Excodra XXX: La danza
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ácter religioso y de valor simbólico, dado que se configuraba como un<br />
medio de comunicación entre el hombre y los dioses, una forma de veneración<br />
destinada a invocar la manifestación de los poderes sobrenaturales.<br />
Incluso los mismos <strong>danza</strong>ntes encarnaban a los propios espíritus<br />
en muchos rituales, algunos de los cuales (en algunas tribus y grupos<br />
indígenas) aún se conservan. De esta forma, el bailarín hace presente<br />
el mundo que está más allá de los fenómenos, se entrega al movimiento<br />
y crea un camino de conexión hacia lo más profundo de su ser.<br />
Este aspecto transformador, intrínseco a la <strong>danza</strong>, de conexión entre<br />
lo profundo del ser humano y lo más elevado y espiritual, se ha mantenido<br />
intacto en algunas culturas primitivas actuales. Indígenas de todo<br />
el mundo ubican la <strong>danza</strong> y la oración en el mismo nivel de relevancia.<br />
<strong>La</strong> posibilidad de trascenderse o superarse a través de la <strong>danza</strong> ha sido<br />
puesta de relieve por filósofos, bailarines, psicólogos y pensadores. Para<br />
Friedrich Nietzsche, que identificaba al espíritu libre con el espíritu bailarín,<br />
éste es el atributo más sugerente de la <strong>danza</strong>. Nietzsche valoraba<br />
el baile como la máxima expresión de la vida, en la que los rígidos preceptos<br />
sociales y todo lo grave y lo pesado podían ser superados por su<br />
ligereza. Y para representar ese proceso transformador se ayudaba de<br />
la figura de Dionisio, la deidad griega más vinculada con el arte de la<br />
<strong>danza</strong>. Dionisio representa el éxtasis y el entusiasmo, es el dios de la<br />
vida y de la muerte, de la transformación y la renovación. Por un lado,<br />
Dionisio nos traslada a la experiencia corporal del baile, a la expresión<br />
de los impulsos vitales, a la forma más expresiva de decir sí a la vida,<br />
que los griegos elevaron a la categoría de arte, junto a la música y la<br />
poesía.<br />
Mediante la <strong>danza</strong>, la vida penetra en el cuerpo, provocando un estado<br />
que permite experimentar y comprender la vida, escuchando los<br />
modos de decir del cuerpo. Modos que pueden transformar y sublimar<br />
a la persona y que, según Nietzsche, transforman al que baila en una<br />
obra de arte en sí misma. Aquél que no <strong>danza</strong>, pues, no se siente vivo.<br />
Porque el baile, como muestra Dionisio, también es un camino hacia la<br />
alegría de vivir, hacia la esencia de la vida. Danzar lleva consigo transfigurarse,<br />
nadie se siente igual antes y después de bailar, permite el<br />
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