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Excodra XXX: La danza

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impedir una temprana vocación para la que alguien cree estar irremisiblemente<br />

destinado acaba por convertirse en una obsesión imprudente<br />

que conlleva riesgos peligrosos.<br />

Sé muy bien cuánto debo al señor Chamberlain el descubrimiento<br />

de la escultura que me distrajo de mi particular fijación en la <strong>danza</strong>. Él<br />

me enseñó a deleitarme con los clásicos griegos, tan importantes en mi<br />

formación, y a apreciar mejor a Rodin, al que yo ya admiraba. Me descubrió<br />

métodos antiguos fascinantes y me aconsejó acerca de los profesores<br />

adecuados para mi singular talento. Era un gran experto y un<br />

gran maestro. Sólo una sombra se interpuso entre nosotros cuando yo,<br />

atrevida discípula, dejándome llevar por la efusión, me aventuré a revelarle<br />

la idea que me rondaba desde hacía tiempo. Comprendo que no se<br />

mostrara receptivo y hasta que resultase un tanto huraño ante mi peculiar<br />

punto de vista. Pero no entendí su desdén cuando le sugerí con modestia<br />

la idea de conectar la <strong>danza</strong> y la escultura. <strong>La</strong>mentablemente su<br />

repentina muerte dejó abierta esa grieta entre nosotros.<br />

A pesar de la alta estima en que tenía su juicio, después de su irreparable<br />

desaparición continué profundizando en la idea de vincular las<br />

dos artes, en las posibilidades de su entendimiento. Llegué incluso a<br />

publicar artículos, no demasiado exhaustivos, lo confieso, que levantaron<br />

acalorados comentarios dándome alguna publicidad que alentó mi<br />

devenir artístico.<br />

Fue por entonces, hace apenas unos meses (¡pero qué lejanos ya!),<br />

cuando planeé la exposición titulada: LA DANZA ERÓTICA: UNA MIRADA DE<br />

BRONCE. Si algo me hubiese hecho dudar de su conveniencia, el entusiasmo<br />

de mi representante lo habría superado con creces arrojándome<br />

al trabajo sin vacilar. Así lo hice, en parte sintiendo que era mi deber<br />

más inmediato.<br />

Tardé bastante tiempo en la planificación. Ardua tarea la de rescatar,<br />

en honor al Sr. Chamberlain, el antiguo método de la cera perdida<br />

a la manera de la fundición de bronce primitiva. Sabía de antemano la<br />

difícil elaboración de esta técnica artesanal fundada en hacer cada imagen<br />

con cera de abejas, cubrirla con una capa de arcilla, ponerla al horno<br />

hasta que estuviera bien cocida, abrir un agujero para que saliera la<br />

<strong>Excodra</strong> <strong>XXX</strong> 10 <strong>La</strong> <strong>danza</strong>

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