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Un Final Perfecto - John Katzenbach

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Se dirigió rápidamente pasillo abajo. Con cada paso, la música se iba<br />

desvaneciendo tras ella. Al final del pasillo se detuvo. A su derecha había una<br />

escalera, a su izquierda otro pasillo que llevaba a los servicios. Habría profesores<br />

vigilando todos los lavabos. Era un lugar obvio para que las parejas se metiesen<br />

mano a toda prisa o para tragarse con rapidez una pastilla o esnifar cocaína. Los<br />

chavales que querían utilizar el baile como tapadera para fumar marihuana<br />

siempre eran lo bastante listos como para salir al exterior para que el revelador<br />

olor de la droga no pudiese ser detectado por las narices de sabueso de los<br />

profesores.<br />

Las escaleras de la derecha bajaban a una segunda planta donde se<br />

encontraban los estudios de dibujo y de escultura.<br />

Jordan miró por encima del hombro, se había convertido en algo habitual<br />

asegurarse de que no la seguían, y entonces voló escaleras abajo.<br />

<strong>Un</strong> profesor que hacía rondas cada quince minutos más o menos vigilaba los<br />

estudios, que eran uno de los lugares preferidos para enrollarse. Jordan pretendía<br />

esquivar estos lugares tan obvios y salir por una puerta de la planta baja y,<br />

pegada a las sombras, dirigirse hasta al edificio contiguo, el de Ciencias y Física.<br />

Parecía como si fuese un prisionero de guerra que esquiva las torres de control y<br />

a los guardias.<br />

Estar en el último curso y llevar cuatro años en el colegio era una ventaja.<br />

Para cuando llegaba el momento de la graduación, y a se conocían todas las<br />

pequeñas manías y las idiosincrasias del colegio, por ejemplo, que las puertas no<br />

las cerraban con llave.<br />

Jordan ignoró las aulas que estaban nada más entrar y bajó por unas<br />

escaleras. Los laboratorios estaban abajo y sus ventanas no daban a los<br />

principales pasajes y patios del colegio sino a los campos de deporte. Estaba<br />

oscuro, la única luz era la del edificio de Arte, donde se celebraba el baile, que<br />

estaba bien iluminado. Estaba en silencio; el ruido de sus zapatillas deportivas al<br />

golpear el suelo y su respiración era lo único que se oía cerca, todo lo demás era<br />

el rhythm and blues y el rock and roll de la banda que tocaba en el edificio de al<br />

lado.<br />

Jordan se paró en la puerta del tercer laboratorio y la abrió. El interior era<br />

negro y gris. Distinguía las sombras de los aparatos del laboratorio colocados<br />

sobre mesas amplias donde los alumnos hacían los experimentos.<br />

—¿Karen? ¿Sarah? —susurró.<br />

—Estamos aquí —respondieron desde la sombra de una esquina.

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