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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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ciudad, fábricas, tú sabes; en los EE. UU. es socio <strong>de</strong> empresasfinancieras. Mi papá es un hombre <strong>de</strong> negocios, pero yo soy una románticaempe<strong>de</strong>rnida. ¡Ay! me ganan los sentimientos. Mi papá me dice que <strong>de</strong>bo sermenos sensible y más práctica, pero al corazón ¿quién le gana?Sin ningún rubor le seguí mintiendo a el<strong>la</strong> tan sincera. Acababa <strong>de</strong>inventarme un sueño que yo mismo creí en aquel momento, sin <strong>la</strong> más mínimaduda. ¿Acaso no me chamuscaba <strong>la</strong>s pestañas <strong>de</strong> turbio en turbio y <strong>de</strong> c<strong>la</strong>roen c<strong>la</strong>ro para arrancarles sus secretos a los gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong> <strong>la</strong>sletras? A<strong>de</strong>más, era el<strong>la</strong> tan extraordinariamente hermosa que bien valíatodo un universo <strong>de</strong> fantasías, y <strong>de</strong> mentiras un mundo entero. Por horas yhoras bai<strong>la</strong>mos y nos p<strong>la</strong>ticamos gran<strong>de</strong>zas. El<strong>la</strong> me hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> su estirpearistocrática, <strong>de</strong> sus amista<strong>de</strong>s <strong>de</strong> alta alcurnia y <strong>de</strong> sus múltiplespertenencias: autos, ranchos, tiendas, hoteles <strong>de</strong> lujo, comidas exóticas,paseos a ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> leyenda. Yo <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ba ale<strong>la</strong>do, presa <strong>de</strong> unenamoramiento instantáneo que me comprometía ante los más solemnesjuramentos. Le hablé <strong>de</strong> libros imaginarios, <strong>de</strong> padres solventes, <strong>de</strong>triunfos académicos y <strong>de</strong> un futuro todavía más bril<strong>la</strong>nte que el mismolucero <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana. Le p<strong>la</strong>tiqué con enfático convencimiento que tenía aun familiar cercano en <strong>la</strong> Casa B<strong>la</strong>nca, ministro él <strong>de</strong> asuntos hispánicosen el gobierno estadouni<strong>de</strong>nse, que mis hermanos en México eran médicos yabogados notables <strong>de</strong> mucho prestigio y fama. El<strong>la</strong> persistía en sumarriquezas cuantiosas. Resultó ser, para mi consternación, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>Terrazas, aquél que afirmaba que él no era <strong>de</strong> Chihuahua sino que Chihuahuaera <strong>de</strong> él. El mismo <strong><strong>de</strong>l</strong> que sus coterráneos rezaban «<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Dios,Terrazas».Terminó el baile al filo <strong>de</strong> <strong>la</strong> madrugada. El<strong>la</strong> marchó con sus amigas, yo apie rumbo a mi humildísima morada: dos sil<strong>la</strong>s paticojas, una mesa agónica<strong>de</strong> mírame y no me tientes, una cama zamba hundida <strong>de</strong> en medio a modo <strong>de</strong>columpio, amén <strong>de</strong> cobijas hebrudas como caldo <strong>de</strong> queso. <strong>De</strong> <strong>la</strong> malditacocina y el <strong>de</strong>sgarriate <strong>de</strong> trastos engusanados no quiero ni acordarme.Antes <strong>de</strong> llegar a mi alojamiento me había topado con <strong>la</strong> alborada y fuitestigo dichoso <strong>de</strong> un nacimiento <strong>de</strong> sol más sublime que el más portentoso<strong>de</strong> los espectáculos. Tucsón, coronado <strong>de</strong> montañas con <strong>la</strong> majestad <strong>de</strong> unantiguo rey <strong><strong>de</strong>l</strong> Anáhuac en tierras <strong>de</strong> Aztlán, surgió risueño yesplendoroso. Dob<strong>la</strong>ron <strong>la</strong>s campanas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Catedral <strong>de</strong> San Agustín. Unaprocesión <strong>de</strong> feligreses, <strong>la</strong> nueva raza mestiza, se a<strong>de</strong>ntró al santorecinto a dar gracias al Todopo<strong>de</strong>roso por <strong>la</strong> luz, el agua, los alimentos,<strong>la</strong> alegría <strong><strong>de</strong>l</strong> alma y el orgullo <strong>de</strong> vivir en un pueblo cuyas raíces sefincan muy hondo en <strong>la</strong> edad <strong>de</strong> antepasados indígenas y <strong>de</strong> los primeroseuropeos avecindados en <strong>la</strong> Pimería Alta. Los miles <strong>de</strong> sahuaros centenariosque guardan a Tucsón, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus lin<strong>de</strong>ros saludaron al rey sol con <strong>la</strong> misma<strong>de</strong>voción <strong>de</strong> <strong>la</strong> orgullosa y antigua realeza incaica.Al son <strong>de</strong> mis pasos seguía gozando <strong>la</strong> mañana. Las cosas, antaño ignoradaspor obvias, ahora cobraban singu<strong>la</strong>ridad y brillo, me sonreían. A <strong>la</strong>generosidad <strong>de</strong> árboles y p<strong>la</strong>ntas correspondía a mi paso con otras tantassonrisas. ¿Quién le enseñó a cantar a éstos? me dije, al oír a los pájarosquebrar <strong>la</strong> esca<strong>la</strong> <strong>de</strong> notas en un número tan crecido, cuyas tonalida<strong>de</strong>sparecieran un universo en explosión, atomizándose en una gloriosadiversidad <strong>de</strong> trinos. Las piedras, marcas <strong>de</strong> lin<strong>de</strong>ros, proyectiles o murosen potencia, me inspiraron ternura, tal si fueran espíritus encantados <strong>de</strong>

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