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Excodra XXX: La danza

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Marcel Proust decía que nuestros brazos y piernas están llenos de memorias<br />

durmientes del pasado. Y esas memorias se despiertan a través<br />

del movimiento.<br />

En este aspecto, nadie como Carl Gustav Jung ha indagado tan profundamente<br />

en el camino de integración entre el cuerpo y la psique.<br />

Para Jung no existe diferencia entre ambos. El cuerpo es la base para la<br />

construcción de una identidad (el Self), para la experiencia de ser y estar<br />

en el mundo. En la memoria corporal está grabado quienes somos y<br />

lo que somos, nuestra parte finita y la intuición de lo ilimitado que representamos.<br />

Por su parte, la psique va más allá de la consciencia humana,<br />

es un entramado complejo que abarca nuestra parte inconsciente<br />

(donde también se ubica el instinto), también una parte consciente y<br />

nuestra dimensión espiritual. Jung afirmaba que el inconsciente sólo<br />

puede ser experimentado en el cuerpo (a través de sensaciones físicas,<br />

emociones y afectos), es donde se vivencia el alma humana, mientras<br />

que el alma es la experiencia psicológica del cuerpo. A través de una<br />

actividad corporal, del movimiento y la <strong>danza</strong>, podemos vincular la<br />

conciencia a los niveles más profundos de la psique, que puede revelarse<br />

con toda su numinosidad. <strong>La</strong> experiencia promovida por el baile sugiere<br />

una actuación conjunta de cuerpo y alma con el objetivo, entonces,<br />

de llegar a la totalidad. De esa experiencia emana la creatividad y<br />

su poder de transformación. Y de transgresión. Y de trascendencia.<br />

Así explica su vivencia, la bailarina Mary Wigman durante la creación<br />

de una de sus coreografías:<br />

“Al principio, sentí su llamada, como una apelación que viene de lejos<br />

emergiendo de las tinieblas. Era como una fuerza que atraía mi mirada<br />

hacia lejanas honduras, obligando a mis brazos a que se extendieran y se<br />

elevasen. Pero, ya desde los primeros pasos, era forzada a parar, como si<br />

mi cuerpo hubiera sido traspasado y estuviera pegado al suelo como por<br />

un poder mágico. Algo estaba allá, una presencia innegable, un polo<br />

opuesto a mí. <strong>La</strong> tensión creada imponía a mi cuerpo una torsión, arqueaba<br />

fuertemente mi espalda, estiraba mis brazos, creando en mí un sentimiento<br />

de desamparo y desesperación. ¡Basta! ¡Ya es suficiente! No, no<br />

quiero separarme, sino, al contrario, vivir plenamente esta experiencia”.<br />

<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 57 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>

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