Este encuentro con lo sagrado a través del movimiento corporal y la <strong>danza</strong> nos devuelve a nuestros orígenes y nos permite conectar con nuestro ser más profundo, dejando que el alma emerja, se comunique, se exprese. Así facilitamos sanar cualquier huella o herida que hayamos acumulado en nuestro camino de vida. A través de nuestro cuerpo, de nuestro baile, nos exploramos, descendemos a las cavernas interiores y nos elevamos hacia afuera, damos luz a nuestro inconsciente y a nuestro ser creativo. Un ejemplo práctico de esta transformación nos la muestra el film The Rythm Is It! (2004), dirigido por Thomas Grube y Enrique Sánchez <strong>La</strong>nsch, que explica una propuesta educativa, en la cual doscientos cincuenta jóvenes se suben al escenario para representar <strong>La</strong> Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. A través de las enseñanzas del coreógrafo Royston Maldoom, niños y adolescentes que nunca habían bailado experimentan variados estados de ánimo, descubren facetas escondidas de sus personalidades y trabajan sus emociones con el cuerpo. En la época que vivimos, resurge con fuerza el deseo ancestral de encontrar aquello que se oculta en los rincones más recónditos de nuestro ser para enfrentarnos a nuestros miedos y nuestras dificultades, para explorar nuestras potencialidades creativas y para volver a lo esencial, a los orígenes, recuperando, a través del arte, lo más profundo y espiritual del ser humano. Ese regreso a lo esencial fue explorado, de manera fiera e implacable, por la celebrada bailarina y coreógrafa Pina Bausch. Todas sus obras tratan sobre la condición humana y exhiben con severidad los sentimientos de las personas, haciendo partícipe al público y confrontándole con su propia experiencia vital. Mujer de pocas palabras, valoraba la emoción en su estado más puro y sincero: “Para ello hay que dejar que cada cual se exprese según sus motivaciones internas”. De esta forma, a través de desnudar los sentimientos en sus coreografías, Pina Bausch retomaba la creación y el arte de la <strong>danza</strong> como el único paliativo de la tragedia de la existencia. “<strong>La</strong> vida es expresión, energía, y hay que seguirla”, decía. <strong>La</strong> otra opción sólo es morir. Quizás por eso, nos han quedado impregnadas muchas de las frases de su sencilla filosofía: “Bailen, bailen, de lo contrario estamos perdidos”. <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 58 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>
Hoy, también en nuestra sociedad, la <strong>danza</strong> se mantiene en toda su función ritual, incólume y retadora, haciendo resonar en nosotros la voz de toda la humanidad, como una fuerza generadora e inspiradora. Hoy, la <strong>danza</strong> sigue liberando al ser humano de la necesidad y de la utilidad. Y es gracias a ese poder que es capaz de conmover y al mismo tiempo transportar tanto al que baila como al que asiste a su <strong>danza</strong>, hacia otra realidad. CS <strong>La</strong> <strong>danza</strong> 59 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>
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RITA ORELLANA Mujer, mediterránea
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JOSÉ MANUEL RAMÓN José Manuel Ra
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