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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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-Sí, y también mamá, hermanos y hermanas, viven en Sonora en un pueblitoque se l<strong>la</strong>ma El C<strong>la</strong>ro. Yo aquí vivo solo; pero cuando junte suficientedinero, volveré a reunirme con ellos...Carlitos se cruzó por el cuello y <strong>de</strong>bajo <strong><strong>de</strong>l</strong> brazo <strong>de</strong>recho el cinturón <strong><strong>de</strong>l</strong>que colgaba el cajón en que guardaba los enseres para lustrar zapatos. Uncajón <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> y pesado para su edad y cuerpo f<strong>la</strong>cucho. Como unahormiga que lleva un grano <strong>de</strong> trigo a cuestas, zigzagueó entre lospeatones. Ofrecía sus servicios con insistencia suplicante:-Por un dime le boleo los zapatos, señor. ¿Sí? Shoe shine! Shoe shine!Varios meses <strong>de</strong>spués, en pleno verano, fui testigo <strong>de</strong> un sucesoextraordinario. El protagonista principal era Carlitos, nada menos. Erauna <strong>de</strong> esas tar<strong>de</strong>s que flotan en un crepúsculo tejido <strong>de</strong> reminiscencias yensueños dorados. Yo me sentía nimbado <strong>de</strong> ilusiones y <strong>de</strong> una profundame<strong>la</strong>ncolía. En viernes, el centro <strong>de</strong> Tucsón, como todos los viernes, sepob<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> un número muy crecido <strong>de</strong> personas que cruzaban <strong>la</strong>s calles,entraban y salían <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tiendas. A <strong>la</strong> altura <strong><strong>de</strong>l</strong> Kress, <strong>la</strong> orquesta <strong><strong>de</strong>l</strong>Salvation Army ponía <strong>la</strong> nota alegre en el ambiente con un himno <strong>de</strong>bienaventuranza. Un par <strong>de</strong> mujeres, puestas en rumbos opuestos, estirabanun recipiente en una mano y con <strong>la</strong> otra sonaban una campanil<strong>la</strong>. Pedíanpara los pobres, aquellos que andaban <strong>de</strong> paso, hambrientos y sin techo. Yoobservaba en tantos rostros un mosaico <strong>de</strong> emociones, que iba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>alegría explosiva y los gritos coléricos hasta <strong>la</strong> tristeza cal<strong>la</strong>da y losmatices intermedios <strong>de</strong> <strong>la</strong> indiferencia y el cansancio. Hurgaba en otrasalmas <strong>la</strong> razón <strong>de</strong> mi propio ser, o buscaba quizá en <strong>la</strong>s multitu<strong>de</strong>s, losentes que habitarían <strong>la</strong>s nove<strong>la</strong>s en que uniría <strong>la</strong>s corrientes impetuosas<strong>de</strong> mi fantasía, dado a escribir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que muriera un día, hasta que losgallos cantaran el nacimiento <strong>de</strong> otro. En <strong>la</strong> esquina <strong>de</strong> Stone y Congress,don<strong>de</strong> solía sentarse aquel indio ciego que se abrazaba <strong>de</strong> un acor<strong>de</strong>ón eimpregnaba los ánimos con canciones mexicanas muy sentidas, hice alto paraoír <strong>la</strong> música y observar el paso <strong>de</strong> dos muchachas muy bonitas que hab<strong>la</strong>bany sonreían. En ese entonces estaba tan encendido <strong>de</strong> anhelos que buscabalos sueños antes <strong>de</strong> inventarlos, para saberme el más feliz, en ese miuniverso etéreo. Oscurecía; sin embargo, para mi sorpresa, a media cuadrafrente a una joyería, creí divisar una figura conocida. ¿Será posible quea estas horas an<strong>de</strong> Carlitos con su cajón a cuestas, por estas calles <strong>de</strong>Dios? Voy a ver si es él.-Carlitos, ¿qué haces por aquí todavía a estas horas? Mira nomás cómotraes <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> fatiga: <strong>la</strong>rga y con los ojos caídos. No hombre, no <strong>la</strong>amueles, vete a <strong>de</strong>scansar; ahí mañana será otro día. ¡Oyes! ¿Por quélloras, hombre? ¿Qué te pasa? A ver, p<strong>la</strong>tícame.-No, pos, que mi hermanita <strong>la</strong> Mary Helen necesita medicina. Dice mi 'amáque si no tenemos diez dó<strong>la</strong>res, mi hermanita no se aliviará pronto. Tienemucha calentura. Yo no quiero que se muera mi hermanita.¡Chihuahua!, me sentí inútil y torpe. No traía ni cinco centavos en micompañía. Aun así hurgaba entre los bolsillos <strong><strong>de</strong>l</strong> pantalón y <strong>la</strong> camisa,para ver si por mi<strong>la</strong>gro se topaban mis <strong>de</strong>dos con algún dinero. ¡Quiéntuviera diez dó<strong>la</strong>res! <strong>De</strong>s<strong>de</strong> hacía un mes estaba <strong>de</strong>sempleado con <strong>la</strong>angustia <strong>de</strong> no enviarle dinero a mi familia. Cómo socorrer al obrerito, miamigo, que ahora sufre y enseña <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperanza a flor <strong>de</strong> su mirada.Sucedió, entonces, algo tan extraordinario que no ol<strong>vida</strong>ré jamás. Carlitos

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