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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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el infeliz huacho. Parecía un <strong>de</strong>sgraciado huérfano recién <strong>de</strong>stetado por <strong>la</strong>ca<strong>la</strong>ca.«¡Cartas, Raza, cartas! ¡Para ti, para ti, al alba! Juanrobado, carta <strong>de</strong>Santa María Todo el Mundo». Leyó pa<strong>la</strong>bra por pa<strong>la</strong>bra juntando <strong>la</strong>s sí<strong>la</strong>bastrabajosamente. Cuando terminó se fue a escon<strong>de</strong>r sus lágrimas.«Al fin sabemos <strong>de</strong> ti Juan. ¡Cómo te extrañamos! Los niños lloran por ti;también yo. Creíamos que te había pasado algo. Con los 50 dó<strong>la</strong>res que nosmandaste compramos tantas cosas. Juan, a Lucita <strong>la</strong> volvió a ver el doctor,dice que no pasará <strong>de</strong> tres meses. Se <strong>la</strong> lleva el mal ese <strong>de</strong> <strong>la</strong> sangre quetú ya sabes, Juan. No hace más que recordarte, insiste en que le traigasuna muñeca rubia con ojos azules que diga, "mamá". En estos días cumpleseis años; sueña en tu llegada. ¡Vente, Juan, venta ya! Vale más tupresencia que todos los dó<strong>la</strong>res <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo. Contigo po<strong>de</strong>mos vivir hasta en<strong>la</strong> más negra <strong>de</strong> <strong>la</strong>s miserias, sin ti no, Juan. Te queremos mucho y teesperamos».Esa noche, el viento y <strong>la</strong>s hojas <strong>de</strong> los naranjos se p<strong>la</strong>ticaron cuentos <strong>de</strong>princesas. Mientras los <strong>de</strong>más yacían extenuados, Juanrobado cabalgaba a<strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s. Todo el cielo se impregnó <strong>de</strong> azahares. Cinti<strong>la</strong>ban el amor y<strong>la</strong>s sonrisas en <strong>de</strong>stellos <strong><strong>de</strong>l</strong>entejue<strong>la</strong>s. Un arroyo cristalino puso acantar a <strong>la</strong>s piedras. Por cada lágrima que se <strong>de</strong>sprendía <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong>Juanrobado, nacía un lucero.Juanrobado había cruzado el territorio a trote. Ni el tupido ramoso <strong>de</strong> losmontes había mermado su paso. Ni los páramos espinosos testos <strong>de</strong>serpientes lo habían <strong>de</strong>tenido en su carrera. Tampoco <strong>la</strong>s barrerassobrepuestas <strong>de</strong> mural<strong>la</strong>s arenosas lo habían doblegado. Por su misma patriacruzó ignorado ante una humanidad henchida <strong>de</strong> indiferencia. Como a unextranjero que sufriera el mal <strong>de</strong> <strong>la</strong> lepra, evadían su presencia y lecerraban <strong>la</strong>s puertas. Su hambre y su <strong>de</strong>samparo inspiraban pavor, como sise tratara <strong>de</strong> una enfermedad mortal y contagiosa. Lo habían robado <strong>de</strong>s<strong>de</strong>antes que naciera, esc<strong>la</strong>vos fueron sus padres, esc<strong>la</strong>vos sus abuelos yesc<strong>la</strong>vos todos aquellos que habían p<strong>la</strong>ntado <strong>la</strong>s raíces <strong>de</strong> su ser en eltiempo. Por más que el concepto libertad y <strong>de</strong>mocracia fuera pregonado contan insistente monotonía, <strong>la</strong> realidad cruda y sangrienta subsistiríadisfrazada.. A los fuertes el po<strong>de</strong>r, <strong>la</strong> abundancia y <strong>la</strong> impunidad para suscrímenes y robos; <strong>la</strong> miseria, el olvido, y el castigo injusto siprotestan, para los débiles. Lloró esa noche Juanrobado hasta que se lepusieron los ojos colorados como <strong>la</strong>s naranjas redondas y suaves que bañael sereno. Sabía en lo más hondo que también él era esc<strong>la</strong>vo y que sus<strong>de</strong>scendientes rodarían a su vez por <strong>la</strong> pendiente <strong><strong>de</strong>l</strong> dolor, <strong>la</strong> ignoranciay el <strong>de</strong>samparo.«Tengo que irme. Ya no aguanto. Ora mesmo me pelo pa mi pueblo. ¡Ay, miprobe vieja y los escuincles! Mi niña, Lucita, con sus ojos gran<strong>de</strong>s ytristes y, pos, quiere una muñeca, güera dice, quesque con los ojosazules. Orita mesmo me güelvo pa' mi tierra».Ya trota y trota, a mediotrayecto un viejo chicano lo sube a su auto. Así con aire acondicionado síse vale. No hay como andar en auto. Para andar a pata ahí están losanimales. ¡Qué lindo ronroneo! A <strong>la</strong> ru ru ru, duérmete niño, duérmete ya.Ahora a <strong>la</strong> inversa, al<strong>la</strong> va Juanrobado con rumbo a <strong>la</strong> <strong>frontera</strong>. Es dueño<strong>de</strong> una fortuna: 150 dó<strong>la</strong>res que le arrancó al áureo océano a cambio <strong>de</strong>jornadas animalescas. ¡Nunca había sido dueño <strong>de</strong> tanto dinero! Juanrobado

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