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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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en las gradas se produce una oleada de alivio que choca contra olas de<br />

decepción. La euforia y la decepción son como corrientes opuestas en un canal<br />

estrecho a medida que cambia la marea. Al igual que el océano se ve obligado<br />

por la naturaleza a ir en distintas direcciones, las emociones vienen y van. El<br />

Lobo Feroz se regocijaba de la sensación palpable de indecisión que lo rodeaba.<br />

Sentía cómo la liberación y la frustración batallaban en el ambiente enrarecido<br />

del gimnasio. Ganadores y perdedores.<br />

Estaba sumamente orgulloso de Pelirroja Tres. Le encantaba cómo había<br />

luchado en todas las jugadas y cómo había aprovechado todos los errores que su<br />

homóloga había cometido. Le pareció poder degustar el sudor que le apelmazaba<br />

el pelo y que le brillaba en la frente. « Es una jugadora nata» , pensó. El afecto y<br />

la admiración no hicieron sino aumentar el deseo que sentía de matarla. Se sentía<br />

atraído hacia ella, como si exudara alguna fuerza magnética que solo él sentía.<br />

Dejó escapar un « ¡Sí! ¡Así me gusta!» bien fuerte, igual que cualquier otro<br />

padre o espectador que llenaba las gradas.<br />

Cerró la libreta y se introdujo un lápiz en el bolsillo de la chaqueta. Más tarde,<br />

en la intimidad del despacho donde escribía, repasaría las observaciones<br />

anotadas. Al igual que un periodista, las notas rápidas del Lobo Feroz tendían a ser<br />

crípticas: palabras sueltas como « ágil» , « desagradable» , « dura» y « fiera»<br />

mezcladas con descripciones más largas, como « parece poseída por el juego» y<br />

« no parece que hable con nadie más en la cancha, ni de su equipo ni del<br />

contrario» . Ni bobadas ni ánimos. Nada de chocar los cinco con las compañeras<br />

del equipo. Nada de « impactante» , o gritos de « ¡Y uno!» dirigidos a la<br />

oposición. Nada de golpearse el pecho con autocomplacencia de cara a la<br />

galería. Solo una intensidad singular que en todo momento supera a las nueve<br />

jugadoras restantes en la cancha.<br />

Más otra observación deliciosa: « El pelo de Pelirroja Tres hace que parezca<br />

que está en llamas.»<br />

Al Lobo Feroz le costaba apartar la mirada de Pelirroja Tres pero sabía que<br />

cada movimiento que hacía era como estar en un escenario, por lo que se obligó<br />

a desviar la vista y a observar a otras jugadoras. Le resultó casi doloroso. Aunque<br />

sabía que nadie le estaba mirando, le gustaba imaginar que « todo el mundo» le<br />

observaba en todo momento. Tenía que dar en el blanco y pronunciar ciertas<br />

frases en el instante preciso, para no diferenciarse de cualquiera de las personas<br />

que atestaban las gradas descubiertas de madera.<br />

La gente que le rodeaba estaba levantándose, estirándose, recogiendo los<br />

abrigos, preparándose para marcharse, o, si eran estudiantes, buscando las<br />

mochilas o bolsas con libros. Se atrevió a mirar por encima del hombro al<br />

recoger la chaqueta para observar al equipo —con Pelirroja Tres en última

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