Vivienda latinoamericana - HDRNet

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CLAUSURA
JULIÁN SALAS
Realmente son pocas las cosas que tengo que decir.
Posiblemente soy el menos indicado para acabar un
acto como éste, por haber llegado último y por no ser
de este continente. Circunstancias de la vida hacen que
esté presente para agradecer muy sinceramente las
aportaciones del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, la Universidad Nacional Autónoma de
México, el Fondo Nacional de Habitaciones Populares,
los panelistas, los participantes mexicanos que formaron
un grupo coherente y también, los amigos del CYTED-D,
con el cual hemos llegado hasta la Ciudad de México
para traer nuestra asamblea anual. Nos pareció lógico
romper la endogamia en un grupo que procede de
once países, y que tiene la fuerza de un currículum vitae
verdaderamente asombroso, si se suman las
experiencias de quienes constituyen este grupo.
Se ha puesto en limpio una serie de conclusiones que
son importantes. Son fruto de treinta horas de trabajo
de más de cuarenta personas de once países. Ellos
colaboraron sin jerarquías y con seriedad. Ha sido un
intercambio riquísimo del que voy aprendiendo
experiencias: logros, fracasos y cosas novedosas. Creo
que el evento ha sido significativo, ante todo porque
en este continente la información, desgraciadamente,
rara vez se transmite a través de otro tipo de canales de
comunicación. Por una porte, este tipo de reuniones
suelen ser foros de intercambio personales e
institucionales, lo que no es menos significativo. Creo que
se han formado contactos muy importantes,
componentes de esa trama que recorre a lo largo de
nuestro tema. Creo que se han dado las condiciones
de una comunicación sin jerarquías, porque el tema
central es sumamente importante, el hábitat popular,
la construcción de la vivienda progresiva y participativa,
tema que está irradiando luz a otros continentes. El punto
es cómo pasar la antorcha.
Por otra porte, aquí se han encontrado dos grupos, sin
que hubiera un emisor y un receptor. Ha sido una
transferencia del grupo latinoamericano del proyecto
CYTED-D a los participantes mexicanos y viceversa.
También se me hace importante otro rasgo más de la
cooperación internacional. No siempre se da la voluntad
de cooperar y de transferir la sinceridad y los
planteamientos. Pero aquí no hemos defendido
potentes y marcas comerciales, no hemos comprado y
vendido tecnologías. Por último, una transferencia a nivel
internacional es la acción aglutinadora, y los
aglutinadores han sido las instituciones mexicanas que
nos han apoyado y que con una gran experiencia nos
han dejado en libertad. Una vez dejados en libertad,
hemos sido colectivamente responsables de lo aquí
ocurrido.
Sin haberlo hecho público, observé en estos días unos
problemas respecto a la autoproducción. Si me
permiten un símil: en los años sesenta, gentes que venían
desde afuera detectaron en Latinoamérica una especie
de embarazo, dándose cuenta de que aquí empezaba
a germinar algo. Ese algo tomó el nombre de
autoproducción participativa. Pero pasó el tiempo y la
autoproducción no prosperó. En los años setenta era
una realidad tolerada, no apoyada por supuesto. Reinó
la indiferencia en los organismos oficiales. De hecho ya
existía un hijo no reconocido aunque él no tenía ni padre
ni madre. Nadie o casi nadie creía en él, excepto los
pioneros. Algunos de ellos se encuentran hoy en esta
mesa. Prácticamente todo el mundo se avergonzó de
esa criatura. Pero llegaron los años ochenta, los años
de las vacas flacas y empezaron a aparecer las partidas
de la vivienda autoproducida. Esa forma de construir
tenía ya cartas de ciudadanía, pues el niño comenzó a
producir. Creo en el horizonte nativo: este hijo no
reconocido se ha hecho mayor, produce y
posiblemente será pronto candidato político. Por lo
tanto, todo el mundo querrá darle un abrazo.