12.07.2015 Views

De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

por su parte, les había hecho ac<strong>la</strong>raciones:-Órale batos, qui tamos pa danos en <strong>la</strong> madre, pónganle al jale y ebriborijepi, sino achar piojos potro <strong>la</strong>o. Ta güeno, pistellen agua, pero nuaganve<strong>de</strong>ra más que pura madre, ¿okey?, ¡okey!Jimmy junior notó que Ambrosio Ceniza, el hombre que se c<strong>la</strong>vaba en <strong>la</strong><strong>la</strong>bor sin beber agua ni levantar <strong>la</strong> cabeza, había ido a beber dos veces enmenos <strong>de</strong> media hora. En tono con<strong>de</strong>scendiente, casi cariñoso, comentó:-Yo pienso que Ambrosio toma cerveza durante <strong>la</strong> noche. Don't you think so?Eddy le respondió con una mirada oblicua que pudo leerse, «Ya arreg<strong>la</strong>ré yoa ese vato».Por espacio <strong>de</strong> varios días, Ambrosio Ceniza <strong>de</strong>dicó <strong>la</strong>s tar<strong>de</strong>s a comer conferoz <strong>de</strong>sesperación. Por más que tragaba y tragaba, tratando <strong>de</strong> contentarel hambre <strong>de</strong> sus ancestros, lo que engullía no le hacía mayor bulto, sinembargo, se le aflojó <strong>la</strong> piel <strong>de</strong> los cachetes y se le corrió en bolsas amodo <strong>de</strong> ronchas. Durante <strong>la</strong>s horas <strong>de</strong> trabajo, se arrastraba AmbrosioCeniza, poseído <strong>de</strong> dolores en todos los huesos e intensa fatiga. A<strong>de</strong>más, acada momento iba tras el agua con <strong>la</strong> lengua seca y se prendía con ganas <strong>de</strong>sorberse los mares todos. Su resistencia se <strong>de</strong>smoronaba a los ojos <strong>de</strong>todos, también a los <strong>de</strong> Mister Jimmy. Éste se acercaba a Eddy Pérez y le<strong>de</strong>cía con voz suave, sonriente el azul límpido <strong>de</strong> su mirada: Aquel hombreskinny no pue<strong>de</strong> trabajar. Eddy a su vez aprobaba con <strong>la</strong>dino gesto y unamirada dulce con que mimbaba a su patrón.Eddy Pérez dio en afi<strong>la</strong>r su cuchillo <strong>de</strong> palo en <strong>la</strong>s espaldas <strong>de</strong> AmbrosioCeniza, y <strong>de</strong> allí a picotearle los ojos, <strong>la</strong>s costil<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> nuca. Hasta queaquel<strong>la</strong> situación hizo crisis para consternación <strong>de</strong> todos aquellos quienesfueron testigos <strong>de</strong> tan extraordinario suceso.Como <strong>de</strong> costumbre, aquel sábado atar<strong>de</strong>cido regresaban los mojados <strong><strong>de</strong>l</strong>supermarket. Al llegar al campo, como era rutina, ro<strong>de</strong>aron a AmbrosioCeniza, para ver un tanto <strong>de</strong> sos<strong>la</strong>yo aquel ritual con que <strong>de</strong>senvolvíaquesos y jamones. En esta ocasión estaban intrigadísimos por un bulto<strong>la</strong>rgo que no sabían que pudiera ser. Eddy Pérez, como era el que lostransportaba, solía quedarse entre los espaldas mojadas por algunosminutos. Ahora estaba a un <strong>la</strong>do <strong><strong>de</strong>l</strong> icebox, junto a Ambrosio Ceniza, conun bote <strong>de</strong> cerveza en <strong>la</strong> mano, <strong>la</strong> vista atenta a los movimientos <strong><strong>de</strong>l</strong>hombre esquelético. Ambrosio Ceniza se quitó <strong>la</strong> camisa, <strong>de</strong> entre <strong>la</strong>scostil<strong>la</strong>s <strong>de</strong>senfundó el cuchillo a tiempo que escupía un horrendo,¡chingada madre! Quien más, quien menos, se quedaron conge<strong>la</strong>dos con elgrito <strong>de</strong> Eddy Pérez, cuando Ambrosio Ceniza hundió el cuchillo en el bultoy <strong>de</strong>sgarró el forro. La cuchil<strong>la</strong>da <strong>de</strong>scubrió un hacha <strong>de</strong> un hierrodisfrazado <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ta. Empuñando el mango con suma agilidad mandó Ambrosioun tremendo hachazo. Sintió que se le hundiría en el cuello, cada uno <strong><strong>de</strong>l</strong>os mirones. El hachazo <strong>de</strong>scargó sobre <strong>la</strong> caja <strong>de</strong> hielo. Ambrosio Cenizasiguió golpeando su icebox con tanta rabia que no tardó en hacer<strong>la</strong> trizas.Seguido empezó a tirar comida a dos manos. Ya vo<strong>la</strong>ba un embutido, ya unagallina frita, todo lo <strong>de</strong>sparramaba. Por unos segundos permaneció estáticocon los brazos caídos, seguido habló con los dientes apretados y <strong>la</strong> vozronca:-Con questa es <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia, ¿eh? El mismo pinchi cuentoeterno, darse en <strong>la</strong> madre pa otros cabrones, como el Mister Jimmy ése.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!