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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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tangible con <strong>la</strong> que se diera <strong>la</strong> síntesis <strong>de</strong> dos cuerpos y dos almasacriso<strong>la</strong>dos en una entidad única. Yo había atestiguado ya <strong>la</strong> sublimidadhumana trascendida en letras en <strong>la</strong> obra piramidal <strong>de</strong> novelistas y poetas<strong>de</strong> rango universal. Por sobre el testimonio entrañado en <strong>la</strong> poesía, exigíami corazón, ve<strong>la</strong>do por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> <strong>la</strong> fantasía, una prueba concreta <strong>de</strong><strong>la</strong>mor y su existencia verda<strong>de</strong>ra. No <strong>la</strong> potencia <strong>de</strong> mi espíritu so<strong>la</strong>menteansiaba <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> tal misterio, sino que mi juventud tan nueva ysusceptible a <strong>la</strong> sorpresa me rec<strong>la</strong>maba a gritos <strong>la</strong> consumación <strong><strong>de</strong>l</strong> amorcon <strong>la</strong> pasión y el imperativo con que <strong>la</strong> carne <strong><strong>de</strong>l</strong> varón se entrega a <strong>la</strong>carne <strong>de</strong> <strong>la</strong> hembra. Por eso me enamoré con locura <strong>de</strong> el<strong>la</strong> sin guardarme <strong>de</strong>riesgos o tragedias, porque ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre vivía enamorado <strong><strong>de</strong>l</strong> amor comosólo pue<strong>de</strong> enamorarse un poeta que ha sabido <strong>de</strong> <strong>la</strong> soledad y convivido con<strong>la</strong>s penas. Suele ser el amor tan gran<strong>de</strong> como ha sido su ausencia y <strong>la</strong>ilusión <strong>de</strong> su espera.Seguía bebiendo. ¡Otra vez a <strong>la</strong>s andadas! Me puse a forjar más y mássueños. En a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte nutriría a <strong>la</strong> realidad con esfuerzo aunque en ello mefuera <strong>la</strong> <strong>vida</strong>. Estudiaría con tesón; trabajaría sin <strong>de</strong>scanso, lucharíacontra todo y contra todos para que mis sueños no cayeran pulverizados alprimer tropiezo. Llegaría a tener una esposa amada y los hijos nuestrosserían verda<strong>de</strong>ros universitarios, no impostores <strong>de</strong> personalida<strong>de</strong>s vanas,ni limosneros <strong>de</strong> una felicidad interesada. Naufragó mi mente trastornadaen los remansos <strong>de</strong> una <strong>la</strong>guna <strong>de</strong> alcohol, me hundía; <strong>de</strong>svarié en voz alta;ardía como cirio. «¿Acaso es <strong>la</strong> realidad <strong>la</strong> madre <strong>de</strong> los ensueños?» «Sí, ysi es ésta raquítica y anémica, los pare y los con<strong>de</strong>na a una muerteinstantánea».Bebí y seguí bebiendo. Entreví en mi <strong><strong>de</strong>l</strong>irio a muchos hombres sudorososextenuados por <strong>la</strong> fatiga; escarbaban con picos, accionaban pa<strong>la</strong>s; entreellos reconocía rostros <strong>de</strong> mis compañeros alienados que se <strong>de</strong>sgañitabangritando en un espacio en que <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad se saturaba <strong>de</strong> maldiciones y <strong>de</strong>polvaredas. ¿Cómo pudieran sobrevivir los sueños? Pues, haciendo <strong>de</strong> <strong>la</strong>realidad una hembra fuerte y sana, que les dé <strong>vida</strong> y los nutra para quecristalicen y no se diluyan como <strong>la</strong>s nubes que el sol se traga. Grité ygrité; los que me ro<strong>de</strong>aban reían convulsos <strong>de</strong> mi locura. ¿Qué es <strong>la</strong>realidad? Díganme, infelices, ¿Qué es <strong>la</strong> realidad? Que venga un<strong>de</strong>sgraciado y me <strong>la</strong> explique. Se me volvía <strong>la</strong> cabeza una ol<strong>la</strong> <strong>de</strong> grilloscon rabia. Las preguntas y <strong>la</strong>s respuestas se sucedían en una danzaridícu<strong>la</strong>. Un <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras rebel<strong>de</strong>s salían a lomo <strong>de</strong> i<strong>de</strong>asborrachas; se pan<strong>de</strong>aban <strong>de</strong> reír a carcajadas entre hipos y sarcásticasmuecas. El<strong>la</strong> estaba viva y cerca, era real y bai<strong>la</strong>ba en <strong>la</strong> pista mejil<strong>la</strong>contra mejil<strong>la</strong> con un joven apuesto <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra importancia. Seguramenteque lo abrazaba con ansias, viéndolo <strong>de</strong> cerca con sus ojos hermosos;pensando quizá que era él, al fin, su príncipe <strong>de</strong> oro. En mí <strong>la</strong> rabia y <strong>la</strong>tristeza me arrancaban ya improperios, ya lágrimas. Algo acababa <strong>de</strong> moriren lo profundo <strong>de</strong> mi espíritu al mismo tiempo que algo misterioso emergía<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s raíces más potentes <strong>de</strong> mi alma.Regresé a pie con el alba. Era el cielo un reguero <strong>de</strong> cenizas entre <strong>la</strong>sque bril<strong>la</strong>ban como brasas moribundas unas cuantas estrel<strong>la</strong>s. Antes <strong><strong>de</strong>l</strong>legar a mi posada se alzó el sol frente a mí con toda su potestadarbitraria. Embargado <strong>de</strong> coraje, todavía con los ojos húmedos, lo vi <strong>de</strong>frente y le grité mostrándole <strong>la</strong> diestra con el puño cerrado: ¡Lucharé

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