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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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Corriendo desesperadamente con todas sus fuerzas, intentando dejar todos los<br />

recuerdos atrás, avanzó como una exhalación. La acera se estrechaba<br />

ligeramente cerca del puente, pero caminó hasta el final. Entonces se detuvo<br />

jadeando.<br />

El puente tenía cuatro carriles y se extendía por una parte del río situada justo<br />

debajo de la catarata Western Falls. Cerca había una planta de tratamiento de<br />

aguas residuales que utilizaba la corriente natural del río para ayudar a depurar<br />

las aguas. El agua era oscura, veloz, turbulenta y peligrosa; más de un pescador,<br />

mientras pescaba en el trecho río arriba, había resbalado y se había ahogado en<br />

la fuerte corriente producida por las necesidades de la planta y por la caída de<br />

seis metros creada por la naturaleza y ay udada por los ingenieros de principios<br />

de siglo. Pero la planta apenas funcionaba y a y las industrias que habían surgido<br />

en sus aledaños habían cerrado, de manera que ahora lo único que parecía tener<br />

vida eran las aguas negras, arremolinadas y crecidas por la lluvia.<br />

Incluso la pequeña valla, que se suponía tenía que evitar que la gente se<br />

acercase demasiado al peligro, estaba deteriorada. <strong>Un</strong>a señal amarilla<br />

descolorida advertía al transeúnte de los riesgos. No muchas personas utilizaban<br />

el paso al lado del puente.<br />

Era un buen lugar para que una persona consumida por la desesperación<br />

muriese.<br />

Sarah se inclinó e intentó recuperar el aliento. De repente levantó la vista.<br />

« Pronto» , pensó.<br />

« Ahora en cualquier momento. Pelirroja Dos.»<br />

Había llegado la hora.<br />

« Catorce puntos, ocho tiros fallidos, un par de asistencias y hemos ganado<br />

por once.»<br />

Pelirroja Tres se había sentado sola en el asiento habitual en la parte trasera<br />

de la furgoneta del colegio. Incluso después de su sólida, casi espectacular,<br />

aportación a la victoria del equipo, la seguían dejando sola en el viaje por<br />

carretera. Le habían dicho los rutinarios « buen partido» y « bien jugado» y<br />

dado unas cuantas palmadas inmediatamente después, pero para cuando el vapor<br />

de las duchas en el vestuario del equipo visitante se había disipado y se habían<br />

peinado los rizos mojados, Jordan ya había regresado a su habitual estatus de<br />

marginada y eso era con lo que había contado.<br />

Estaba sentada en la última fila con el rostro pegado al cristal de la ventanilla.<br />

Notaba el frío contra la frente, pero tenía calor y estaba sudorosa. Las otras<br />

chicas del equipo estaban enzarzadas en varias conversaciones. El entrenador y<br />

su ay udante estaban en los dos asientos delanteros.<br />

Jordan había jugado en ese colegio media docena de veces desde que había

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