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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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mexicana. Les bril<strong>la</strong>n los ojos y les timbra <strong>la</strong> voz cuando recuerdan <strong>la</strong>Revolución y todo un mundo heroico <strong>de</strong> combates y campañas. Se sueñan acaballo.Recuerdan a sus pueblos, sus ríos, sus templos, sus montes, sus fiestasreligiosas y sus fiestas patrias. Cuentan <strong>de</strong> los amigos, los hermanos,¡los padres!, y <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> novia que se quedó esperando... <strong>De</strong> pronto,todos cal<strong>la</strong>n, quebradas <strong>la</strong>s voces por <strong>la</strong> intensa emoción <strong>de</strong> <strong>la</strong> nostalgia.Pero siguen cabalgando en silencio, queriendo dibujar en <strong>la</strong> bruma quediluye los años idos, los colores y <strong>la</strong>s formas <strong>de</strong> sus antiguos panoramas.Los viejecitos mexicanos son tercos. Hágase ciudadano americano, papá,aquí vive y le conviene. ¡No! Orgullosos <strong>de</strong> su casta, les ofen<strong>de</strong> morircomo renegados. Se aferran a su anhelo, orgullosos y dignos, sin vivir enMéxico, morirán siendo mexicanos.Saben <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>la</strong>s penurias <strong>de</strong> sus antiguos pueblos. Conocen eldrama doloroso <strong>de</strong> sus hermanos. No ignoran <strong>la</strong> realidad <strong>de</strong> funcionarios <strong><strong>de</strong>l</strong>gobierno que traicionan y roban el pan <strong>de</strong> los humil<strong>de</strong>s, entre promesas ydiscursos falsos. ¡Ah! Pero no lo comenten propios o extraños. Entonces seles hinchan <strong>la</strong>s venas <strong><strong>de</strong>l</strong> cuello y gritan iracundos con el puño cerrado:¡No hablen <strong>de</strong> México, traidores <strong>de</strong>scastados! Pobre <strong><strong>de</strong>l</strong> que no los oiga, ariesgo <strong>de</strong> un bastonazo o <strong>de</strong> verlos morir <strong>de</strong> rabia, reventados. ¡Quéviejos! ¡Qué viejos tan orgullosos, tan nobles y tan mexicanos!Cuántas veces en <strong>la</strong> oscuridad que encubre <strong>la</strong> expansión <strong>de</strong> los sentimientosocultos, se habrán hume<strong>de</strong>cido <strong>la</strong>s arrugas <strong>de</strong> sus caras, pensando en losdías aciagos en que <strong>de</strong>jaron sus pueblos y a sus seres queridos. Unos, losrevolucionarios <strong>de</strong>rrotados y políticos perseguidos, que huyeron <strong>de</strong> <strong>la</strong>pasión <strong>de</strong> <strong>la</strong> venganza, <strong>de</strong> aquellos que se entronizaron como señores y amos<strong>de</strong> los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> México. Cuántos otros, los que han huido en éxodo <strong>de</strong>hambrientos, bur<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s <strong>frontera</strong>s en busca <strong>de</strong> esperanza y proteínas,pensaban en volver un día con dinero, a trabajar <strong>la</strong> tierra y a criar sufamilia en los campos <strong>de</strong> México. Ilusos, no se daban cuenta que los añosfluían, convirtiéndolos en ancianos, confinados a vivir i<strong>de</strong>alizando susquerencias, en un mundo tejido <strong>de</strong> gasolina, cemento y hierro; gastadas susenergías en tareas rudas, víctimas <strong>de</strong> prejuicios raciales, robadosmiserablemente en sus sueldos, fieles siempre a <strong>la</strong>s reminiscencias <strong>de</strong> suMéxico, para ser, al final, extranjeros en los mismos cementerios.<strong>De</strong> tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong> se juntan los hijos, nietos y biznietos en torno a estosviejos hermosos. Ellos sonríen con ternura cuando los niños los l<strong>la</strong>man¡tata! y en el fondo almacenan <strong>la</strong> amargura <strong>de</strong> no enten<strong>de</strong>rles nada. Lasúltimas generaciones <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scendientes no hab<strong>la</strong>n el lenguaje que elloshab<strong>la</strong>n. Entre los viejos y los niños se levantan mural<strong>la</strong>s <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras, quese van ol<strong>vida</strong>ndo, que se pier<strong>de</strong>n...Cuando cruces por Los Ángeles, raza, por San Francisco o San Diego, porTexas, Colorado, Arizona, Nuevo México, y por tantos estados y pueblos:fíjate en <strong>la</strong>s contraesquinas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s calles y en los grupos que se juntanen los parques. Por allí andan los viejecitos p<strong>la</strong>ticando. Por ahí andandon Ricardo, don Manuel, don Tomás, don Juan, don Pancho, don Ramón, donJesús, don Abe<strong>la</strong>rdo, don Ruperto, don José, don Matías, don Pablo y tantosy tantos... Grábate en tu memoria los gestos <strong>de</strong> sus caras. ¡Qué orgullo!¡Qué dignidad! ¡Qué casta <strong>de</strong> mexicanos!Sí, se nos van acabando... pero a lo <strong>la</strong>rgo y a lo ancho <strong>de</strong> estos campos <strong>de</strong>

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