08.05.2015 Views

Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

Elementos nº 49. CIORAN - El Manifiesto

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Cioran es inimaginable en la mesa de un<br />

broker de Nueva York. Y a nadie se le<br />

ocurriría llevarse algo de Cioran a una<br />

regata de vela, una expedición al Himalaya<br />

o una escapada con una bella mujer recién<br />

conocida. Sin embargo, hasta los más<br />

asiduos amantes de la acción disponen de<br />

una excepcional actividad en la que nada<br />

desentonarían unas páginas del rumano: la<br />

travesía del desierto.<br />

<strong>El</strong> puñal apasionado<br />

No hay mejor receta que el<br />

“desapasionamiento” para “triunfar” en<br />

nuestra civilización. Habiendo adjurado de<br />

la ambición de “triunfar”, Cioran arremete<br />

con tanta pasión contra las criaturas de la<br />

ilusión como contra los subproductos del<br />

desapasionamiento. <strong>El</strong> coste, terrible, es su<br />

“fracaso” en el terreno de los valores vitales.<br />

Y Cioran exhibe con impúdica ostentación<br />

ese fracaso, hasta el punto de que parece<br />

querer insistirnos (sin convencernos, dicho<br />

sea en su elogio) de que nada hay, ni<br />

siquiera la publicación y hasta el éxito de sus<br />

obras, que compense este fracaso de quien<br />

llegó a proponer que “la auténtica elegancia<br />

moral consiste en el arte de disfrazar las<br />

victorias en derrotas”.<br />

<strong>El</strong> verbo de Cioran destila pasión por<br />

todas partes, e incluso una manifiesta<br />

vehemencia. “En la cólera uno se siente<br />

vivir”, nos advierte, pero más como consejo<br />

que como amenaza, pues “si ante la afrenta<br />

que nos fue hecha, reflexionando en las<br />

represalias hemos oscilado entre la bofetada<br />

y el perdón, esta oscilación, al hacernos<br />

perder un tiempo precioso, habrá<br />

consagrado nuestra cobardía. Es una<br />

vacilación de graves consecuencias, una falta<br />

que nos oprime, mientras que una<br />

explosión, aunque termine en algo grotesco,<br />

nos hubiera aliviado. Tan penosa como<br />

necesaria, la cólera nos impide ser presa de<br />

obsesiones y nos ahorra el riesgo de<br />

complicaciones serias: es una crisis de<br />

demencia que nos preserva de la demencia”.<br />

Un Cioran apasionado es el único<br />

contrapeso que él mismo haya podido<br />

inventar a la medida de unas proposiciones<br />

que (a los más) puedan parecer inhumanas.<br />

Pero además, su apasionamiento puede<br />

hasta ser un pretexto para regalar al lector<br />

24<br />

una justificación de actitud que, aunque<br />

reste soberanía al escritor, lo hace más<br />

accesible: “Es deshonroso, es innoble juzgar<br />

a los otros; sin embargo, es lo que todo el<br />

mundo hace y abstenerse equivale a estar<br />

fuera de la humanidad”.<br />

Un Cioran apasionado y conocedor de<br />

las fuerzas de toda pasión es el que cita al<br />

rey Menandro cuando pregunta al asceta<br />

Nogarena qué es lo que distingue al hombre<br />

sin pasión del hombre apasionado: “<strong>El</strong><br />

hombre apasionado, oh rey, cuando come<br />

gusta el sabor y la pasión del sabor; y el<br />

hombre sin pasión gusta el sabor pero no se<br />

apasiona por el sabor. Todo el secreto de la<br />

vida y el arte, todo lo de aquí abajo reside en<br />

esta pasión del sabor”.<br />

Y por la misma razón Cioran sabe<br />

buscar fuerzas en el enemigo, al que cuidará<br />

y procurará no perder, el que (una vez más,<br />

junto con Nietzsche), colocará en el mismo<br />

nivel cualitativo que al amigo, sólo el<br />

enemigo es digno de nuestro odio, el<br />

precioso odio, “que no es un sentimiento,<br />

sino una fuerza, un factor de diversidad que<br />

hace progresar a los seres a expensas del<br />

ser”.<br />

Nietzsche y Cioran<br />

Tras haber bebido hasta saciarse en las<br />

fientes de la filosofía. Cioran le de la<br />

espalda, pero sin abjurar del todo de ella:<br />

“No soy filósofo”, intenta decirnos,<br />

añadiendo además que las fuentes de<br />

cualquier escritor “son sus vergüenzas”<br />

(acaso consciente de que es fácil pillarle, el<br />

renuncio: Buda, los gnósticos, la mística y<br />

sobre todo Nietzsche, que es de quien más<br />

difícil resulta renegar). <strong>El</strong> parentesco de<br />

Cioran con Nietzsche es de esos que se<br />

ocultan sin dejar en el fondo de estar<br />

orgullosos de él. Ambos, hijos de<br />

predicadores, enfrentados a muerte contra la<br />

Cruz. Los dos autoproclamándose “nofilósofos”<br />

(Nietzsche prefería que le<br />

llamasen “psicólogo”, Cioran prefiere que<br />

no le llamen nada). Sus trayectorias vitales<br />

(separadas en el tiempo por algo más de<br />

medio siglo) son casi igualmente penosas.<br />

Aunque a Nietzsche nos lo imaginamos<br />

concibiendo sus escritos en largos paseos<br />

por los luminosos Alpes italianos (“sólo<br />

tienen valor los pensamientos caminados”) y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!