Un Final Perfecto - John Katzenbach

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En lugar de hacer esto, se dirigió a la página web de un noticiario local, con objeto de consultar la previsión meteorológica de la semana. Sabía que para su plan del martes lo mejor sería una lluvia fría y constante. Pero antes de consultar el tiempo, un breve y enigmático titular de un resumen de noticias le llamó la atención: El funeral por la ex maestra se celebrará el sábado.
35 Pelirroja Dos se preguntó: « ¿Qué puede decir uno sobre su propia muerte? O, quizá, ¿qué te gustaría que otra persona dijese? ¿Fui una buena persona? Tal vez no.» Sarah forcejeó con las ideas que inundaban su cabeza. Se sentía atrapada entre la vida y la muerte. El sonido amortiguado de los disparos parecía el de truenos lejanos y penetraba en los gruesos protectores de oído que llevaba. En la cabina de al lado, la directora de Lugar Seguro disparaba a toda velocidad con una pistola de 9 mm y llenaba el aire de furiosas explosiones. Sarah levantó el arma de su marido muerto, la sujetó con las dos manos de la forma en que le habían enseñado, la apuntó a la silueta negra de un hombre de cartón que sujetaba un cuchillo grande con una expresión furiosa y una cicatriz en la mejilla y en el pecho una diana pintada y apretó tres veces el gatillo. Dudaba de que el objetivo se pareciese mucho al Lobo Feroz, pero no había manera de saberlo. El retroceso le envió ondas expansivas por los brazos, pero en el fondo estaba contenta de no haberse tambaleado hacia atrás o haberse caído, pues era lo que había esperado. Levantó la vista y echó una ojeada al campo de tiro. Vio que dos disparos habían quedado en el borde de la diana, pero el tercero había destrozado el mismísimo centro del papel. No sabía si correspondía al primer disparo o al último, pero estaba contenta de que al menos uno habría sido mortal. —Así me gusta —dijo la directora, mientras se inclinaba sobre la pequeña división que separaban las galerías de tiro—. Intenta controlar la desviación del arma hacia un lado o hacia el otro cuando disparas rápido. Y una cosa, vacía el cargador. Dispara las seis balas. De esa manera tienes más posibilidades. Tenemos munición y tiempo de sobras. « Munición de sobras, vale —pensó Sarah—. Pero tiempo no.» Abrió el cilindro para volver a cargar con la munición de una caja que estaba en la plataforma de tiro a la altura de su cintura. « Sarah Locksley, nacida hace treinta y tres años. Antaño feliz. Ya no mucho. Fallecida en un río, asesinada por un psicópata que la condujo a una desesperación aún may or al amenazarla con asesinarla, aunque y a no le quedaba nada por lo que vivir porque el puto conductor de un camión cisterna se saltó un stop.» Levantó el arma y apuntó otra vez. « Esto no servirá. Es un funeral. <strong>Un</strong> poquito de tristeza y sobre todo cosas amables, seguras, dichas sobre alguien cuy a vida acabó demasiado pronto a causa de una tragedia.» « Esa soy y o. Yo soy ese alguien. O quizá sea la antigua y o.» La diana emergió delante de ella. Entrecerró los ojos. Tarareó para sí con
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Libro proporcionado por el equipo L
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John Katzenbach Un final perfecto (
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que las señales de humo, las palom
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que no solo retomaba el juego que h
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optimismo, entonces planificar un a
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« Y así, empieza» , pensó para
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un centro geriátrico que ha visto
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que la estarían esperando con entu
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eciclaje de papel y abrió la carta
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A veces se preguntaba por qué su v
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quería era pasar lo más desaperci
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del almuerzo y empezó a pelarla, p
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—¿De qué emergencia se trata, s
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para cualquier humorista, por retor
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varios jugadores después del campe
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modos. Le pareció que era una coba
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autor de la carta se estaba burland
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Aquello le fascinaba. Le gustaba pe
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con dedicación.
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arquitectura del juego, el hecho de
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en las gradas se produce una oleada
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claro de invierno largo. Se había
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condujo rápidamente calle abajo. N
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Le tendió a Karen una carpeta con
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Los dos gatos, que a menudo desdeñ
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la primera vez.» No se lo creía.
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papeles sueltos. Iba a la caza de a
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Volvió a mirar lentamente a su alr
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procede de la expectación que va e
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8 La señora de Lobo Feroz recogió
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lentamente, sin dejar de observar s
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9 Sarah Locksley estaba inquieta en
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adelantado a él. ¿Qué coño har
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este año para tu futuro. Te espera
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escuela. Puedo concertar la cita si
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la oportunidad en ese mismo instant
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yermo, con las ramas desnudas con u
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—Pero la policía… —Nada —l
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Nadie a la vista. Nadie caminaba ar
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12 Jordan tuvo que hacer un gran es
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Por primera vez cay ó en la cuenta
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13 El Lobo Feroz se vistió con esm
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allá había un tramo de escaleras
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ápidamente la comida ligera, se re
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14 Después del anochecer, con el a
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mirar el reloj cuando las campanas
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de luz tenue que procedían de unas
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—Tienes razón —reconoció lent
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15 Desde la cuestionable seguridad
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aire y dio bocanadas como un nadado
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Pero se percató de que aquellas re
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16 « Los asesinatos constan de tre
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acometer sus muertes. Hay que expli
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aquel tipo de comedias cinematográ
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« Ponle nombre —se repitió—.
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entrada, aunque ninguna de las tres
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quién nos acosa, podemos llevar el
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aprecie ninguna diferencia. —No l
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un revólver cargado y colocaste el
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estado haciendo. O sea que debiste
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agachó hasta que le dolió la espa
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sombras parecían caer desde los ro
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19 El director de escena hacía se
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compartimentos, como si su cerebro
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deformes, ensangrentadas, despedaza
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20 Al comienzo Sarah buscó entre l
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extraña seguridad. Había tres com
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de envidia ante el buen tipo de la
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Esta palabra dejó confundidas a la
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para sus adentros—. Yo ya estoy m
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21 La señora de Lobo Feroz contemp
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aprovechar su deseo, pues se mezcla
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La mano le tembló al devolver el f
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Lanzó un grito ahogado. Una descar
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contacto con personas de personalid
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simpático?» Tampoco tenía la res
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Pelirroja Uno devolvió con lentitu
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había fingido que dormía. Había
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Alcanzó su bolso y sacó un trozo
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24 Por extraño que parezca, Pelirr
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—¿Señorita Jordan, qué pasa? [
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—No. Pero gracias. La profesora p
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uscando alguna señal reveladora qu
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De nuevo silencio. —Me refiero a
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dar un paso atrás, pero Sarah la d
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hambre, pero ese día la ansiedad l
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Cornwell o Linda Fairstain. Les uni
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« Pobrecilla —pensó—. Seguro
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Los vecinos formaron patrullas de v
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27 Pelirroja Uno sujetaba en las ma
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de la noche. El exterior del sobre
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entrado en el primer equipo. Conoc
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28 La señora de Lobo Feroz estaba
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indignado e iracundo. La ecuanimida
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Movía la cabeza arriba y abajo en
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despertarnos. El timbre del teléfo
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astoncito de algodón cogió un poc
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Epílogo. El primer capítulo Cogi
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Notas
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[2] La señora García habla siempr
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