DISCOSESTUDIO DISCOGRAFICOSe dice pronto: 31 arias de tenor (algunascon sus recitativos previos ointermedios y/o seguidas de cabalettas)de Verdi, situadas por orden cronológico,que constituyen una resumidahistoria de la evolución, enriquecimientoy estilización de la obra del músico italiano.Están representadas todas las óperasexcepto la tercera, Nabucco, que es laúnica que no tiene un solo para estacuerda. Desde los primeros frutos querecreaban, con ligeras variantes, una estéticaaún belcantista, que exigía voces aéreas,claras, fáciles, hábiles para el plausibleadorno, hasta los ú(timos, que precisabaninstrumentos corpóreos sólidos,vibrantes, anchos, dotados para la alternancialírico-dramática y las inflexionescortantes (con excepción, entre éstos,del Fenton de Falstaff, que recupera elantiguo tenor di graab), pasando por losde la segunda etapa, que requerían cantantesrománticos di (orza de los llamadosstentorei (personificados por Fraschini,el preferido del compositor) o los dela tercera, que pedían un lirismo pleno...Un verdadero recorrido a través de unespacio de 54 años, lo que, en definitiva,aparte de consignar la evolución verdiana,nos permite establecer un didácticoresumen de la práctica totalidad de lasclases de tenor existentes a lo largo delXIXLa dificultad que supone parauna sola voz acometer lapluralidad de exigencias técnicasy de estilos es clara. Lomejor que se puede decir deCario Bergonzi, elegido paraesta sumiría verdi ana, es que,dando en todo momento esetono singular que necesita laescritura del músico de Busseto,otorga también una inteligentediversidad a la extensaserie de piezas. Y eso que, enprincipio, el instrumento noposee la totalidad de las condicionesexigidas para conseguiresa plurivalencia: el timbre noes rico; el agudo carece delmordiente, luminosidad, solaridaddeseados en ciertos momentos;el colorido es un tantouniforme, monótono y nosiempre se acopla a lo que lasobras de juventud requieren... Pero, y éstees el enorme mérito del tenor, tales limitacionesquedan inmediatamente olvidadaspor la forma en que se superancon creces. Primero porque la materiaPHILIPSLa verdad de Verdivocal no es en absoluto desdeñable: oscura,muy personal, extensa, excelentementeproyectada, con perfecto manejode los resortes de la emisión y fusión deregistros, homogénea, dúctil. Es una vozde llrico-spinto no estrictamente bellapero dotada de gran atractivo, llena ypastosa en graves (ios inicios de la carrerafueron en la cuerda de barítono) ymaleable hasta convertirse en un hilo.Lo que viene favorecido por una espléndidatécnica respiratoria y un controlcasi perfecto del aliento, que facilitan asimismola obtención de un legato ejemplary una messo á voce que no se escuchaban-cuando Bergonzi comenzó sucamino artístico allá por los finales de loscuarenta- desde los tiempos de Gigli odel joven Lauri-Volpi y que únicamenteen los últimos lustros pueden hallarse enun tenor, muy distinto, como Kraus. Elitaliano protagonista de estos CD es, portanto, y así lo han reconocido los másconspicuos estudiosos, un moderno representantede aquellos tenores de finde siglo, defensor de un modo de cantar,de expresar, de decir que -en medio dela mediocridad actual, impregnada detanta ganga verista- resulta en verdaduna rara avis. Lástima que ya no cante(nació en 1924) y que por ello hayamosde contentamos sólo -aunque algo es al-go- con sus modélicas grabaciones.Y las que aquí se comentan son excelentemuestrario de ese tan alabado artebergonziano y de su probidad y honradezprofesionales tendidas, casi vocacionalmente-bien que acometió con fortunaotros tipos de repertorio-, hacia Verdi,de quien fue ilustre especialista. Supo,como señalaba acertadamente ese exigente/ acerado especialista que es RodolfoCelletti (a quien siempre hay quecrtar en casos como éste), aunar en sucanto cuatro factores fundamentales a lahora de interpretar la música del compositoritaliano: técnica, fraseo, acento, estilo.En lo relativo al segundo aspecto habríaque recordar que la escritura verdianaes probablemente una de las másricas en cuanto a signos de expresión, deintensidad, de dinámica y que Bergonziha respetado de manera obsesiva talesindicaciones para obtener esa pedida variedad,ese preciso colorido, ese