Excodra XXX: La danza

cutante. Quien baila oficia, para sí mismo y para los demás. Rito y ceremonia
de todos para con todos. Dice Jan Fabre que el artista está condenado
a repetir sus rituales hasta la muerte, y su Ángel de la Muerte,
ese ángel que protagoniza una de sus obras teatrales, afirma que ama
la repetición y que baila siempre porque es todo lo que puede hacer:
flotar y bailar. Bailar y bailar, como ritual infinito. Bailar hasta que salga
de escena, hasta que retome el ritual del abandono, del dejar de hacer,
del dejar de repetir.
Me interesa mucho esta relación: ¿Qué aporta la danza al teatro
y, el teatro a la danza?
Escribía Artaud que la multitud sale a buscar las verdades a la calle,
y que es por ello por lo que en su teatro el espectador está en el centro;
y el espectáculo, a su alrededor, rodeándolo y atravesándolo. Y escribía
también que la poesía está en las ferias, en los circos y en los bailes. Sí,
en los bailes. En su teatro, los pies que acompañan desordenadamente
a los ritmos forman parte de un lenguaje concreto que penetra en la
sensibilidad y que enlaza con los órganos. Teatro y danza directos a las
tripas, directos a provocar esa emoción que no necesita de palabras, directos
a perpetrar la ceremonia sobre las tablas. Tanto en el teatro
como en la danza, la carne debe mostrarse a flor de piel. La palabra y el
gesto se dan la mano, se entregan mutuamente. Como anotaba Tadeusz
Kantor en sus lecciones, no se representa lo previamente escrito sino
que el drama nace cuando se hace el espectáculo. No debe haber una
construcción mimética. No hay un lugar artístico, sino que existe el lugar
real. La danza es. El teatro es. Y son en ese lugar en el que ambos
se enlazan entre sí y se enlazan con los órganos. Pina Bausch afirmaba
que jamás dijo "éste es el escenario", sino que tal lugar lo creaba a medida
que lo bailaba.
Se me viene la imagen de cómo se bailaba en los años 20, en los
80 y ahora, sólo hay que echar un vistazo por la red para darse
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