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Scherzo. Núm. 66

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ACTUALIDADMadrid. Auditorio Nacional. I3-V1-92. Mahler. Smfonhn° 3 enrz menor. Dons Soffel, contralto. Escolantede Ntn Sra del Recuerdo, Coro Nacional. OrquestaNacional de España Director Aldo Ceccato.Se hizo lo que se pudoHacer lo que se puede a vecesno es nada y otras veces esmucho, incluso suficiente. Tododepende de lo que se pueda y de loque se haga. Por eso esta Tercera deMahler, que cerraba el excelente ciclomadrileño patrocinado por la FundaciónCaja de Madrid, deja a la vez una sensaciónde frustración y de agrado. Defrustración porque el resultado globalha sido sólo regular en comparación alofrecido por otras orquestas, y de agradopor la misma razón. Quienes hemosapostado por recalcar siempre que hagafalta la evidente superación de la ONEnos hemos encontrado con que todavíahay que trabajar mucho, lo que, si ya sesabía, tampoco es malo recordar, puesla humildad es a veces una virtud queconduce a la excelencia. Y de satisfacciónpor lo mismo, por el entusiasmodemostrado en una obra agotadora yporque la confirmación de que es necesarioseguir trabajando deberá impediruno de los defectos atávicos de la formación:su tendencia al conformismo.El maestro Ceccato planteó la Sinfoníacon una lógica interna que exigeprobablemente demasiado a unos instrumentistasenfrentados a una dificilísimapartitura que muy pocas orquestasAtóo Ceccato en un ensayo can la ONEEl número 3.500son capaces de resolver con altura. Asi,en la lentitud en el tempo con que seabordó el primer movimiento, entendidopor Ceccato como una progresiónde la oscuridad a la luz que sólo quedacerrada en el tiempo conclusivo. A lolargo de la obra hubo desajustes dinámicos,pequeñas pero frecuentes imperfeccionesde ejecución aquí y allá, dificultadespara pronunciar un discursoque requiere una claridad total en laspartes que lo integran. Y una excepciónclamorosa: la intervención de verdaderolujo del trombón Ennque Ferrando, uninstrumentista que demuestra su categoríaconcierto tras concierto, El oboeRafael Tamarit ofreció, tras él, la mejorprestación individual. La contralto DorisSoffel, de impresionante presencia física,estuvo un algo fría en una intervenciónque requiere total entrega, dejarse llevarpor una emoción que debe llegar casi aldesbordamiento. Lo mejor se dio en elmodo de narrar el último tiempo porparte de Ceccato, que planteó ese genialcrescendo expresivo con la atenciónpuesta en lo que supone uno delos ejes de toda la obra mahleriana.LS.Madrid. Audrtono Nacional. 23-V-92. Rodríguez Picó: Sm/ónio ri° /, itAmencüna», Hummd: Concertó pora (rompeloen mí bemol rnajw Bemstein. Sinfonía n" 3. «Kaadrsh» José Onl, trompeta; Maura Maunzio. soprano; MicnaelWager. narrador. Orquesta y Coro Nacionales. Escolanii de San Lorenzo de El Escorial. Director Xavier Güell.Esteprograma coincidía con elconcierto número 3.500 de laONE, en pleno año de su cincuentenario.Una sesión que entrañabaalgunas significativas novedades: un estrenomundial, un estreno en España yla presentación con el conjunto madrileñode Xavier Güell (Barcelona. 1956).La escucha de la partitura de RodríguezPicó (Barcelona, 1953). encargo de laagrupación, revela la existencia de untemperamento fuertemente sinfónico,de un conocimiento de la materia orquestalnada corriente, de una habilidadpara plasmar con ella, mediante un sólidooficio y, por lo común, tradicional,imágenes musicales atractivas y para engarzarfluidamente ideas, diseños y ritmosde neto sabor suramericano (de34 SCHERZOahí el subtítulo). La obra, en dos partes,posee una textura densa, en la que nofaltan los tratamientos individualizadosde las voces y un colorido abigarrado ypoco diferenciado; un sabor telúricoque le proporcionan una agógica firmepero no exenta de interesantes variacionesexpresivas y la presencia de ungran contingente de percusiones. Losveintitantos minutos de la pieza no están,con todo ello, a salvo de produciruna cierta sensación de monotonía.Obra bien distinta es la proteica yecléctica Sinfonía de Bemstein, extensa,contrastada, inmersa en los más variadosprocedimientos, entretenida en suconcatenación de episodios enlazadospor el nexo del Kaddisk oración judiade aceptación a ultranza de la voluntaddivina. Una «ceremonia sinfónica», comola califica acertadamente Aracil ensus notas al programa; teatral, vrtalista, lírico-dramática,calurosa., y un tanto epidérmicay grandilocuente, que fue servidapor un sentido narrador, una sopranocortita, unos conjuntos coralesentregados aunque no siempre afinadosni ajustados y la batuta impulsora e impulsiva,contagiosa de Güell, apasionado,amante y degustador de una músicaque conoce bien, pues no en vano fuediscípulo de Bemstein, de cuyo temperamentoparticipa en buena medida.Emplea un amplio gesto, comprensible ydirecto, a falta quizá de una mayor depuración,riqueza y precisión. Firme yseguro, no especialmente sutil, Ortí enel brillante Concierto de Hummel.AR.

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