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Excodra XXX: La danza

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conservo en mi memoria la instantánea de sus caras aterrorizadas ante<br />

el cañón de mi revólver, segundos antes de que empiece ese otro baile<br />

de sangre y pólvora. Nombres de moteles baratos y apartados de las<br />

ciudades a las que llego para llevar a cabo mi trabajo; lugares solitarios<br />

y lánguidos donde no existen las preguntas ni nadie se queda con tu<br />

puta cara. Nombres de ciudades de las que sólo mantengo intacto ese<br />

olor de la sangre y de la pólvora.<br />

Mi vida también es un puto baile entre carreteras por las que recorro<br />

cientos y cientos de kilómetros sin llegar nunca a la recta que se dibuja<br />

en el horizonte. Cientos de miles de kilómetros de carreteras secundarias<br />

que van uniendo ciudades a ciudades, de las que tras mi paso<br />

borro sus nombres de la memoria, al igual que el asfalto se esfuma en<br />

el retrovisor de mi viejo coche hasta olvidar que por él se ha pasado.<br />

Noches desgastadas en oscuras habitaciones de moteles solitarios<br />

que conforman, sin embargo, un único recuerdo de mi fútil existencia.<br />

Noches de furia y olvido. De disparos a quemarropa por la única razón<br />

de que alguien ha decidido pagarme por ello.<br />

A pesar de los centenares de noches quemadas en esos putos moteles<br />

destartalados y míseros de nombres intermitentes en luz de neón,<br />

no he llegado a acostumbrarme a dormir en sus habitaciones prestadas.<br />

Nunca he llegado a sentir la más mínima comodidad entre el acre olor<br />

a alcantarilla del váter y el polvo en suspensión que sale de los residuos<br />

tóxicos de sus anticuadas moquetas, gastadas por el paso eventual de<br />

miles de pies y coloreadas con los cercos de manchas de restos orgánicos,<br />

que aún conservan allí su rastro. Tampoco soporto el tacto áspero y<br />

desapacible de las sábanas recién lavadas en tintorerías de chinos, que<br />

huelen a desinfectante barato y que están salpicadas de recuerdos pálidos<br />

de otros miserables que entre ellas durmieron, o se agitaron desnudos,<br />

lascivos y sucios, posiblemente durante el acto irreflexivo de abrazar<br />

y babear la carne alquilada por un rato de una triste ramera de bajo<br />

valor. Y cuando hablo de valor, no me refiero al precio que se pague<br />

por esa ración de amor efímero, caótico y displicente, porque si algo he<br />

aprendido en mis noches —en las más rectas y en las más torcidas—, es<br />

que el valor de una puta no se mide por lo que cuesta su servicio, sino<br />

<strong>La</strong> <strong>danza</strong> 15 <strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong>

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