br />

intolerable.”<br />

La Historia es para Cioran ...”una<br />

epopeya demente cuyo desenlace no implica<br />

idea alguna de finalidad”.<br />

Confieso no conocer una definición<br />

mejor de Historia. Pues, còmo asignarle un<br />

objetivo sensato y convincente a la misma?<br />

Y con respecto al sentido histórico, que<br />

tanto preocupa a los historiadores, nos dice:<br />

“Que la Historia no tenga sentido<br />

alguno, es algo que debería alegrarnos y, en<br />

todo caso, si se desea a toda costa que la<br />

Historia tenga un sentido, èste debe<br />

buscarse únicamente en la maldición que<br />

pesa sobre ella.”<br />

Obviamente, esa maldición de la cual<br />

nos habla Cioran es, sin duda, la idea de<br />

finalidad, es decir; el sentido teleológico que<br />

TODAS las filosofías de la Historia le<br />

atribuyen a la aventura humana.<br />

Segùn la prodigiosa y lúcida mente<br />

balkànica de Mircea <strong>El</strong>ìade, rumano como<br />

Cioran, nos dice en su libro MITO Y<br />

REALIDAD: “Todos los movimientos<br />

milenaristas y escatológicos dan prueba de<br />

optimismo”. Reacciona frente al temor de la<br />

Historia con una fuerza que sòlo puede<br />

suscitar la extrema desesperación. ¿Y quién<br />

pone en duda que TODAS las filosofías de la<br />

Historia estàn impregnadas de un<br />

optimismo demencial? Allì estàn las<br />

ficciones mayúsculas del Progreso, el<br />

Desarrollo, la idea de Justicia, de Igualdad,<br />

que testimonian la tiranìa de la racionalidad<br />

logocèntrica que alimenta mitologías tecnocientíficas<br />

que asfixian el pathos del homo<br />

luditas.<br />

Retomando la relación Hombre-<br />

Historia, considero –aquì el yo es una toma<br />

de responsabilidad del discurso- que es<br />

pertinente hablar de una dialéctica de las<br />

dos “H”. Esta dialéctica es ilustrativa del<br />

carácter insoluble y epocal de la Historia y<br />

de su hacedor. Ya hemos dicho, en líneas<br />

73<br />

anteriores, que la Historia no comporta idea<br />

alguna de finalidad. No obstante, el<br />

Hombre, -animal metafísico por excelenciaestà<br />

prometèicamente involucrado en la<br />

ingenua empresa de un re-encuentro<br />

inexistente consigo mismo.<br />

Frente a la avidez, mejor dicho, ante la<br />

obsesión de racionalizar lo por-venir,<br />

quebrando e incinerando todas las creencias,<br />

ha terminado por apartarse de una<br />

improbable rejuvenilizaciòn antropológica.<br />

Y, sin embargo, aùn asì, sìguense<br />

proponiendo fines al devenir de la<br />

humanidad; y ello porque, hasta ahora el<br />

virus del optimismo preside los signos del<br />

procursus històrico.<br />

La sociedad està infectada de proclamas<br />

redentoras y TODAS maximizan la eficacia<br />

de la Historia como escenario para la<br />

salvación del Hombre. Sin embargo, Cioran<br />

nos alerta:<br />

“La Historia es indefendible,<br />

reaccionemos contra ella con la inflexible<br />

abulia del Cínico; o si no, pensemos como<br />

todo el mundo, caminemos con la turba de<br />

los rebeldes, de los asesinos y de los<br />

creyentes.”<br />

En fin de cuentas, la inexorabilidad; esa<br />

deserción hacia delante es irrevocable, y<br />

tanto los que la elogian como los que la<br />

execran permanecen dentro de ella. Pues, la<br />

Historia es la risotada burlesca del espíritu<br />

en marcha hacia la atopìa.<br />

<strong>El</strong> extranjero elogia el estancamiento, las<br />

virtudes de la abulia, las ventajas éticas de la<br />

decadencia. ¡Rechazar toda innovación!. Tal<br />

parece ser la divisa de este desilusionado,<br />

desertor de todas las causas, de todos los<br />

ejércitos. Sí, le produce vértigo la sed<br />

insaciable de titanismo de ese bípedo<br />

extraviado llamado Hombre. Le da asco los<br />

efluvios y efectos encandilantes que<br />

desprenden las luces del “progreso”.<br />

La llegada del Hombre al umbral de la<br />

técnica fue la ocasión, -la ùltima quizás- de<br />

detener su huída loca hacia delante. “Pero<br />

tomó el camino contrario, sucumbió al<br />

encanto y a los atractivos del Progreso.”<br />

Y si hoy podemos respirar y soportar el<br />

cretinismo de esta època es gracias al eclipse<br />

del mito del “Progreso”. Es màs, deberíamos

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