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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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Pero Cresencio, tú estás hab<strong>la</strong>ndo <strong><strong>de</strong>l</strong> Güero Paparruchas. ¿Y qué <strong>de</strong> tu tatadon Nacho? También tenía lo suyo, lo mismo los <strong>de</strong>más viejos. Eran comolibros a los que jamás se les agotaban <strong>la</strong>s páginas. Bueno, pues ni modo,se fueron. Ahora cuando alguien cuenta algo dice: como <strong>de</strong>cía don Teófilo,don Lalo... Sí, qué viejos, lástima que no sean eternos.Ambrosio CenizaAmbrosio Ceniza no parecía tener sangre. Los ojos se le miraban secos yencuevados como perros <strong><strong>de</strong>l</strong> mal. Chaparro y dientón, parecía mono <strong>de</strong> hueso,forrado <strong>de</strong> cuero <strong>de</strong> un prieto aterronado. Aparentaba ser alto a fuerza <strong>de</strong>esquelético. Cualquiera en su sano juicio hubiera jurado que AmbrosioCeniza no tenía panza, mucho menos tripas. Sin embargo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> figura <strong>de</strong>Ambrosio Ceniza emanaba una energía siniestra. Por eso en cuanto llegó aFire<strong>la</strong>nd fue respetado por <strong>la</strong> plebe sin siquiera hab<strong>la</strong>r una so<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra;bastaba con su mirada misteriosa <strong>de</strong> hombre muerto. Ambrosio Ceniza habíallegado por el <strong>De</strong>sierto <strong>de</strong> Sonora, sin agua. Todos lo supieron sólo converlo porque en ese campo, cual más, cual menos, se habían topado con el<strong>de</strong>sierto para llegar a Gringuía.Durante el verano, Fire<strong>la</strong>nd se convierte en estufa <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>de</strong>monio, y lostrabajadores en leña. Ambrosio Ceniza llegó en una tar<strong>de</strong> que se ibaachicharrada. Se <strong>de</strong>jó caer <strong>de</strong> espaldas en <strong>la</strong> tierra con los brazos en cruzy no <strong>de</strong>spertó hasta otro día. Los <strong>de</strong>más mojados se miraron entre sí sinhacer el menor comentario.Los extensos campos agríco<strong>la</strong>s que ro<strong>de</strong>an Fire<strong>la</strong>nd y se extien<strong>de</strong>n al ValleImperial están prácticamente pegados a <strong>la</strong> <strong>frontera</strong>, muy vigi<strong>la</strong>dos por losbor<strong>de</strong>r patrols, no obstante están saturados <strong>de</strong> espaldas mojadas. <strong>De</strong> otromodo se per<strong>de</strong>rían cosechas y los agricultores tendrían que pagar sueldosaltos, subirían <strong>la</strong>s legumbres y <strong>de</strong>más productos <strong><strong>de</strong>l</strong> campo a precios muyelevados y tendrían más éxito los huelguistas.Ambrosio Ceniza se instaló al aire libre, al pie <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor, como suscompañeros. Vivían a <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> tres fresnos alineados. Preferían losárboles a entrar a aquel<strong>la</strong>s casuchas tan reducidas y calientes, ya viejasy construidas <strong>de</strong> una ma<strong>de</strong>ra tan corriente que no ofrecían mayorprotección. Al fin que a un <strong>la</strong>do corría un canal con agua <strong><strong>de</strong>l</strong> Colorado y acuyo amparo se habían criado aquellos fresnos que les daban consuelo,aunque a <strong>de</strong>cir verdad eran sombras perforadas, porque <strong>la</strong>s hojas sequemaban con los lengüetazos <strong>de</strong> lumbre a que estaban expuestas. La brigadaa don<strong>de</strong> se allegó Ambrosio Ceniza constaba <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 30 mojados. Empezabana trabajar a <strong>la</strong>s tres <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana y paraban a <strong>la</strong> una <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong> porquepara entonces ya <strong>la</strong> temperatura fluctuaba entre 120 grados hasta llegar a125 o más. A esas horas empezaban a caer los inso<strong>la</strong>dos con <strong>la</strong>s entrañaschamuscadas, los que seguían vivos quedaban «picados» pero a otros no lesquedaba aliento para contar el percance a nadie más.Otro día cuando los espaldas mojadas volvieron <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor vieron que elhombre seguía <strong>de</strong> espaldas, algunos se inclinaron a percibir su aliento,pues, su aspecto era cabalmente el <strong>de</strong> un muerto. Siguió así por unashoras. Lo <strong>de</strong>spertaron <strong>la</strong>s voces y se puso <strong>de</strong> pie dispuesto a bañarse en el

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