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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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-¡El mar! ¡El mar! ¿Que pasó aquí, papá? ¡Cuántos soldados! No, mismuchachitos, son pitahayas y sahuaros. ¡Miren el <strong>de</strong>sierto! Yo lo crucé apie: es <strong>de</strong> arena y es <strong>de</strong> fuego.-¡Cuánta alfombra! ¡Cuánta, cuánta, cuánta alfombra mágica! Son espaldasmojadas que vue<strong>la</strong>n hacia los EE. UU. ¿Por qué, papá? Porque los pesosflotan y uno pue<strong>de</strong> vo<strong>la</strong>r encima <strong>de</strong> ellos, pero no sirven para comprarcomida. A<strong>de</strong>más, se <strong>de</strong>slizan <strong>de</strong> entre <strong>la</strong>s manos.-¡Miren! Miren, un mar <strong>de</strong> oro. Ahí trabajé yo en esos naranjales. Ahí,ahí, ahí.-¡Papá! Papá, a Lucita se le cayó su muñeca rubia. No llores mi niña, nollores.-Alfombrita <strong>de</strong>valuada alfombril<strong>la</strong> alfombrita ¿dón<strong>de</strong> quedó <strong>la</strong> muñeca <strong>de</strong>Lucita? ¿Dón<strong>de</strong> quedó <strong>la</strong> muñeca? La muñeca, <strong>la</strong> muñeca, <strong>la</strong> muñeccaaa.-Señor, señor, <strong>de</strong>spierte, ya llegamos. ¿Qué le pasa? Ya estamos en <strong>la</strong><strong>frontera</strong>.-Perdón... ¡qué sueño tan extraño!Ya está, Juanrobado, en <strong>la</strong> ciudad fronteriza, nimbado <strong>de</strong> los fogonazos <strong><strong>de</strong>l</strong>mediodía. Antes <strong>de</strong> pasar <strong>la</strong> cerca divisoria, <strong>de</strong> regreso a México, estandotodavía en territorio norteamericano, le vuelve a <strong>la</strong> mente con niti<strong>de</strong>z <strong>de</strong>relámpago el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> su niña: <strong>la</strong> muñeca rubia <strong>de</strong> ojos azules. ¡Dios mío!-¿Cuánto costará una muñeca?Los clientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran tienda fronteriza contemp<strong>la</strong>n al mexicano conextrañeza. Tiemb<strong>la</strong> <strong>de</strong> miedo, asustado <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras inglesas, aquellujo, aquel<strong>la</strong> inmensidad <strong>de</strong> cosas bel<strong>la</strong>s, <strong>de</strong> gentes tan elegantes, y eljuego <strong>de</strong> espejos que lo repiten todo hasta el infinito. Juanrobadoencuentra a <strong>la</strong> muñeca <strong>de</strong> su niña enferma: «¡Es <strong>la</strong> misma que vio ensueños!». La empleada méxicoamericana le sentencia: «Son 75 dó<strong>la</strong>res señor.Es lo que cuesta esta muñeca». Juan se queda petrificado; piensa uninstante y en otro contemp<strong>la</strong> a <strong>la</strong> beldad <strong>de</strong> porce<strong>la</strong>na. <strong>De</strong> pronto <strong>la</strong>abraza, <strong>la</strong> acaricia ¡<strong>la</strong> besa! La gente se <strong>de</strong>tiene y lo observa. Algunoscuchichean y ríen. Otros mueven <strong>la</strong> cabeza: «¡Vaya espectáculo!». No envano afirman ciertos señores que el mexicano no va a Gringuía espoleadopor <strong>la</strong> miseria, sino que se aventura en tierra extranjera con <strong>la</strong> obsesiónfija <strong>de</strong> conquistar a <strong>la</strong>s <strong>de</strong>ida<strong>de</strong>s rubias y gozar a plenitud <strong>de</strong> sus blondasbellezas. Ahí está <strong>la</strong> prueba. Ese loco <strong>de</strong>sarrapado está acariciando a unamuñeca. Los momentos se eternizan: «¡Son 75 dó<strong>la</strong>res, señor!». Juan noescucha. Sólo viaja en su alfombra mágica tejida con pesos, y hab<strong>la</strong>incoherencias. Se acerca un policía <strong>de</strong> ésos que vigi<strong>la</strong>n en <strong>la</strong>s tiendas.Juan extrae <strong>de</strong> <strong>la</strong> cintura un pañuelo mugroso, le <strong>de</strong>shace los nudos ycuenta billetes con manos temblorosas y una excitación que le convierte alos ojos en extrañas criaturas. Ahora se <strong>la</strong> dan envuelta, sale embargado<strong>de</strong> ternura.Ya cruza <strong>la</strong> línea fronteriza, Juanrobado, entre un gentío que multiplicasus pasos, tal un hormiguero alborotado. Le aletea el corazón como palomarecién <strong>de</strong>capitada. ¿Quién lo <strong>de</strong>tiene? Por el cielo, por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> <strong>la</strong>tierra o sangrando sus pies por <strong>la</strong>s superficies afi<strong>la</strong>das, <strong>de</strong>rrumbará loshorizontes. Ni ríos, ni montañas, ni tempesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>tendrán su marcha <strong>de</strong>regreso hasta Santa María Todo el Mundo. Ya en su casa, <strong>de</strong>snuda <strong>de</strong> todaprotección, abrazará a los suyos con todo el universo <strong>de</strong> cariño queencierra su querencia. A su niña moribunda le dirá con aire victorioso:

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