Excodra XXX: La danza

que los transfigura en fuerza, poder y gracia. El cuerpo tiene su propio
lenguaje y nos habla del sentido de la Tierra, de sus contracciones y
distensiones, del ritmo de la Naturaleza y del Universo (el ritmo está en
todo), de la sabiduría más profunda que se halla tras el pensamiento,
las palabras y los sentimientos. Los pies aprenden antes que el espíritu,
son los que recogen la fuerza vital de la tierra y mueven esa energía
para despertar la acción mediante la expresión rítmica del cuerpo.
Quien baila, se expresa con cada uno de sus movimientos, a través de
la conjunción de todos ellos y alcanza ir más allá, dado que la danza no
se identifica con una sola parte del cuerpo o con todas, sino que experimenta
su totalidad, la unidad de cuerpo y mente. Así se ha revelado
siempre.
El ser humano ha bailado a lo largo de su historia para expresarse,
comunicar y celebrar sus cambios y transformaciones individuales y sociales.
En el arranque de las civilizaciones, la danza se inició como una
manifestación natural de la vitalidad y la expresividad humana así
como una acción de catarsis, de liberación de impulsos, asistida también
por el juego y por los primeros acompañamientos sonoros de manos
y pies. La suma de esos movimientos y sonidos repetitivos se fue
transformando en ritos ancestrales cuya función era servir de vía de
contacto con los dioses, para rendir culto a la naturaleza y para exteriorizar
los propios sentimientos, necesidades o temores. La danza ejerció
una singular función en el desarrollo de los ritos mágicos y las creencias
religiosas. El repertorio esencial de los ritos de los pueblos ancestrales
estaba constituido por danzas paroxistas y orgiásticas, danzas fálicas
y de fecundidad, bailes guerreros y totémicos así como danzas sacras.
En la danza ritual se refleja una gran parte de la vida y la tragedia
humana, manifestándose en los ritos de vida y muerte (nacimiento, iniciación,
fertilidad y cosecha, fallecimiento, matrimonio…) y en un profundo
sentido de culto (veneración a los fenómenos naturales como expresión
de los dioses, enseñanzas y conexión con lo sagrado). En el
mundo primitivo la vida se consideraba la manifestación de los dioses
en la Tierra y, por ello, toda la existencia se experimentaba desde un
lugar sagrado. Por ello, la danza primitiva era primordialmente de ca­
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