juegode intensidades y de s/ümoture.No menos esencial en Verdi es la obtención-aun en páginas de incuestionabledelicadeza- de un acento con mordiente,con fierezza, de una suerte deleve énfasis que establezca las diferenciascon otros compositores anterioresy posteriores y que dote de cuerpo yentidad a la expresión. Aquí es dondeera maestro un Aureliano Pertile y dondeBergonzi nos lo hace recordar.Con este bagaje técnico y expresivono era extraño que, en efecto, el tenorde Vidalenzo -localidad cercana a Busseto-se convirtiera en elmejor verdiano de posguerray que se recurriera a élpara grabar un resumen delas arias de tenor del músico.No era ya el mejorBergonzi el que se acercabaa los micrófonos dePhilips en el otoño-inviernode 1974 (en septiembrede 1972 para Attila).Los 50 años le pesaban nopoco, aunque la maestría,el gusto, el estilo, la madurezartística resplandecíantodavía con gran fuerza.Puede comprobarse ahorade nuevo escuchando estareedición en compacto. Lapérdida de esmalte, la fatiga,la tirantez de los agudos,la mayor dificultad enla regulación sonora, la másgrande opacidad, las alteracionesen la tersura emisora, que estánahí, innegables, son contrarrestadas,también incuestionablemente, por todoun cúmulo de virtudes; de esas que fundamentanel gran arte del canto, tan80 SCHERZO
DISCOSmaltratado hoy día. Basta con seguiratentamente cualquiera de las interpretacionesde! álbum.A los buenos aficionados -que si noadquirieron en su día los vinilos debenhacerse sin falta con los compactosagradaráapreciar lo aéreo y canónicode la emisión del tenor en la famosa y amenudo berreada cavatina de / Lombardi,La mía letizia infondere, y solazarsecon un corpóreo falsetone en su cierre;seguir la lección de linea y estilo del ariade Attila, Ella in poter del bárbaro!, y extasiarsecon la extraordinaria fermata amedia voz; admirar de nuevo la magistralrecreación de dos de las romanzasmas difíciles del repertorio cuales sonPatmi veder le lagrime (Rigoletto) y Ma sem'é forza perderti (Bailo in moschera), enlas que brillan los ataques, en piano oen forte, siempre limpios y precisos, elmilagroso legato, la técnica de los fiatirubati y (en la segunda) lo apasionadode la expresión, aunque todavía fueramejor su prestación -más fresca la voz ymás ancho el fiato- en sus antiguas integrales,con Kubelik (DG) y Sorti (Decca),respectivamente.ESTUDIO DISCOGRAFICOBeecham le decía a Isaac Stern:«Isaac, muchacho, si no reimos ybromeamos, ¡qué va a ser de nosotros?»(SCHERZO, 63). En las sinfoníasde Haydn, jeffrey Tate se lo toma demasiadoen serio, con una pulcritud enel resultado final correctísima pero distante.Y como para interpretaciones inmaculadasde estas sinfonías ya tenemosa Sze I I/Cleveland, Davis/Concertgebouw(SCHERZO, 63). Klemperer/Philharmonia(SCHERZO. 50) o Harnoncourt/Concentusy Concertgebouw(Dosier de SCHERZO. 51), el amablelector podrá extraer sus propias conclusiones.Curiosamente, EMI simultanea el lanzamientode estas interpretaciones conMotas evidentes son algunas de lasescaladas al sobreagudo (donde el cantanteen tiempos no tenia ningún problema),como el si natural de la Donna émobile o el doble do de pecho (aquímás bien de pena) de La pira, que es, sinembargo, cantada con arreglo y conexactitud en la reproducción de las semicorcheas,O los apurillos en los si bemolesdel aria de Alvaro en La forza deldestino, que es dicha con una convicción,un sentimiento y una musicalidadintachables (en el recuerdo su interpretacióndel personaje en la Zarzuela deMadrid en los años sesenta) y que apareceprecedida de la extensa introducciónorquestal habrtualmente podada.Hay que mencionar asimismo cosastan extrañas, por infrecuentes, como lostrinos, que Bergonzi emite impecablemente(Ah sí, ben mió de Trovador, ariade Don Cario), o la manera de decir, deconstruir los recitativos, de lo que haymúltiples ejemplos (arias de Luisa Miller,la citada de Rigo/etto, Tramita, las mencionadasde Bailo m mascbera, Forza yDon Cario). Y, por supuesto, alabar lacuadratura, el respeto y la preocupaciónpor servir las siempre precisas instruccionesde Verdi. Se podrían citar muchosejemplos. Baste como muestra laexpresiva y variada interpretación deVEftDI: 1 I arias de tenor. Oberta üel rhe fea; Ungromo di regrw PietDSo cJ Zungo piünto, 1 k/mbank Comepoteso un angela Emonf: Mercé áiem amtc: 1 due foseanNoae. perpetua naos Govunno a~An& Sotm unaquerva Abita- Ime /ungrí Attito: Qyol nota, OiemnoembbeH misero; Mocbeih Ah lo paterna mono; 1 masnatSen0 mío cosió poterna Dr loara» aaomtam II co/som-Efsmi pnganettí: La botaría Ó Legnono: La pío maternamono, Luisa Miiler Oronda lo sen? al placido;fvfpfena Qjesto o quelo. Efa m (ü ijpía. La doono émoorte; tí watare: Ah sL ben mió. Dr queüa pira; La tronotaDe' m botítna ¡pinte / tespn sotaní: Gomo 07pianio; Smon Boctonegra.