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Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

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Silvio Rodríguez: Lapón, sí, <strong>de</strong> los indios <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> Noruegay <strong>de</strong> Suecia, que viven en el ártico; un cuchillo lindo, con una fundamuy linda, me lo rega<strong>la</strong>ron en Noruega.Or<strong>la</strong>ndo Castel<strong>la</strong>nos: ¿Y qué tiempo hace que estás coleccionandoarmas b<strong>la</strong>ncas?Silvio Rodríguez: Hace bastantes años. Lo que pasa es que, aveces, en el ajetreo <strong>de</strong> los viajes se me olvida ir por los lugaresdon<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong>n encontrar curiosida<strong>de</strong>s; pero otras veces alguien<strong>de</strong>scubre que a mí me interesan <strong>la</strong>s armas b<strong>la</strong>ncas y me <strong>la</strong>s rega<strong>la</strong>n.Esto me recuerda que en cierta ocasión estuve en casa <strong>de</strong>Horacio Guaraní; cuando él vivía en Madrid tenía colgado en <strong>la</strong>pared un cuchillo bellísimo; más bien era una daga, con su fundaque parecía <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ta, su empuñadura muy bien <strong>la</strong>brada; una dagapreciosa, pequeña y <strong>de</strong> un filo extraordinario en <strong>la</strong>s dos hojas.Encima <strong>de</strong> <strong>la</strong> daga estaba puesto un manuscrito <strong>de</strong> un amigo argentino<strong>de</strong> él, explicándole por qué le enviaba esa daga. Y es querealmente el arma tenía una historia absolutamente siniestra:esa daga había matado prácticamente a <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> personas.yo no me acuerdo muy bien <strong>de</strong>l cuento, pero yo sí sé que <strong>la</strong> dagaera una cosa terrorífica (risas). Entonces yo tomé <strong>la</strong> daga y <strong>la</strong>saqué <strong>de</strong> su funda, y con el índice y el pulgar cogí los dos filos y<strong>la</strong> fui a voltear, y eran tan filosas <strong>la</strong>s hojas que <strong>la</strong> daga, con supropio peso, corrió hasta <strong>la</strong> empuñadura y me hizo dos buenaszanjas en cada yema <strong>de</strong> <strong>de</strong>do.Or<strong>la</strong>ndo Castel<strong>la</strong>nos: ¡No me digas!Silvio Rodríguez: Sí, era <strong>de</strong> un filo extraordinario; entonces,si Horacio Guaraní está oyendo esta conversación en algúnlugar…Or<strong>la</strong>ndo Castel<strong>la</strong>nos: Es posible, es posible que te esté oyendoahora.Silvio Rodríguez: O allá en Argentina, seguramente se va hareír mucho.Or<strong>la</strong>ndo Castel<strong>la</strong>nos: (risas) Y tienes, más o menos, ¿cuántasarmas b<strong>la</strong>ncas?Silvio Rodríguez: Debo tener veinte armas b<strong>la</strong>ncas. Déjame <strong>de</strong>cirteque tengo otro hobby que últimamente, producto <strong>de</strong>l trabajo,no he ejercitado tanto, y es el <strong>de</strong> <strong>la</strong> astronomía.Or<strong>la</strong>ndo Castel<strong>la</strong>nos: Sí, ese sí lo sabía; sé que tienes inclusoequipos. Una vez hab<strong>la</strong>mos algo <strong>de</strong> eso, pero fue muy breve.22

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