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Excodra XXX: La danza

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1945<br />

Abigail Serrano<br />

<strong>La</strong> primavera tocaba a su fin cuando conoció a Madame Gorrión.<br />

Volvía de la fábrica. Sus padres no regresarían a casa esa noche, ni<br />

ninguna otra. Engullirían, ansiosos pero sin ganas, el rancho reglamentario<br />

y se acurrucarían en su catre, su madre hacinada entre cientos de<br />

mujeres huesudas y desteñidas como ella y, su padre, lo propio con tantas<br />

o más docenas de hombres que, por algún motivo, no habían podido<br />

incorporarse al servicio militar. No por eso dejaban de contribuir al<br />

sacrificio de la patria, construyendo piezas de aviones que en breve se<br />

estrellarían contra objetivos enemigos al grito de “¡Banzai!”. <strong>La</strong> única<br />

diferencia estribaba en que el lema de los kamikazes resonaría para<br />

siempre en la memoria del país, mientras que los aullidos y las muertes<br />

de los patriotas anónimos que les daban las alas, proferidos entre explosiones<br />

y quemaduras, quedarían demasiado ahogados por la miseria<br />

como para ser anotados en alguna página de la Historia.<br />

Estaba anocheciendo y corría una brisa templada que le hacía estremecerse<br />

de vez en cuando. El joven Yoshihiko entornó los ojos y se frotó<br />

los brazos al tiempo que seguía caminando. El rugido que gorgoteó<br />

en su estómago le recordó al de los furgones militares que recorrían la<br />

ciudad, ronroneando como famélicos gatos callejeros, con la bandera<br />

del sol naciente ondeando orgullosamente por encima de las cabezas de<br />

los oficiales. Cruzó el puente que atravesaba el estrecho canal y, al llegar<br />

a la otra ribera, un olor tentador le abofeteó sin piedad. Movido por<br />

un instinto primario más fuerte que la cautela se acercó al portal de<br />

aquella casa de dos pisos, desvencijada y tocada por la mano inmisericorde<br />

del paso del tiempo. Había una brocheta de pescado y un cuenco<br />

de sopa dispuestos sobre una bandeja de madera, pero eso no fue lo<br />

que más impresionó al chico, a pesar del hambre que le mordisqueaba.<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 22 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>

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