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De la vida y del folclore de la frontera - Folklore Tradiciones

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marrano, no me vas a creer que...Muerte y nacimiento <strong>de</strong> Manuel Amaril<strong>la</strong>sA Manuelillo lo mataron en <strong>la</strong> <strong>frontera</strong> cuando apenas tenía 17 años <strong>de</strong>edad. En el caso <strong>de</strong> Manuel Amaril<strong>la</strong>s, <strong>de</strong>cir «lo mataron» significa que locosieron, o <strong>de</strong>scosieron más bien, con disparos <strong>de</strong> metralleta. Le hicieronperforaciones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> los pies hasta los cabellos. Tuvo unaso<strong>la</strong> <strong>vida</strong> y se le fugó por mil boquetes. Había llegado a Nogales con <strong>la</strong>i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> cruzar a los Estados Unidos a como diera lugar. Manuelilloirradiaba miseria y <strong>de</strong>so<strong>la</strong>ción. Por eso cuando se le acercó un tipo muybien vestido que <strong>de</strong>scendió <strong>de</strong> carrazo nuevo, y le preguntó que si queríaganar mucho dinero, Manuelillo sonrió, y siguió al hombre hasta elinterior <strong><strong>de</strong>l</strong> auto. Este sacó un <strong>de</strong>sodorante que tenía a mano y fumigó aManuel <strong>de</strong> extremo a extremo. Luego partieron.Cuando muy niño cuidaba a sus hermanitos, hacía mandados a los vecinos, ycon mucha frecuencia salía con una taza en <strong>la</strong> mano a tocar puertas: Quedice mi 'amá que le dé tantita azúcar. Que si tiene unos frijolitos porfavor, que aluego se los va a volver. ¿Dón<strong>de</strong> andas, con<strong>de</strong>nado renegrido?Tu hermano a chille y chille y tú paradote como si nada. Yo no sé dón<strong>de</strong>carga el alma ese chamaco en esa miseria <strong>de</strong> cuerpo. Para qué quieres quete dé trabajo, mocoso, si te andas cayendo solo. Eres una lumbre para <strong>la</strong>ropa, Manuel. Mírate los pantalones todos llenos <strong>de</strong> agujeros. Puesfriégate <strong>de</strong> frío. ¡Ay, sí, pues, no vaya a ser! Quiere zapatos elseñorito. Manuel, trae <strong>la</strong> leña. Manuel, pí<strong><strong>de</strong>l</strong>e harina a doña Chole; traeagua <strong><strong>de</strong>l</strong> pozo, muchacho. ¡Limpia a tu hermana! ¡Manuel! pues, ¿qué no tefijas como anda <strong>de</strong> embarrada? ¡Te voy a matar a palos Manuel! ¿Cuándo comeManuel? ¿Cuándo <strong>de</strong>scansa Manuel? ¡Puro trabajar y trabajar! En cuanto mecrezcan <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>s me iré <strong>de</strong> aquí y nunca, nunca volveré. Su miserablehumanidad, chaparra y <strong>de</strong>sgarbada, daba i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un perro callejero,hediondo y hambriento. La naturaleza, irónicamente, lo había proveído <strong>de</strong>gran<strong>de</strong>s dientes. Nunca podía cerrar <strong>la</strong> boca; o le faltaba piel o lesobraban dientes. Manuelito tenía <strong>la</strong> particu<strong>la</strong>ridad <strong>de</strong> traer siempreabierta <strong>la</strong> boca. En Nogales se le abrió más. <strong>De</strong> chamaco lo motejaban susamigos <strong>de</strong> «dientes <strong>de</strong> burro ca<strong>la</strong>bacero».Casi todo era nuevo para él. Vagó por el centro <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong> ciudadfronteriza por días enteros. Ya noche, se embobaba mirando el sin fin <strong>de</strong>carros en marcha. Viniendo <strong>de</strong> frente simu<strong>la</strong>ban un río <strong>de</strong> fuego y <strong>de</strong> paso,otro <strong>de</strong> masa ígnea escar<strong>la</strong>ta. Largos ratos se prendía con obsesión acontemp<strong>la</strong>r <strong>la</strong> carátu<strong>la</strong> <strong>de</strong> un enorme reloj crucificado en una pared muyalta. Don<strong>de</strong> lo tumbaba el sueño se hacía liacho para que no se lo comierael frío. No se hartaba <strong>de</strong> mirar. Le entretenía ver pasar los coches yapresar algún gesto <strong>de</strong> los que iban <strong>de</strong>ntro. Si alguien iba sonriendo,también sonreía él. Si p<strong>la</strong>ticaban, también él murmuraba cosas. Se cansó <strong>de</strong>contar tiendas y come<strong>de</strong>ros, orgulloso <strong>de</strong> atestiguar tanto aparato.Festejaba <strong>la</strong> fortuna ajena. Así gozó <strong>la</strong> gu<strong>la</strong> <strong>de</strong> otros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus mira<strong>de</strong>ros.Arrastraba su humanidad metido en un ensueño que se <strong>de</strong>shebraba enmonólogos incoherentes. Tropezó a muchos que andaban amo<strong>la</strong>dos como él,

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