- Seito tnvompor, Aroloo: Sonóit sol di Sffw (vtíeme; Un bailo m maschera: Di'tuse fioefeAlo se m'é fimo cenjertí. Lo (wzo del destino. Oh tudte in seno agh oneeli; Don Cario: lofavxtíeol suo somso;Ardo: Celeste Aioo; Otetoo: DJOI mi polew scogliar,Nnin mi lema; Pahlaff Dal lobtro II canto estosiotoCario Bergonzi. tenor; Ríccirdo Cuslnelli. tenorfADflq); Wllllam EMn. bajo (I .-nnsntxlien) Orquesta!niew Philharmon& y Royai Phriharmonlc (Atülo t Imcanaáen)- Directores: Nello Samj y Lamberto Gardclll(Attila * I mosnodien: fragmetnoj proveniente»de lai respectivas integrales}. 3 CD PHILIPS 432486-2. ADD. 16112". Grababones: Londres. IX XyXH/l974íIX/l97I(Atn/a).pelosamente reproducidas, con lo quelas intenciones del compositor quedanadecuadamente atendidas; aunque puedacriticarse la rutinaria escapada a laoctava afta en el safto al do grave en lafrase Ed il cielo iraó sfdar. Rara avis tambiénese si bemol agudo, en piano, conun hábil falsete, en el final de Celeste Aida.La variedad del canto bergonzianoresplandece si se comparan los fragmentosfinales de la grabación, que correspondena las dos óperas postrerasdel músico, Ote/fo / Falstaff, la una destinadaa un tenor dramático, la Otra a untenor de gracia. Bergonzi no representónunca, que se sepa, la primera, cosa lógicateniendo en cuenta sus característi-una página, habitualmente destrozada yescasamente matizada (y teñe mucho cas vocales, su volumen, corto, y su timbre,fafto de mordiente auténtico. Peroque cantar) como la ligera y contrastadaDi" tu se fedele de Rallo: todas las indicacionesde morendo, diminuendo, staccoto, esas dos piezas que retratan la psicolo-es un placer escuchado desgranandocon slando, doldssimo, etc., están escru-Digitales EMIlas que de las mismas obras hiciera elcatedrático de la ironía y el buen humorde quien citábamos la frase al comienzo(estudio de sus reediciones en SCHER-ZO, 64). Comparadas esas versionescon las aquí comentadas de Tate, éstaspresentan una relación inversamenteproporcional a aquéllas en gracia -mínima-y precio -máximo-.En un mismo disco. Los Plonetas y laGuio de orquesta para jóvenes, con elañadido del rondó La venganza del moroAbdelazar para ¡lustrar la citada GulaGran interpretación de Sir Neville Marrineren la obra de Britten. Además,sonido grandioso con la Orquesta deMinnesota. La espectacular^dad del mismonos ha traído a la memoria la degía del moro (Dio 1 , me potevi y Niun mitema), usualmente cantadas a empellones,toscamente fraseadas. ¡Y qué levedadluego para dar con el tono adecuadoal lirico Fenton!Dos directores, aseados, de probadoprestigio en estas lides verdianas, dospracticones avezados, como Santi yGardelli, se encargan de apoyar y arroparcon profesional funcionalidad -sinmás y sin menos- al solista. Cuentancon dos orquestas londinenses de lujo,la Philharmonia (en sus tiempos deNew) y la Royal Philharmonic, y con lossiempre seguros Ambrosian Singens deMacCarthy, Toma de sonido cuidada, algoresonante a veces.Para amantes de(l) Verdi {tan pocasveces) bien cantado.Arturo Reverteraquel antiguo disco Mercury de Doraticon esta orquesta interpretando laObertura 1812 con cañones de WestPoint incluidos y que hizo las delicias auditivasde nuestro compañero en la secciónde Arta Fidelidad Alfredo Orozco.Andrew Davis firma una notable versiónde la obra de Holst al frente de esemuy buen conjunto que es la Sinfónicade Toronto. Destacable la atmósferacreada en Neptuno con el coro de niñosde la misma ciudad.Los Conciertos para violín de Mozartestán interpretados por Frank PeterZimmermann y Jorg Faeber, Orquestareducida, tempi relativamente moderadosy conveniente aire mozartiano a estamagistral música de juventud capazSCHERZO 81