Excodra XXX: La danza

jeté. El gesto hierático, muñeca de porcelana vestida de tul. En sincronía
con el golpeteo de la vara, repite una y otra y otra vez los ejercicios.
Cuando baila es incansable. Tantos años de estudio han dado su fruto,
mañana debuta con El Cascanueces, es su gran oportunidad. Tiene grabado
cada paso, cada movimiento, cada postura del cuerpo, cada giro.
Orgullosa mira a su maestro y ambos sonríen. ¡Perfecto! ¡Está perfecto!
Mañana seguro que cosechas un gran éxito.
Qué fuerza... ¿Qué misterio es el que empuja al hombre desde el albur
de los tiempos?
Se mueve, trepida, late con la música que improvisa con palos, batiendo
palmas, perfeccionando instrumentos. Hay un impulso interior
que le estimula a mover el cuerpo. Desde tiempos ancestrales, en sus ritos
de fertilidad imita con sus movimientos y adornos las danzas de
cortejo de algunos animales. De allí parte todo, ésa es la semilla que ha
germinado y se ha hecho bosque ramificándose en todas las culturas. El
ser humano se las ha apropiado y las ha enriquecido con el fin primero
del apareamiento. Con el tiempo nos hemos emancipado del fin inicial,
aunque siempre forma parte de él. Bailar es erótico. La voluptuosidad
del baile empapa cada movimiento. No importa si son cuerpos vestidos
los que se balancean seductores o cuerpos desnudos batiendo la tierra
con los pies.
Un día escuché decir a alguien: “Un hombre o una mujer que baila
bien, es un buen amante”. Va más allá de ese simple concepto. Hay parejas
que se desplazan en una armonía que sólo ellos entienden. Acoplados
entre sí, desconectados de la música, encuentran su consonancia.
Otros, danzarines impecables, a pesar de estar enlazados en lo que
parece una estampa insuperable, van cada uno por su lado. Ejecutan
técnicamente frígidos movimientos que no encuentran resonancia en su
compañero.
Para mí danzar es escuchar el latido de la sangre, impulso, cadencia,
dejarse llevar, atacar con brío para sosegarse luego, navegar por las ondas,
cerrar los ojos, ceñirse a un cuerpo, voltear, enloquecer, saltar, mover
las caderas, abrazar la esencia, cimbrearse como un junco, sentir la
Excodra XXX 48 La danza